El ‘Open Arms’ llega a Barcelona con 60 migrantes a bordo

Vestidos con camisetas de la ONG Proactiva Openarms, los 60 migrantes que fueron rescatados hace cuatro días frente a las costas de Libia viven un ambiente de fiesta. Cantan y bailan en la cubierta mientras el barco entra en el puerto de Barcelona, donde ha atracado sobre las 11.15 de este miércoles. Al final de la escalerilla, hay una alfombra roja. Bitcha Honoree, un camerunés de 39 años, mira al cielo y agradece con las manos. Repite «merci, merci, merci». Han sido cuatro días de travesía durmiendo con mantas en el suelo y comiendo pasta de arroz. La travesía, aún así, ha sido tranquila en comparación con otras misiones del Open Arms, en las que se han rescatado a cientos de migrantes a bordo en peores condiciones físicas y psicológicas.

Ricardo Gatti, el capitán del Astral, el velero que acompaña al Open Arms, advierte, no obstante, de que las operaciones de la organización no están pensadas para estar tanto tiempo en alta mar. «La ley determina que tras un rescate hay que ir al puerto seguro más cercano. Navegar 750 millas náuticas para llegar a puerto es insostenible. Son cuatro días en lugar de uno».

En tierra, Anabel Montes, la jefa de la misión, celebra que Barcelona se haya ofrecido como puerto seguro, pero también lamenta que estén cerrados los puertos de Italia y Malta y que la ONG haya tenido que navegar cuatro días para poder desembarcar a 60 migrantes, ya que mientras el buque de la organización viajaba a la costa española no ha podido rescatar a otros migrantes. «Sin barcos de rescate, allí hay cientos de muertos», denuncia.

Todo estaba preparado desde primera hora en el puerto de Barcelona para recibirlos en el muelle de los cruceros, donde hoy solo hay uno de los cinco cruceros que pueden amarrar. El dispositivo de Cruz Roja lo integran unas 70 personas, entre las que hay médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, logistas o conductores. En la recepción, hay cuatro personas por cada rescatado, así que se espera que el desembarco y la atención posterior sean rápidos.

Íñigo Vila, responsable de la unidad de emergencias de Cruz Roja, precisa que el protocolo es el habitual, con un chequeo de su estado de salud, pero destaca que ya han sido atendidos a bordo. Una vez atracado el barco, los primeros en subir a bordo son los médicos de Sanidad Exterior, que criban si hay algún enfermo que tenga que ser evacuado a un hospital. Tras los trámites de filiación de la policía, Cruz Roja hace la primera atención en tierra, evaluando el estado físico de cada uno de ellos.  Desembarcan en grupos de cinco, priorizando niños y mujeres.

En el dispositivo para atender a los 60 migrantes rescatados, de 14 nacionalidades, también hay una quincena de traductores. Pascale Coissard, de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, explica que, de los 60 migrantes, los que proceden de países como Siria, Palestina, Eritrea o República Centroafricana tienen un «claro perfil» para solicitar asilo.

Del total de 60 personas, los 50 hombres que viajan solos serán alojados en la residencia Blume de Esplugues de Llobregat, al lado de Barcelona. El equipamiento, donde durante el curso viven y estudian deportistas, es de la Generalitat. Las mujeres que viajan con hijos o los menores que lo hacen solos, serán alojados en equipamientos de Barcelona.

El teniente de alcalde de Derechos de Ciudadanía del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Asens, ha revelado esta misma mañana que ayer fue informado de que finalmente el permiso humanitario que recibirán los migrantes será de 30 días y no de 45 como inicialmente había informado el ministerio de Interior.

La alcaldesa, Ada Colau, ha celebrado la llegada de los migrantes, pero ha insistido en su petición de que la política de atención a quienes llegan por mar sea estructural, por lo que reclama al Gobierno español que recupere los fondos europeos previstos en la Ley de Extranjería. El gobierno municipal ha colgado en la fachada del ayuntamiento una pancarta donde se puede leer Barcelona, puerto seguro. Por otra parte, activistas de la ONG han escalado el monumento a Colón y han colgado un chaleco gigante en el brazo de la escultura, que señala América. El monumento permanece cerrado al público.

Íñigo Vila ha recordado tres datos que describen la situación: en 2017 llegaron a las costas españolas 24.000 migrantes, en lo que va de 2018, 16.000; y solo en junio 4.867, lo que son ocho veces el Aquarius, que llevaba 630.