La vuelta a la vida «normal» de Rajoy, el presidente más «normal»

Mariano Rajoy Brey (Santiago de Compostela, 1955) suele alardear de cumplir lo que promete, especialmente en los comportamientos que afectan al «Rajoy style». Rara avis en la vida política: después de estar cuarenta años en ese «chollo» (escrito en sentido galaico) de la política retorna a su profesión de Registrador de lo Mercantil (ahora con destino en Madrid después de pasar unas semanas en Santa Pola (Alicante), renunciando a las mamandurrias inherentes al cargo de ex presidente del gobierno, excepto al chófer y la seguridad.

Desde que la moción de censura presentada por Pedro Sánchez triunfara (1 junio 2018), tras ser apoyada por secesionistas, podemitas, Bildu y un largo etcétera, la vida de Mariano Rajoy dio un cambio radical que, sin embargo, nada tiene que ver con los giros profesionales y personales de sus antecesores vivos en la jefatura del Gobierno como Felipe González, José María Aznar o José Luis Rodríguez Zapatero, el amigo del sátrapa Maduro, que tras los últimos acontecimientos venezolanos se le ha tragado la tierra.

Bien. ¿Qué vida lleva Rajoy?, se preguntan muchos ciudadanos que vieron como sin perder unas elecciones la riada parlamentaria se lo llevó por delante. Prometió que no señalaría a nadie como sucesor en la presidencia del PP como antes hicieran Manuel Fraga y Aznar y nadie puede acusarle de haber inclinado la balanza en el c ongreso extraordinario que eligió a Pablo Casado como nuevo líder frente a la que fue su vicepresidenta en el Gobierno y a su secretaria general en el PP. Se juró que no andaría «enredando», ni dando consejos («si no me los piden») y se ha mimetizado ocho meses después de perder la presidencia con la calle y el surco de ciudadano normal retornado a una vida profesional.

Caminatas matinales

Mariano Rajoy se suele levantar pronto. A eso de las 7 de la mañana. Se enfunda su ropa deportiva y consume una hora de caminata a paso ligero por los alrededores de su urbanización colindante con la sede del CNI en la madrileña Cuesta de las Perdices. Uno de sus vecinos es su cordial enemigo, el abogado socialista José Mariano Benítez de Lugo, que hizo todo lo posible porque fuera enjuiciado y condenado en el caso judicial que utilizó Sánchez para derribarlo.

Entre ocho y nueve desayuna con su familia antes de dirigirse a su actual trabajo en el Registro de la Propiedad de lo Mercantil, sito en pleno corazón de la Castellana. Compañeros de Registro confirman que es uno de los primeros que llega al despacho. El ex presidente mantiene el servicio de escolta oficial y el de una asistente que hace labores de secretaria.

En su despacho del Registro, Mariano Rajoy suele permanecer hasta la hora del almuerzo. En muchas ocasiones come fuera de casa con amigos y elige los más variados restaurantes aunque él prefiere las tascas y persigue la comida casera. Uno de esos restaurantes a los que suele acudir es «La Penela» ubicado en la calle Velázquez donde sirven las famosas tortillas de Betanzos «siempre sin cebolla ni pimientos».

Por las tardes las suele dedicar a trabajar desde su casa. Ahora puede firmar electrónicamente asuntos del propio Registro. «Mariano ha recuperado muchos amigos de toda la vida que durante sus muchos años en política, especialmente los siete como jefe del Gobierno, le habían impedido cultivar, especialmente los de Galicia y otros compañeros de promoción…», afirma una fuente muy cercana al ex presidente.

«Recibe a todas aquellas personas que piden verle… desde compañeros del PP o de cualquier otro partido a empresarios o profesionales…».

La gente le saluda por la calle, unos con afecto, otros con menos «pero siempre con respeto». «Don Mariano, cómo le va la vida… No me quejo, la verdad…» Y le dan las gracias. En ocasiones al entrar en algún restaurante los comensales le aplauden. La congénita timidez del gallego se nota en su cara en esos trances.

Una de las labores que más le agradan desde el punto de vista intelectual es su aportación al Real Instituto Elcano, el «think-tank» de estudios internacionales y estratégicos que analiza el mundo desde una perspectiva española, europea y global. Se incorporó a RIE recientemente.

Los fines de semana los suele aprovechar para viajar por diferentes pueblos de España. Las dos últimas salidas fueron a las bodegas de la Ribera del Duero y a la Sierra de Sevilla, viajes que suele ir acompañados por amigos personales del matrimonio como Ana Pastor y su marido o algunos de sus hermanos y hermanas.

¿Cómo sigue la actualidad política Mariano? «Con una cierta distancia, aunque naturalmente con interés en los grandes asuntos que afectan al interés de España…». Se puso a disposición de la dirección del PP pero no llama para dar consejos… Si le piden su opinión la ofrece, naturalmente, pero en el bien entendido que está retirado de la vida política y lo que menos le apetece es «estorbar». Donde sí le suelen llamar y reclamar sus pareceres son en provincias y comunidades autónomas… «Lo hace con mucho cuidado para evitar suspicacias…»

Memorias

Son muchos los que le presionan para que plasme en un libro sus experiencias en los cuarenta años de vida política y muy especialmente sus siete años en el poder. «Se lo está pensando…» Rajoy siempre ha huido de la confrontación personal o los argumentos «ad hominem» que le parece estériles. Y unas «memorias» sin ataques personales devalúan mucho el interés de las mismas.

Sin embargo, sí parece sentir la necesidad de explicar cómo vivió los principales momentos y los más cruciales de su presidencia: la crisis económica (el no rescate), el golpe de los secesionistas catalanes (y las posiciones de cada partido), el cambio de rey en la cúpula del Estado, la legislatura fallida y la propia moción de censura que le expulsó del poder.

El que firma este trabajo tendría la sensación de que finalmente Rajoy sucumbirá a esa tentación. Hablando precisamente de libros, MR dedica muchas horas a la lectura con especial énfasis en las novelas de corte histórico y otros ensayos de pensamiento. El último se titula «Canción de sangre y oro» de Jorge Molist. La otra conclusión de la «jubilación» de Rajoy se podría resumir en que nunca tiene un día libre.