Un polémico final tiñe de azulgrana la Copa del Rey

En estos tiempos en los que el VAR acapara los focos y todo el mundo recela de la tecnología en el deporte, fue el video el que decidió una de las finales más emocionantes y con más historia de los últimos tiempos. Un duelo que podría haber caído de cualquiera de los dos lados, pero que lo hizo en el del campeón tras una prorróga que tuvo su epílogo en la mesa de anotadores. Allí, tras ver las imágenes, los árbitros validaron una canasta de Tomic que previamente habían anulado por tapón de Randolph que consideraron ilegal. Un final con suspense, que silenció a la grada del WiZink Center y coronó al Barcelona.

A falta de talento puro, el Barça ha igualado el clásico a través del músculo. Lo ha bajado al barro y ahí ha encontrado una rendija para meterle mano al Real Madrid. La apuesta de Pesic para llevar al equipo al triunfo el año pasado se ha redoblado esta temporada, en la que los azulgranas son aún más duros. Pura roca. Un conjunto mecánico, sin alardes, al que no es fácil meterle mano. Lo sabía Laso, que trató de mentalizar a sus jugadores para una guerra, pero la puesta en escena de su equipo distó mucho de la ideal. A los blancos les cuesta transitar por el fango. Su baloncesto es diferente. Más alegre. Sin cadenas. Acostumbrados a volar por la cancha, ayer resultaba imposible correr ante la agresiva defensa de los azulgranas. De hecho, cada ataque del Madrid era una pesadilla en sí mismo, con Campazzo frustrado incapaz de encontrar a sus compañeros. Llovían los golpes sin que sonara el silbato, lo que abrió una pequeña renta a favor del Barcelona.

Locura tras el descanso

Quedaba claro que no iba a ser un duelo sencillo para el aspirante. A la reacción defensiva de Rudy se sumó la de Taylor y Llull, cuya aportación ofensiva puso al Madrid por primera vez por delante en el electrónico (27-25, min. 15). El del Madrid fue un liderato fugaz, pues no tardó Pesic en sembrar otra vez de minas la cancha. Entre ellas, una imposible de desactivar. Un Hanga imperial en defensa al que se unió Oriola para serenar el duelo y llevarlo equilibrado hasta el descanso (35-35).

Los blancos salieron en trance de los vestuarios, apretando los dientes para intentar romper la final. El vendaval pilló desprevenido al Barcelona, que empezó a encajar golpes sin saber por dónde le venían. Un parcial demoledor de 23-6 que habría tumbado a cualquier otro equipo, pero no a este Barcelona hecho de pedernal (58-41, min. 29). Los azulgranas se levantaron cuando nadie lo esperaba ya. Demostrando que su espíritu es indomable. Lo hicieron con un golpe seco al que no pudo responder el Madrid. Porque en apenas cuatro minutos pasaron de estar tumbados en la lona a mirar por encima del hombro a su rival merced a cuatro triples consecutivos que se tradujeron en un parcial brutal de 17-0 hasta el 61-63.

A partir de ahí, la locura total, por si no había habido ya suficiente. Irrumpió primero Heurtel, cuyos catorce puntos en el cuarto periodo le situaron camino de su segundo MVP consecutivo, dando al Barça un botín de cuatro puntos que parecía definitivo (70-74, min. 38). A la exhibición del francés le sucedió la de Campazzo, cuya fe incansable motivó la reacción del Madrid y le llevó a la línea de tiros libres con tres opciones para igualar el encuentro cuando apenas quedaban cinco segundos para el final.

Protagonismo arbitral

Anotó los dos primeros el argentino, pero falló en el último. La falta posterior a Claver no resultó definitiva, porque el internacional solo acertó uno de los dos (75-77) y dejó una última oportunidad a los blancos. Ahí, estaba claro, era el momento de Llull, al que no le pesó esta la mochila de dudas que arrastra desde la lesión. Otra vez decisivo el balear para llevar el choque a la prórroga.

En el tiempo extra, con el Barcelona cinco arriba (87-92), llegó la polémica. Tras un triple de Randolph que acortaba distancias, el Barça sacó en largo hacia Singleton, que en su intento de anotar fue derribado claramente por el pívot madridista. Falta que los árbitros no vieron y que acabó con una canasta de Carroll más tiro adicional que ponía al Madrid por delante (93-92) y solo cuatro segundos por jugarse. El escándalo estaba servido, pero los azulgranas encontraron los brazos salvadores de Tomic en la última acción y al auxilio de los árbitros.

Tras haberse equivocado al no señalar la falta sobre Singleton, los colegiados volvieron a errar en la última acción. Un lanzamiento extraño del croata bajo el aro que, tras tocar en el aro, fue taponado de manera legal por Randolph. Tras revisar la acción, el trío decidió dar por buena la canasta de Tomic. Un error que enjugaba el anterior, pero que no evita la polémica. El lanzamiento a la desesperada de Llull tocó el aro, pero no hubo milagro esta vez y el Barça se coronó en casa del Real Madrid.