2-2. Un clásico y un árbitro

No se jugaban nada nada material el Barcelona y el Madrid, pero parecía que les iba a la vida en el partido del Camp Nou. Fue un clásico a fuego con un árbitro que no tomó una decisión correcta y acabó protagonizando el partido, incapaz de dominar la situación, superado desde que comenzaron las batallas: no vio el pisotón de Bale a Umtiti en la primera mitad y en la segunda parte, no vio la falta de Luis Suárez a Varane en el segundo tanto del Barcelona ni la patada de Jordi Alba a Marcelo, lo que era un penalti clarísimo, que hubiese dado la victoria definitiva al Madrid. No iba a suceder nada en el choque más importante de la Liga española pero sucedió de todo, como no puede ser de otra manera.

Ha habido tantas batallas entre ellos, hay tantas cuentas pendientes, tantas cicatrices que un clásico nunca puede ser un partido más, un trámite antes de las vacaciones para el Barcelona o un test antes de la tercera final para el Madrid. Empezaron tranquilos ambos, marcando un tanto cada uno, dominando el Madrid, con Kroos haciendo daño por el centro del campo. Era un partido más o menos en calma, hasta que empezaron las batallas en diferentes partes del campo: primer Jordi Alba agarrando del cuello a Modric, como aperitivo de lo que vendría después. Sergio Ramos con Luis Suárez, dos tipos que no se callan y cuya bronca involucró a todos ya. El árbitro intentó solucionar cada problema llevándose a los jugadores implicados para que dialogasen y se pidiesen perdón o al menos se calmasen. Pero era un artificio y el colegiado nunca supo identificar el problema ni acertar con sus decisiones. El partido ya estaba caliente. Ramos acusaba a Suárez de tirarse, el uruguayo de haber sido golpeado.

Fue a tanto que en la siguiente jugada, Messi fue a por Ramos, como quien venga a su amigo. Ya no había quien parase la guerra. Bale dejó su huella en el gemelo de Umtiti en una jugada sin peligro, ya fuera del campo y Sergio Roberto, poco después, golpeaba a Marcelo y el colegiado le expulsaba. No había nada en juego, no había emoción. Como si para empezar una guerra hiciera falta algo de eso.

Dominó el Madrid

Las batallas hicieron que el fútbol pasase a segundo plano. Pero fue un partido competido, en serio, no la pantomina que muchos creían. No se escondió nadie en el Barcelona y no reservó nada Zidane. Sorprendió el francés volviendo a una alineación que era habitual antes de que la crisis de invierno cambiase jerarquías y mentalidades en el club blanco: la BBC volvió a jugar junta. Podía ser que con ese equipo, el Madrid planteara un partido a la contra, esperando al Barcelona. Sin embargo, fue todo lo contrario. Tuvo el balón y tuvo al equipo local dominado. Kroos y después Modric ganaron la batalla a Busquets, a veces impulsivo y a Rakitic y gran parte de la primera parte se disputó hacia Ter Stegen.

Presión alta

Además, el Madrid ensayaba una presión alta que no siempre le da buenos resultados porque es un equipo poco acostumbrado a hacerlo. Funcionó casi siempre bien e impidió jugar al Barcelona, obligado a jugar casi siempre en largo. Algo así hizo en el partido de ida en el Bernabéu, pero con una diferencia: en ese choque, el conjunto blanco, quizá por la presencia de Kovacic parecía convencido que sólo al 120 por ciento sería capaz de igualar al rival. En el Camp Nou, fue un conjunto más sereno, más confiado en sus posibilidades. Presionaba no como necesidad sino porque consideró que era la mejor manera de hacer daño. La única vez que falló fue el gol del Barcelona. Empató rápido el Madrid.

El árbitro

Luego el árbitro marcó todo: expulsó a Sergi Roberto, pero en la segunda parte sus decisiones hicieron que el Barcelona no se sintiera en desventaja. Con inferioridad, Suárez hizo una falta a Varane para poner a Messi el segundo tanto. Eso puso ansioso al Madrid, sin Ronaldo, cambiado en el descanso por un golpe en el tanto que metió.

No consiguió controlar los nervios el equipo blanco durante muchos minutos, los peores del partido, pese a que tenían que tener ventaja. Les podía el ansia, todos querían ir ganar sin contar con los demás y hasta que no pasaron los minutos y sacó Zidane a Lucas Vázquez de lateral derecho no encontró el equipo el ritmo bueno, el que había tenido antes del descanso y con el que fue superior al rival.

Cuando se olvidó de la jugada de Suárez, volvió a atacar con sentido, haciendo el campo amplio y jugando Bale más liberado. Es mejor el galés cuando no tiene a nadie con más jerarquía que él en el ataque. Metió un golazo llegando desde atrás y enfiló al conjunto blanco hacia la victoria. No vio el penalti a Marcelo el colegiado, mientra Messi amenazaba a la contra y el Madrid lo intentaba sin acierto. Fue un partido agónico, erróneo, brillante. Con nada en juego.