Habla el descendiente extremeño del emperador Moctezuma: «Mi pariente Isabel fue la madre del mestizaje»

José Miguel Carrillo de Albornoz y Muñoz de San Pedro, vizconde de Torre Hidalgo, llega impecable a la cita. En el Palacio de Toledo-Moctezuma, en Cáceres, le conocen. Ahora es la sede del Archivo Histórico Provincial, pero durante siglos perteneció a sus antepasados y él lo visita desde niño.

«Se edificó entre 1550 y 1570», explica. «Apenas 50 años después de la conquista de México, un nieto del emperador azteca Moctezuma estaba construyendo un palacio en España. ¿En qué otra civilización el nieto de un monarca sojuzgado habría podido edificar un palacio y ser recibido como miembro de la nobleza local?», se pregunta, y sonríe pícaro.

El vizconde es un hombre pequeñito y afable de educación exquisita. Por sus venas corre sangre real, mexicana y española. «De conquistados y conquistadores», subraya. Por eso Crónica va en su busca cuando España mastica aún la carta con la que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha pedido al rey Felipe VI que se disculpe ante México por la «invasión» que Hernán Cortés y sus hombres llevaron a cabo en el siglo XVI. José Miguel Carrillo de Albornoz es descendiente de Moctezuma, el rey azteca al que sorprendió la conquista.

Dieciocho generaciones separan al emperador derrotado y a este abogado y autor de una veintena de libros, entre ellos una trilogía sobre su antepasado mexicano. Ahora dirige la casa de subastas Fernando Durán en la calle Velázquez de Madrid, donde estos días ha torcido el gesto por las palabras llegadas desde su otra tierra. «Es un absurdo», dice. «Se produjeron abusos, porque es inevitable: el choque entre esas dos civilizaciones fue tremendo. Pero cuando López Obrador reclama una disculpa se olvida de que la conquista no fue hecha [sólo] por Cortés: fue hecha por los aliados de Cortés, que eran los tlaxcaltecas, enemigos de los aztecas, y por un numerosísimo conjunto de pueblos tributarios que odiaban el dominio de los aztecas. Tenochtitlán era un imperio de pavor, de sangre y fuego».

«Yo desciendo de Moctezuma», proclamará con cierta impaciencia. «Yo soy descendiente del monarca conquistado. A mí nadie tiene que explicarme nada».

MOCTEZUMA EL «SEMIDIÓS»

La historia familiar de este Moctezuma cacereño es fascinante. Empieza, por arrancar en algún momento, con Moctezuma Xocoyotzin, que gobierna a los mexicas cuando en 1519 los hombres de Hernán Cortés llegan a las playas de la actual Veracruz. Poderoso, supersticioso y muy temido, Moctezuma -cuya primera biografía ha publicado el vizconde- se cree un semidiós.

Carrillo de Albornoz (Cáceres, 1959) con el árbol genealógico que le conecta con el emperador azteca, en su casa, el Palacio de Las Seguras.. ALBERTO DI LOLLI

«Para entrar a ver al emperador tenías que inclinarte tres veces, decir «Oh señor, mi señor, gran señor» y escuchar sus palabras; tú no podías hablar. No pisaba el suelo, siempre se movía sobre un palanquín que llevaban 12 príncipes», cuenta su tataranieto lejano. Su imperio de pompa y boato era un «imperio sangriento» forjado con la sangre derramada de los pueblos indígenas; la sangre de la que el presidente de México culpa ahora a los españoles.

-Dice López Obrador que España debe pedir perdón porque cometió «violaciones de lo que ahora se conoce como derechos humanos».

-Moctezuma vulneraba simplemente todos los derechos. Estaba imbuido en la religiosidad azteca, que decía que al Sol había que alimentarlo de sangre humana para que pudiese salir cada mañana. Los sacrificios humanos y las masacres eran constantes. Además, tiranizaba a los pueblos que había logrado dominar, obligándolos a pagarle tributos altísimos en un claro sistema de expolio. Vivir en México en aquella época era muy difícil… En los festivales sagrados, si un niño tenía un remolino en la cabeza lo sacrificaban.

La historia de Moctezuma fue trágica. Resumiendo mucho, fue apresado por Hernán Cortés, abdicó en favor de uno de sus hermanos y, en una muerte sobre la que existen distintas versiones, cuenta su descendiente que Moctezuma fue «apedreado por los suyos porque había dejado de ser el poder simbólico». Sin embargo, su hija legítima sobrevivió y Hernán Cortés le prometió cuidar de ella. Aquella hija se llamaba Tecuixpo Ixtlaxóchitl, aunque pronto sería bautizada como Isabel de Moctezuma. Con ella prosiguió la saga que lleva hasta Cáceres.

ISABEL, LA EMPERATRIZ

Isabel de Moctezuma tuvo cinco esposos: los dos hermanos de su padre que le sucedieron mientras la conquista avanzaba y después, consumada la victoria de Cortés, tres españoles. El último fue Juan de Cano Saavedra, cacereño, quien a la muerte de Isabel regresa a España con los dos hijos que ella le ha dado. Uno de ellos, Juan Cano Moctezuma, se casa con la hija de un nobilísimo español, Elvira de Toledo y Ovando. Y es el hijo de ambos, nieto de Moctezuma, quien empieza a edificar el Palacio de Moctezuma, donde aún se conservan frescos que representan a los 13 señoríos de México.

«Isabel fue la madre del mestizaje entre españoles y mexicanos», reivindica el vizconde, «porque ella, la princesa, la heredera del trono mexicano, hace que todos los nobles supervivientes no se levanten contra el imperio sino que colaboren y los mete en la nueva sociedad que viene».

Ilustración del rey Moctezuma. Carrillo de Albornoz escribió una biografía sobre él. ALBERTO DI LOLLI

-¿Por sometimiento o por convicción?

-Por convicción personal. Ella asume su rol para evitar que su mundo se eclipse. Isabel de Moctezuma fue una persona infinitamente respetada allí: mientras vivió, ella era la emperatriz.

En torno a su figura, sin embargo, reina en México un mito que su propio descendiente desmontó, en medio de una gran polémica, cuando en 1997 publicó allí su primer libro, Memorias de doña Isabel de Moctezuma, del que vendió casi 200.000 ejemplares. Un mito que -intuye- late también en López Obrador.

EL ‘SÍNDROME DE LA VIOLADA’

«Allí en México perduraba la idea de que Isabel de Moctezuma había sido raptada y llevada a España. Es lo que un amigo mío llama el síndrome de la violada, fruto de una desinformación constante. Cortés le promete matrimonio a Isabel, pero incumple esa promesa -probablemente por temor a la repercusión que pueda tener en la Corona española- dejándola embarazada. Y nace una niña, que se llamará Leonor Cortés, a la que ella rechaza desde el momento en que nace. Éste es el síndrome de la violada. (…) Lo de López Obrador responde a ese sentir: parte de México tiene la sensación de haber sido violado por los españoles. No las élites, pero sí el pueblo llano».

-¿Fue así?

-Los españoles fundan universidades y equiparan al indígena con el español, cosa que no ha hecho ningún otro pueblo a lo largo de la Historia. Los anglosajones fueron erradicando y matando… Nosotros no. El pueblo español se mezcló con el pueblo azteca y generó el actual pueblo mexicano. López Obrador, que tiene un abuelo santanderino, cae en el absurdo: ¡si los descendientes de los conquistadores son sus antepasados! Que el perdón se lo pida a sus propios abuelos. Yo se lo he dicho a mucha gente en México: hablas de España cuando estás hablando de tus abuelos. Que se reconcilien con sus antepasados. Con su árbol genealógico.

Detalle de uno de los reyes mexicanos en los frescos que adornan una de las salas del Palacio de Toledo-Moctezuma, en Cáceres. ALBERTO DI LOLLI

-¿Hace falta una «reconciliación», como pide el presidente?

-Ya se produjo y yo la viví. Fue en 1992, cuando vinieron a España representantes de los indígenas de América. A algunos los recibió el rey Juan Carlos, se plantó un árbol en la Casa de América… Esa paz respecto a los indígenas ya se hizo. Hubo muchas ceremonias tanto aquí como en México. Lo que reivindica López Obrador es como el llanto petitorio de una persona con escasísima formación.

El 8 de noviembre de 1519 Moctezuma y Hernán Cortés se reunieron por primera vez. Pronto se cumplirán 500 años de aquel encuentro entre dos mundos. Y «un grupo de personas en México», cuenta el vizconde, quiere recrearlo. Al descendiente de Moctezuma le han pedido que represente a su antepasado. Él se lo ha pensado mucho, dice, y ha acabado declinando. No se fía de la utilización política de todo esto. «Más con este presidente», lamenta.

Dieciocho generaciones después, el Moctezuma extremeño prefiere quedarse en su imperio de libros, cuadros y antigüedades. Y con el árbol genealógico que guarda en su casa de Cáceres, el Palacio de Las Seguras, y que lo emparenta con el temido y derrotado Moctezuma. Él, con sangre de conquistado y conquistadores, no quiere que nadie le pida perdón. O ya ha perdonado.