Cataluña, País Vasco y Valencia ponen contra las cuerdas la clase de Religión

La asignatura de Religión resiste en las aulas del sistema educativo pese al acoso y derribo que sufre desde hace años. Seis de cada diez alumnos la eligen cada curso tras sortear las numerosas trabas que las propias administraciones autonómicas ponen a la materia. En un buen número de comunidades –Aragón, Asturias, Comunidad Valenciana, Extremadura, Asturias, Baleares–, la clase de Religión está en litigio en los tribunales por el recorte de horarios tras la entrada en vigor de la Lomce (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa).

En otras, como País Vasco, tres de cada diez colegios no la imparten pese a ser de oferta obligatoria. En Cataluña, según denuncian los profesores, se dificulta a los padres la inscripción de sus hijos para forzar la entrada de una materia aconfesional como Cultura Religiosa. En Valencia, en cambio, la administración de Ximo Puig exige a los profesores una titulación en valenciano para poder dar clases de Religión y las plazas vacantes tardan tiempo en cubrirse. Todo ello provoca que la sangría de alumnos sea cada vez mayor y los alumnos inscritos no lleguen al 45% en estas regiones, muy por debajo de la media nacional.

«La asignatura de Religión lleva años perseguida en Cataluña». La cruzada contra la materia en esta comunidad autónoma se emprendió hace años. Sin embargo, según denuncian en declaraciones a ABC los profesores que la imparten, «nunca hasta ahora la situación había sido tan preocupante». Algunos de ellos están convencidos de que «la Generalitat quiere enterrrar definitivamente la asignatura» y reemplazarla por otra aconfesional: la de Cultura Religiosa, en la que se explicará a los alumnos diferentes religiones no solo la católica. No son simples sospechas.

El propio consejero de Educación Josep Bargalló (ERC) reconoció a finales de 2018 en declaraciones a los medios su intención de instaurar esa opción en Cataluña. Reconoció también que algunas escuelas concertadas ya la incluyen en su currículo. La jerarquía católica catalana se ha pronunciado en pocas ocasiones sobre la cuestión, aunque los dos máximos representantes de la Iglesia de esta comunidad, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, sí han defedido abiertamente la existencia de la clase de Religión. En una entrevista radiofónica de diciembre de 2018 (COPE), Omella pidió que se respete el derecho de las familias a elegir la clase de Religión. «Las convicciones religiosas y morales de los padres deben respetarse», dijo el prelado y lanzó un mensaje conciliador sobre la polémica generada por la posible desaparición de la materia. «Todo hay que hablarlo y no hacer una guerra de todos contra todos», apuntó.

Un derecho de los padres

También el arzobispo metropolitano de Tarragona, Jaume Pujol rompió una lanza por la asignatura al afirmar en una carta pastoral que «todas las escuelas tienen el deber de ofrecer la clase de Religión y Moral Católica para que, libremente, quienes lo deseen, la puedan elegir. Tienen el derecho a escogerla y vuestros hijos os lo agradecerán porque en nada les perjudica y, en cambio los beneficia mucho». Pese a estos pronunciamientos explícitos de la curia catalana, los defensores de esta materia confesional se sienten hoy «desamparados». En Cataluña hay actualmente un millar de profesores de Religión y, según datos facilitados a ABC por la Conferencia Episcopal, solo un 41,2 por ciento del alumnado total de los centros (Infantil, Primaria y Secundaria) públicos, concertados y privados cursa la materia, siendo la comunidad, seguida del País Vasco (44,8 por ciento), Navarra (52,3 por ciento) y Valencia (55,9 por ciento) en la que menos aceptación tiene.

¿Es legal dejar de impartir Religión Católica cuando hay acuerdos aún vigentes por los que esta asignatura debe ofertarse de forma obligatoria? ¿Serán los mismos profesores formados y con titulación expresa de profesor de Religión Católica los que impartan esa nueva asignatura hablando de otras confesiones?

Por ahora está todo abierto. Sobre el papel, las familias tienen el derecho reconocido de poder solicitar para sus hijos la asignatura de Religión en la escuela catalana. Así lo establecen varios acuerdos vigentes: los firmados entre la Santa Sede y el Estado español (1979), los de cooperación entre diferentes confesiones (1992), la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) de 2013, la Constitución (artículo 27.3) y el Estatuto de Cataluña (artículo 21.2).

De oferta obligatoria

En base a este marco normativo, la asignatura de Religión –es optativa y computa en el expediente– es de «obligada oferta» en las escuelas e institutos públicos de Cataluña y del conjunto de España. Sin embargo, según denuncia el sindicato de religión PREC, esta máxima se está incumpliendo desde hace años en esta comunidad ya que «en muchas escuelas y centros de enseñanza secundaria se ejerce abiertamente un boicot a la misma».

«Hemos podido constatar que muchas escuelas se niegan a ofrecer la materia y a los profesores les obligan a impartir otra aconfesional», señala en declaraciones a este medio el presidente de PREC, Ignacio Díaz. Lo sabe porque él mismo se ha encontrado en esta situación y ha puesto en marcha medidas legales para denunciarlo. «Mucha gente no se planta porque no tiene plaza fija. Tiene miedo a presiones y a perder el trabajo», asegura el profesor.

700 centros catalanes no la imparten

Un estudio reciente realizado por PREC revela que 700 centros (escuelas e institutos) de Cataluña no imparten actualmente la materia. «Los datos que hemos obtenido de la preinscripción de la Generalitat nos ofrecen esta fotografía, aunque no podemos concretar si no está presente en los centros porque no se oferta a las familias o porque directamente no la escogen los padres». Esto último es lo que, según arguye Díaz, mantienen las autoridades educativas cuando se les pregunta sobre el escaso número de alumnos que opta por cursar Religión. De los resultados del informe se desprende que la mayoría de estos centros que no imparten Religión están localizados en la provincia de Barcelona (más de un 45 por ciento de las escuelas y un 14 por ciento de los institutos no la dan), una zona con una gran densidad de población. Del total de centros de primaria y secundaria que no ofrecen Religión, 480 se sitúan en la demarcación de Barcelona, 48 en Girona, 15 en Lérida y 25 en Tarragona

«No deja de ser sospechoso que en una misma zona, a pocos metros de distancia, en un centro se imparta y en otro no», apunta el docente. Tiene pruebas, y las muestra a este diario, de que en algunas de las escuelas en las que no se está enseñando actualmente Religión, algunos padres sí lo han pedido. «Con solo una petición, la asignatura debe ofrecerse», afirma Díaz, quien considera a las familias las auténticas víctimas de esta situación. «Nadie puede negar a unos padres el derecho de elegir para sus hijos la asignatura de Religión en la escuela», asevera.

Cambios en la preinscripción

El sindicato sospecha que la Generalitat ampara toda la campaña contra la asignatura. En el actual modelo de preinscripción escolar aparece, vinculado a la casilla en la que se elige Religión, una nota en letra pequeña que no figuraba hace años en el formulario. En ella, la Generalitat aclara que «en el momento de la matrícula es necesario especificar la opción de esta materia» pese a haberla señalado ya en la preinscripción. A juicio de Díaz eso significa que «la opción válida no es la de la preinscripción sino la que finalmente aparece en la matrícula, cuando el centro ya ha podido disuadir a las familias sobre su opción, en caso de que elijan Religión». «En algunos colegios van sin sutilezas y te apuntan: “Aquí no se da Religión”», denuncia el profesor.

A la presión política y la ejercida por algunos sectores de la comunidad educativa se añaden otros factores que han contribuido a que en estos últimos años la materia pierda peso en las aulas: su presunto carácter adoctrinador y la falta de profesorado. Este último punto es sobre el que hace más hincapié la Asociación de Maestros de Religión de Cataluña (AMRC). Susana Vilar, su presidenta, expresa en declaraciones a ABC su preocupación por la falta de profesorado. «Pese a la situación actual de la asignatura, solo en el área de Barcelona hay una veintena de centros sin profesor de Religión», apunta.

Según datos facilitados por el sindicato, en Cataluña existen en activo 1.200 profesores, un 80 por ciento de los cuales dispone de plaza en propiedad, y el resto se encuentran en una bolsa para cubrir sustituciones.

Tal como ha podido comprobar este diario esta asociación de profesores se muestra más abierta a plantear una reformulación de la materia. En un documento colgado en su web, la AMRC considera viable la creación de una nueva asignatura denominada «Religión para todos», en la que, además de la católica se expliquen otras religiones.

Frente a las acusaciones de algunos sindicatos, las autoridades educativas arguyen que la asignatura debe adaptarse a la nueva realidad multilcultural y multiconfesional de las aulas. Por eso, la consejería ya ha avanzado que en los colegios e institutos se impartirá la asignatura de Cultura Religiosa. Otro argumento que utilizan para eliminar la asignatura tal y como está concebida es que hay pocas familias que la escojan. Sin embargo, las propias estadísticas de la Generalitat lo contradicen. Según el barómetro de opinión publicado por la propia Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat con datos de 2016 –consultado por ABC–, más de la mitad de los catalanes están a favor de que los padres puedan solicitar a la escuela que sus hijos reciban clases de su propia religión.

Campañas puntuales

Desde el arzobispado de Barcelona, el director del Secretariado diocesano de Educación Católica, Raül Adames, reconoce que pueden darse campañas puntuales contra la materia en algunos centros, aunque no es una situación generalizada. «Yo no hablaría de una campaña generalizada en contra de la asignatura sino de una situación fruto del fenómeno de una sociedad plural y secularizada. De todas maneras, es cierto, que otro aspecto a tener en cuenta cuando analizamos este tema, son las campañas que personas individuales puedan realizar en los centros educativos en los que trabajan», admite Adames. En este sentido, el representante del arzobispado subraya que «es importante no impedir el derecho de las familias a escoger una asignatura confesional católica».

Reconoce que «a muchos sindicatos les preocupa el descenso de alumnos en la clase de religión» y expresa la voluntad del arzobispado de «ayudar a dar a conocer la asignatura de religión a las familias y a los equipos directivos de los colegios. Haciéndoles ver que puede ser de gran ayuda para dar respuesta a la diversidad cultural que nos encontramos hoy en las aulas». «La asignatura de Religión Católica puede ser un factor de cohesión social y no al revés como a veces se quiere hacer entender», aclara Adames.

Respecto a la intención del Govern de impartir Cultura de las Religiones, el director del Secretariado diocesano de Educación Católica cree que «conocer la tradición de nuestro país y de Europa, que nos ha vertebrado como pueblo desarrollado y democrático es un factor de cohesión social. Las raíces de esa tradición son raíces cristianas. Nuestros alumnos para entender muchas áreas de conocimiento como el arte, la historia o la literatura, deberían conocer esta tradición y sus raíces. Por tanto, a mi parecer, el analfabetismo religioso es perjudicial en todos los aspectos, tanto para creyentes católicos como para los demás».

Presión a las familias

En el País Vasco, la situación de los padres que defienden la asignatura de Religión ha evolucionado a peor en cuestión de meses. El problema, apuntan los sindicatos, es que en muchos centros públicos en los que no se imparte Religión tampoco se están respetando las horas de Valores Cívicos, que se convierten en clases de refuerzo de otras materias. Desde la asociación familiar Bagara, que próximamente presentará nuevas denuncias, sostienen que las direcciones de algunos colegios e institutos se sienten «con total impunidad» para ello «envalentonados» en parte por la Ley Celaá y por el impás político generado por la proximidad de las elecciones.

Las mismas fuentes aseveran que la situación es de sobra conocida entre los inspectores, que bajo su punto de vista tienen «miedo» a la «cruzada laicista» que se lleva a cabo en buena parte de los colegios e institutos públicos de todo el País Vasco. De hecho, en casi tres de cada diez no se imparte ni una sola hora de Religión, según los datos que confirmó la administración autonómica. Es decir, unos 140 centros, de los cuales la mitad se hallan en la provincia de Guipúzcoa.

Sindicatos y asociaciones familiares denuncian las «sutiles» prácticas que se llevan a cabo en los distintos centros para erradicar la Religión. Algunos padres llegaron a recibir llamadas del colegio, que les advertía de que su hijo iba a estar «solo» en el aula. «Les dicen que lo van a señalar, que lo van a marcar», advirtió a este periódico Ramiro Pascual, de Bagara.

En Valencia la situación también va a peor. Las condiciones laborales de los profesores es cada vez más precaria debido al recorte del horario de la materia y de la nueva exigencia del Gobierno de Ximo Puig de exigir a los docentes «una titulación de valenciano» y de no permitirles realizar otras tareas (como las de tutor) para completar las horas lectivas que les faltan tras la menor carga horaria de la asignatura en Primaria y Secundaria. «Todo esto crea una desafección hacia la asignatura», denuncia el delegado de Enseñanza de la diócesis de Valencia, Rafael Cerdá.