Giuseppe Conte ya es primer ministro de Italia

A las 16.08, en el Salón de las Fiestas del Palacio del Quirinal, residencia de papas y monarcas antes ser la sede de la presidencia de la República italiana, un profesor de Derecho Privado a quien nadie en Italia conocía hace solo una semana estampó su firma en el acta que confirma su nombramiento como primer ministro. Giuseppe Conte, que pisó por tercera vez en su vida las moquetas del Palacio, sacó segundos antes de la americana su estilográfica Montblanc, sonrió todo lo que pudo e Italia respiró aliviada después de una semana de infarto. Para quienes votaron a uno de los dos partidos que le propusieron —Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Liga— supone el inicio de una nueva era: la autoproclamada Tercera República. Para el resto, tal y como habían ido las cosas, simplemente podía haber sido peor.

El profesor Conte es oficialmente el primer ministro de Italia número 66 en los últimos 72 años. Pero, posiblemente, serán Luigi Di Maio y Matteo Salvini quienes le dirán de ahora en adelante cómo gobernar. Ambos líderes, que han jurado el cargo junto a los otros 16 ministros, se han reservado las vicepresidencias del Ejecutivo y dos carteras fundamentales para desplegar el esplendor de sus promesas electorales (Interior para el líder de la Lega y Trabajo y Desarrollo Económico para Di Maio). Es complicado pensar que, llegados a este punto —han elegido a los ministros que también han jurado el cargo, colocado a Conte y negociado todo el acuerdo político con Sergio Mattarella—, consientan demasiadas aventuras. Conte, que se subió por primera vez a un coche oficial y abandonó el taxi que le ha llevado a todos lados estos días, tiene la misión de ejecutar el contrato de Gobierno firmado por ambas formaciones populistas. Pero inmediatamente deberá asumir también funciones de representación internacional en las inminentes citas de Italia como el G-7 o la reunión del Consejo de Europa.

Los 18 ministros que acompañarán a Conte, incluido el polémico Paolo Savona —su euroescepticismo bloqueó hasta el último minuto la formación de Gobierno—, que ya había jurado como ministro de Industria hace 25 años en el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi, fueron firmando uno a uno y jurando fidelidad a la Constitución y a la República delante de su presidente, Sergio Mattarella. Savona ocupará finalmente la cartera de Asuntos Europeos y la de Economía irá a parar a Giovanni Tria, rector de una facultad de Económicas y presidente de la Escuela Nacional de Administración. Una figura que ya no inquieta a Mattarella.

Al frente de la cartera de Justicia, como estaba previsto desde el primer minuto que se entablaron las negociaciones, se colocará uno de los hombres más cercanos a Luigi Di Maio, el diputado Alfonso Bonafede. Tendrá que abordar importantes reformas, que comprenderán también una ley de conflicto de intereses que preocupa sobremanera a Silvio Berlusconi. La cartera de Defensa, otra de las áreas de mayor peso, recae en la figura de Elisabetta Trenta (M5S), experta en seguridad y curtida en Irak en trabajos de investigación. El hombre encargado de desmantelar la reforma educativa de Matteo Renzi y proponer un nuevo modelo será Marco Busetti, profesor y ministro vinculado a la Liga.

La incertidumbre que genera una experiencia política sin precedentes en Europa sigue siendo enorme. Pero la grave crisis institucional que ha vivido Italia esta semana se da por congelada con la ceremonia de esta tarde. Los mercados, desconcertados por una caída en la que no se podría atisbar el final, han dado hoy una tregua al país: la Bolsa ha continuado subiendo y la prima de riesgo ha caído a niveles de la semana pasada (220 puntos básicos, 100 menos que el lunes). Las turbulencias de los últimos días han logrado que incluso en la calle, partidarios y detractores del Gobierno populista que está por nacer hayan preferido este final a cualquier otra posibilidad.