La UE da un último plazo hasta el 12 de abril para que los británicos decidan

Los miembros del Consejo Europeo decidieron conceder a Londres una prórroga del plazo para salir definitivamente de la UE, con dos fechas a elegir, dependiendo de si la semana que viene el Parlamento británico aprueba o no el acuerdo ya pactado con los términos de la separación ordenada. Si el acuerdo fuera aprobado, la fecha de desconexión sería el 22 de mayo, con el tiempo necesario para completar los trámites antes de las elecciones europeas, que se celebrarán una semana después. Pero en caso de que los diputados lo rechacen por tercera vez -como hoy mismo parece más probable- entonces la prórroga sería solamente hasta el 12 de abril. Ese es el último día del plazo en que todos los países tienen que haber convocado las elecciones europeas. En esa fecha, es decir, en apenas veinte días, los británicos tendrán que elegir entre cuatro posibilidades, tal como las definió el presidente del Consejo, Donald Tusk: aceptar el acuerdo, salir sin acuerdo, pedir una nueva prórroga mucho más larga o, incluso, revocar el artículo 50, con lo que se abandonaría el Brexit. En caso de que el Gobierno británico decida que fuese esa larga prórroga, entonces debería estar dispuesto a participa en las eleciones europeas.

La reunión de ayer fue una expresión clara del hartazgo de los dirigentes europeos ante el desbarajuste político en el Reino Unido. Casi todos los presidentes expresaron su irritación ante el hecho de que la primera ministra británica no haya sido capaz de garantizar todavía un resultado favorable en los Comunes ni pudiera prometer que lo vaya a lograr en el tercer intento en la semana que viene.

El texto del acuerdo significa claramente que la desconexión ya no se producirá el 29 de marzo a medianoche, como determinaba el plazo de dos años que empezó en el momento en el que el Gobierno británico activó el artículo 50. ¿Qué significa una prórroga larga? le preguntaron al presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker. «Hasta el final». Tusk se declaró por su parte «satisfecho» y «más optimista». Teresa May dijo que había llegado «el momento de la decisión» para los parlamentarios británicos que hasta ahora no han querido apoyarle.

De hecho, según fuentes diplomáticas, el grueso de la discusión entre los Veintisiete y May se refirió sobre todo a las garantías de que esta vez será capaz de lograr el respaldo de la Cámara de los Comunes. Según estas fuentes, May fue muy «evasiva» y «reticente». Varios líderes le preguntaron repetidamente qué haría si los parlamentarios vuelven a rechazar el acuerdo, pero la británica no supo contestar. Esa actitud no hizo más que irritar a los demás miembros del Consejo, que habían dicho repetidas veces que para aceptar una prórroga necesitaban auténticas garantías por parte británica. El presidente francés Emmanuel Macron, que es uno de los más escépticos, había dicho a su llegada a la reunión que «en caso de que los diputados británicos vuelvan a rechazar el acuerdo, iremos irremediablemente a un Brexit desordenado».

Y eso que ayer no solo estaba May en Bruselas. También estaba el líder de la oposición Jeremy Corbyn, o el presidente del Banco de Inglaterra, Mark Carney. Corbyn se reunió con el negociador europeo Michel Barnier y con el secretario general de la Comisión, Martin Selmayr. Carney se vió con el vicepresidente económico de la Comisión Valdis Dombrovskis. De ninguna de estas reuniones salió ninguna indicación que permita ser optimista.

Si se produce el milagro de que los diputados británicos aceptan el acuerdo, las cosas serán como se han planificado. Si lo vuelven a rechazar, significa que entonces también tienen que definir -quieran o no- qué camino van a seguir, sabiendo que no hacer nada significa el Brexit sin acuerdo.

Al término de la reunión, el presidente Pedro Sánchez, dijo que la prórroga del Brexit «es un esfuerzo de empatía» para evitar una salida caótica y que «da garantías jurídicas a la UE y a los comicios.