Regresa el mejor Bale y mete al Real Madrid en la final

Bale volvió a ser el jugador que aparece en las finales. Kiev, Lisboa, Mestalla o los Mundialitos… No puede ser una casualidad. Es un jugador extraño que tiene periodos de latencia, que parece no estar y que siempre hace su aparición en las finales. El mecanismo es de superhéroe: el despistado y cuitado futbolista, puesto en entredicho, se convierte cuando llega lo importante en otra cosa. En el jugador devastador de las chilenas, las largas carreras incontrolables o los saltos colosales.

Derrotado el River, el Kashima parecía casi una final anticipada y Bale fue letal. Pero no hay que olvidarse de Benzema, que fue el que encendió el juego del Madrid al inicio. A él se fue enganchando Bale, y luego Modric y luego Marcelo hasta poner al Madrid en funcionamiento. Ese equipo necesitaba lo que le viene faltando todos estos meses: el jugador poderoso que decida. Y ahí apareció Bale, que no es Cristiano. No lo hace todos los días, sino solo cuando hay cerca una Copa.

El equipo japonés salió con la fuerza habitual, con una presión futbolística tan tradicional que parece escrita en el Bushido.

El Madrid le opuso la suya, que no era tan tradicional, sino la de los partidos importantes. Así estuvo el partido un rato.

En el minuto 11 ya chutó Benzema, y en el 15 el Kashima se metió definitivamente en su campo. El Madrid había impuesto lo que un castizo llamaría “su calidá”.

La calidad del Madrid ya estaba clara, ahora tenía que manifestarse, y lo hizo primeramente a partir de Benzema. Él abría el juego, desanudaba el fútbol en pequeñas baldosas a las que llegaba bajando desde la delantera. El problema es que todo pasaba lejos del área.

A Benzema se le fue sumando Bale, pegado en la banda, al que también Modric buscaba mucho.

A la espalda del lateral Nishi estaba el chollo del Madrid y la debilidad del partido, y el equipo, como localizando el yacimiento, fue insistiendo por allí.

El Kashima era como once Lucas Vázquez pero sin su picardía, y el Madrid impuso un dominio “blando” con disparos lejanos de Benzema, un remate fallido de Bale en el 27, otro lejano de Kroos, una ocasión de Ramos en un córner… Faltaba la contundencia que viene faltando.

El cauce de juego estaba claro: Bale y Benzema combinando, pero Benzema tenía que crear la jugada muy lejos del área y luego acudir al remate. El partido se jugaba casi por completo en esa banda, pero faltaba algo.

Y el último en aparecer fue Marcelo. Cundo el partido el Madrid caía ya (minuto 44) en ese ritmo preocupante y tranquilón que tiene este Madrid, como de chachachá, como de baile anciano, llegó el gol en una feliz combinación de Marcelo con Bale, que necesitaba la ayuda del toque justo para superar definitivamente a su marcador, el desafortunado Nishi. Solo por fin ante el portero, no falló con su zurda.

A Bale y Benzema se sumó Marcelo para ir creando un triángulo de juego definitivo por su banda. Contra eso, un vestigio del mejor Madrid de estos años, el Kashima no tenía mucho que oponer.

Benzema y Marcelo aportaron la gota de fútbol y encontraron por fin el poderío de alguien arriba.

Como el problema estaba en su lateral derecho, el entrenador japonés cambió esa posición en el descanso. Dio lo mismo. Inmediatamente, Benzema volvió a darle un pase peligrosísimo a Benzema.

Poco después se iba a romper el partido. Dos horrores nipones sucesivos en defensa los aprovechó Bale para el 0-2. Técnicamente parecía un regalo del Kashima, pero para meter ese gol tuvo que dar una carrera espectacular.

Al instante vino el tercero. Pase de Marcelo y remate a la escuadra de Bale.

Ese gol tuvo un efecto distinto. Fue un hito psicológico de la temporada. Bale sonrió y se desencadenó una felicidad antigua en el equipo. Bale necesitaba ese gol y también su equipo. El Madrid recuperó la alegría, su mejor ritmo. El madridismo cosmopolita lo celebró en el campo reencontrándose con algo perdido. Ese hat trick restituía además a Bale en su condición de estrella del fútbol.

A partir de ahí, el partido se convirtió en otra cosa. El Madrid había estado serio, “finalero”, con un Llorente, corriendo tanto como un japonés.

Bale se fue ovacionadp y entró Asensio, que solo jugó un cuarto de hora. Se lesionó y le sustituyó Casemiro, que junto a Llorente puede formar un interesante (para el futuro) doble pivote.

El partido estaba para los contragolpes. Lucas intentó una vaselina que le salió pocha y Benzema e Isco, que se quedaron en el campo, no eran los más adecuados para correr.

El Kashima tuvo su gol con la intriga del VAR y el partido se fue acabando. En la grada Florentino sonreía entre jeques (él, que es es nuestro jeque), y en el banquillo Bale sonreía junto a Reguilón. Se puso ver ahí que la sonrisa de Bale era la de canterano, que es casi como la de un niño.

Al final saltó un espontáneo que quiso abrazarse a los jugadores que en pocos días pueden ganar su tercer mundial consecutivo, algo que no ha hecho nadie. Esa actitud rendida es, si hemos de ser sinceros, la única que merecen.

Ficha de partido

Estadio: Sheikh Zayed Sports City StadiumKashima Antlers

  • 1Sun-Tae Kwoun
  • 35Seung-Hyun Jung
  • 22Daigo Nishi
  • 16Shuto Yamamoto
  • 3Gen Shoji
  • 30Hiroki Abe
  • 25Yasushi Endo
  • 6Ryota Nagaki
  • 4Hugo Leonardo Silva Serejo
  • 18Sérgio Antônio Soler de Oliveira Junior
  • 8Shoma Doi

Real Madrid

  • 25Courtois
  • 2Carvajal
  • 12Marcelo
  • 4Sergio Ramos
  • 5Varane
  • 10Modric
  • 8Kroos
  • 18M. Llorente
  • 11Bale
  • 9Benzema
  • 17Lucas Vázquez
  • Banquillo
  • 11Weverson Leandro Oliveira Moura
  • 32Koki Anzai
  • 36Toshiya Tanaka
  • 39Tomoya Inukai
  • 26Kazune Kubota
  • 28Koki Machida
  • 21Hitoshi Sogahata
  • 2Uchida
  • 40Mitsuo Ogasawara
  • 19Kazuma Yamaguchi
  • 14Takeshi Kanamori
  • 29Shinichiro Kawamata
  • Banquillo
  • 6Nacho
  • 1Keylor Navas
  • 28Vinicius Júnior
  • 3Jesús Vallejo
  • 13Casilla
  • 20Marco Asensio
  • 14Casemiro
  • 22Isco
  • 24Dani Ceballos
  • 15Federico Valverde
  • 19Odriozola
  • 23Reguilón
  • Goles
  • Shoma Doi 77′
  • Goles
  • Bale 43′
  • Bale 52′
  • Bale 54′