Nadal da una lección a Tiafoe

En un periquete, en ocho momentos de puro vértigo, Frances Tiafoe entendió la magnitud de Rafael Nadal, clasificado el balear para las semifinales del Abierto de Australia después de atropellar sin contemplaciones al joven norteamericano (6-3, 6-4 y 6-2). «¡Que esté preparado!», exclamó con cierta irreverencia Tiafoe cuando eliminó a Dimitrov en octavos y supo que en cuartos le tocaba medirse al número dos del mundo. En una hora y 47 minutos, se llevó una lección que le servirá para el futuro, que en buena parte será suyo siempre y cuando cumpla con los plazos y aprenda de jugadores como Nadal, al que el cuadro le lleva ahora hasta Stefanos Tsitsipas (venció antes a Roberto Bautista).

Lo que pasó en la Rod Laver Arena se resume precisamente en esos ocho minutos iniciales. Juego en blanco para Nadal al saque, break a la primera oportunidad que tuvo, y de nuevo juego en blanco para escaparse, de manera irremediable, hasta el 3-0 en un primer parcial sin apenas sustancia. Tiafoe, con aspecto de marine, más atleta en presencia que tenista, trató de exhibir ese perfilada musculatura y no le quedó otra que agachar la cabeza, reducido a la más mínima expresión por el bombardeo que le llegaba desde el otro lado de la pista. Paradójicamente, el parón le ha sentado de maravilla a Nadal y se muestra más fiable que nunca, impoluto su camino en Melbourne y ya a solo dos pasitos de la exclusividad, pues nadie tiene en su palmarés al menos dos copas de los cuatro grandes. A él le falta repetir en las antípodas, y, visto lo visto, tiene buena pinta.

En media hora, poco habitual esa celeridad, el campeón de 17 Grand Slams se apuntó la primera manga sin una sola mancha. Ganó todos los puntos con su primer servicio para confirmar que ese arma, la del saque, ha mejorado muchísimo, y compensó sus once errores no forzados con nueve ganadores, equilibrio por encima de todo. Sin que fuera necesario mucho más, 6-3 para Nadal.

Para entonces, Tiafoe ya sabía de qué iba la película. Estrenado en los 21 años, los cumplió el domingo, el norteamericano es un jugador interesante al que se le presupone en las alturas a no mucho tardar, ahora 39 del mundo y con un título (Delray Beach en su palmarés). Técnicamente no es muy estiloso, todavía con mucho por pulir cuando juega desde el fondo de la pista, pero reúne los ingredientes necesarios para triunfar en el tenis de ahora.

Irá ganando experiencia, claro, y le sirven citas como esta ante Nadal, quien le volvió a golpear en los primeros compases del segundo set. El español rompió el saque de Tiafoe para empezar y mantuvo el suyo con solvencia, aunque esta vez tuvo algo más de exigencia y se esmeró para salvar dos bolas de break. A la cuarta oportunidad, cerró la manga y, con 2-0 para Nadal, ya se daba por hecho el desenlace.

Y más aún cuando, una vez más, el mallorquín quebró en el primer juego del tercer capítulo, volando por una autopista sin peaje hacia una victoria más sencilla de lo esperado. Siempre tuvo todo bajo control y ejecutó a la perfección su plan, actuando con una inteligencia superlativa. Por sexta vez, accede a las semifinales de Australia, la trigésima ocasión que pisa esa ronda en un grande. Y todo sin perder un set, convencido de que se puede. Tsitsipas, otro veinteañero con un desparpajo increíble, puede que ahora mismo más jugador que Tiafoe, es el próximo reto.