El PSOE urge elecciones anticipadas ante la erosión de Pedro Sánchez

La dimisión de Carmen Montón no ha supuesto el bálsamo esperado para el PSOE y el Gobierno. En ambas esferas aspiraban a que la salida de la ministra de Sanidad, aunque dolorosa, supusiera un revulsivo para el Ejecutivo, exaltando el ejercicio de ejemplaridad y cargando de argumentos a los socialistas para retratar a Pablo Casado y presionarle en su horizonte judicial. Sin embargo, cobrarse la pieza política de Montón no ha sido tan rentable como en un principio se pudiera pensar. Ya en la noche del martes, varios portavoces autorizados comenzaron a hacer valer públicamente las diferencias entre ambos partidos. «Para los que dicen que somos iguales. En el PSOE se dimite. En el PP te hacen presidente. Es un pequeño matiz», escribía en su cuenta de Twitter el portavoz de la dirección socialista y alcalde de Valladolid, Óscar Puente.

Todavía con la resaca de la dimisión de Carmen Montón, los principales actores políticos se dieron cita ayer a primera hora en la sesión de control al Gobierno. El Ejecutivo asistía libre del lastre del máster y se anticipaba que este tema monopolizaría los rifirrafes con el Gobierno. El argumentario estaba preparado para exhibir fortaleza: «Este Gobierno muestra con hechos y no con palabras su compromiso con la regeneración y la ejemplaridad». Sin embargo, ni Pablo Casado ni Pablo Iglesias mentaron la cuestión en sus interpelaciones al presidente. Un gran elefante blanco en mitad del hemiciclo. No fue tan benévolo Albert Rivera que, en un giro de guión, cambió sobre la marcha la pregunta que figuraba en el orden del día sobre Cataluña, para marcar el paso y centrar el foco en el doctorado de Pedro Sánchez, en lugar de en el máster de Pablo Casado. Las «dudas» que al líder de Ciudadanos le interesaba despejar eran las del trabajo del jefe del Ejecutivo y no las del líder de la oposición. Visiblemente sorprendido, Sánchez miró a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, para que llamara a Rivera a la cuestión, pero ésta no lo hizo y el jefe del Ejecutivo se vio obligado a responder que su tesis era pública y que el presidente de Ciudadanos sólo buscaba embarrar el debate.

El daño ya estaba hecho. La presión se trasladaba de Casado a Sánchez y los socialistas, visiblemente enfadados, lamentaban en privado que Rivera le hiciera el juego al PP. «Son la muleta de la derecha para todo», sostenían. La iniciativa del líder naranja obligó al PSOE a cambiar el paso y salir en tromba contra el presidente popular, elevando el tono considerablemente, respecto a los últimos días. «Lo que tiene que hacer el señor Casado es dimitir», señaló la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, al considerar que «quien tiene un problema real es Pablo Casado», porque «si no fuera aforado, ya estaría imputado» en la causa de su máster. Una imputación a la que también hizo alusión la ministra de Justicia, Dolores Delgado, durante su intervención en el pleno. A estos pronunciamientos se sumó una campaña en las redes sociales que el partido lanzó con la etiqueta «#CasadoDimisión» para apuntalar el efecto de las declaraciones públicas.

Este nuevo revés hace que cunda la preocupación entre miembros del Gobierno y del PSOE, que consideran que con la salida de Montón no se ha cerrado la crisis. Fuentes consultadas por este diario reconocen que han tenido que pagar «un alto precio», con la segunda crisis de Gobierno en 100 días, para que ésta no se vea rentabilizada. En estos círculos comienza a imponerse la idea de que la debilidad del Ejecutivo no se circunscribe únicamente al ámbito parlamentario, sino que pesa demasiado la opinión pública, por lo que dilatar en exceso la convocatoria de elecciones puede ser perjudicial. «Ni siquiera hemos podido “enterrar” a Montón y ya nos están buscando más cadáveres en el armario», señala un dirigente, que lamenta que su ejercicio de ejemplaridad haya quedado deslucido por un tema «superado» como el de la tesis de Sánchez. «Eso ya lo hablamos hace un año, no sé a qué viene ahora», se preguntaba un senador socialista.

El miedo al desgaste y a que el proyecto de Sánchez siga «perdiendo fuelle» hace que el adelanto electoral gane fuerza. Esta es una opción sobre la mesa del Ejecutivo y, tal como adelantó este diario, el Gobierno ya ha encargado encuestas para estudiar el contexto más propicio para llamar a las urnas. La consigna del Ejecutivo es evitar el desgaste y que el «efecto Moncloa» se diluya. Las fuentes consultadas reconocen que es prioritario dar la vuelta a la situación y volver a tener la iniciativa que consiguieron con medidas como la sanidad universal, la acogida del «Aquarius» o la exhumacion de Franco.