Marc Márquez, campeón del mundo por quinta vez

Cabeza, corazón y estrategia. Marc Márquez es cada vez un piloto más perfecto si es que se le puede poner algún defecto a un deportista que ha ganado cinco títulos de MotoGP en seis años. Cabeza, corazón y estrategia porque así ganó la corona en el Gran Premio de Japón, en casa de los jefes. Solo Andrea Dovizioso podía evitar la fiesta. Y Márquez, cada vez una versión mejor de sí mismo, lanzó el ataque antes de las últimas vueltas, marcando su liderazgo y poniendo la presión en su rival. A falta de cuatro vueltas se puso por delante y forzó tanto a Dovizioso que este acabó en el suelo cuando tenía que darlo todo por recuperar su primera plaza. Márquez era campeón y así lo celebró en cuanto le pusieron en la pizarra que el italiano estaba fuera. Marc Márquez, pentacampeón de MotoGP en seis años en la máxima categoría. Leyenda viva.

Es su capacidad para pilotar en condiciones adversas, o a favor y exprimir las posibilidades. Es su pilotaje agresivo dentro de los límites absolutos. Es su fortaleza mental para sacar lecciones de las derrotas más duras. Es Márquez, un campeón indiscutible que hace fácil lo que algún día valorará como extraordinario.

Para la primera oportunidad de ganar el título, la peor posición del año. La misma que logró en Argentina e Italia, las dos únicas carreras en las que no ha puntuado. Pero para Marc Márquez hay pocas cosas imposibles. Y una remontada para atrapar a Andrea Dovizioso y celebrar en casa de sus jefes su quinto título de MotoGP no era de las más complicadas. Aunque no siempre se le ha dado bien ganar desde fuera de la primera línea de salida, recuperó las carreras de Valencia 2014, Aragón 2017 y Jerez 2018 para impulsarse sobre las dificultades.

Antes de la primera curva, Márquez, tercero. Ni calculadora ni tensión aparente, a por Dovizioso. La presión se la devolvió al italiano porque antes de mitad de la primera vuelta, ya lo tenía detrás.

El italiano, que enseñó sin querer a su rival cómo gestionar carreras, se encargó de poner el ritmo, mejor durante todo el fin de semana, y la cabeza. Aguantó las primeras vueltas pensando en los neumáticos y sintiendo el aliento de Márquez en la nuca. Los ritmos un poco más lentos permitieron un gran grupo, con Cal Crutchlow colándose entre la Ducati y la Honda, y con un renacido Valentino Rossi que se acerco al trío de cabeza.

A partir de la cuarta vuelta, la carrera se redujo a los tres más rápidos, con Dovizioso a la cabeza, Márquez con su segunda plaza recuperada y marcando liderazgo, y Crutchlow luciendo un grandísimo ritmo. Los adelantamientos se producían en los grupos perseguidores. La tensión entre los tres primeros se mantenía en la pregunta de cuándo adelantaría Márquez para subir la adrenalina. La respuesta: a falta de once vueltas. Adelantó a Dovizioso, pero se llevó un susto tremendo porque cuando intentaba confirmar la plaza se fue a la tierra durante un segundo, pero levantó grava y permitió que el italiano volviera a recuperar la posición.

Un movimiento estratega para poner nervioso al único que le puede retrasar su alirón. Quizá pensando en que el año pasado, bajo la lluvia, el duelo entre ambos se lo llevó la Ducati. Aunque en este curso Márquez aprendió de sus errores en los cuerpo a cuerpo, la tensión de poder conseguir el título también hacía mella en las manos y las ganas del español.

El susto también sirvió para espolear a Dovizioso, que lanzó un cambio de ritmo para cortar la carrera aspirando a que su ritmo fuera suficiente para defenderse de los esperados ataques de la Honda.

Tardaron en llegar, concentrados ambos porque uno tenía que defenderse y al otro no le quedaba más remedio que atacar. Y el español se lanzó a por todas a falta de cuatro vueltas, con prisas porque este circuito no tiene muchas opciones de adelantamiento. Por primera vez, Márquez pasó primero por la meta, con tres vueltas por disputarse.

Y los papeles se cambiaron: el español con los dientes apretados para no ceder la plaza, Dovizioso para encontrar un hueco para colarse. Los enemigos íntimos de los últimos tiempos en una última batalla a por todas.

Tanto como que el español exprimió más que nunca la Honda para evitar el adelantamiento.

Tanta presión para el italiano que a falta de dos vueltas la Ducati se fue al suelo.

Márquez ya era campeón. En cuanto vio la pizarra, lo celebró por dentro, meneó el casco y esperó a que terminara la carrera para levantar su quinto título de MotoGP. El séptimo de su carrera. El mejor Márquez de siempre.