«Soy gitano 100% y futuro abogado»

«De pequeño quería ser abogado, porque me gustaba el personaje del tío Phil en la serie ‘El Príncipe de Bel Air’. Luego quería ser cirujano, pero descubrí que tenía miedo a la sangre. Después quise estudiar Historia. En el Bachillerato dudaba entre Políticas y Derecho. Y ahora estoy estudiando 2º de Derecho en la Universidad de Zaragoza. Quiero ser abogado y en el futuro dedicarme a la política para defender los derechos del pueblo gitano y de todos los colectivos vulnerables«, asegura Luis Miguel Díaz, de 21 años, que se define como «gitano 100%», del barrio de Torrero de Zaragoza, el único en su familia con estudios.

Menos del 1% de los gitanos llega a la universidad. La mayoría no acaba la ESO. Pero las cosas están cambiando en el colectivo, que cada vez está más concienciado sobre la importancia de la educación. Una muestra es el proyecto Campus Rom, una iniciativa que está empezando en Zaragoza para visibilizar e impulsar la presencia de gitanos en la universidad.

«En Aragón apenas somos una veintena de gitanos titulados universitarios o cursando sus estudios en la universidad. Queremos unirnos, hacer red y visibilizar estas historias educativas de éxito. Queremos que los niños gitanos tengan referentes y las familias valoren la importancia de la educación», afirma José Antonio Jiménez Giménez, policía nacional y graduado en Trabajo Social. Él es junto con Luis Miguel uno de los impulsores de Campus Rom en Aragón, un proyecto que sigue los pasos de una iniciativa similar en Cataluña.

Este miércoles Campus Rom se presenta en el Centro de Historias de Zaragoza, a las 9.30, ante unos 130 niños de 4º, 5º y 6º de primaria del colegio Tenerías, además de familias y representantes sociales y políticos. En el acto, organizado por Campus Rom y la asociación de padres y madres del colegio, contarán sus experiencias varios gitanos universitarios: Luis Miguel Díaz, José Antonio Jiménez, una maestra, un ingeniero, una trabajadora social y un técnico en mediación.

Luis Miguel, el mayor de cuatro hermanos, estudió en el colegio Domingo Miral y en el instituto Miguel Servet. Sus padres no tienen el Graduado Escolar pero siempre le han apoyado mucho para que estudiara. «Repetí 3º de la ESO, estaba en una época rebelde y quería dejar los estudios. En casa me dijeron que al menos terminara la ESO. Fui a clases de refuerzo en la Fundación Secretariado Gitano, me saqué la ESO y decidí seguir», cuenta.

Su madre ha trabajado en la limpieza y la venta ambulante. Su padre, que es diácono evangélico y un gran lector, ha trabajado haciendo reformas y recogiendo chatarra. A Luis Miguel le gusta mucho hablar con él de filosofía o ver juntos documentales de historia. Sus padres están ahora en el paro, y Luis Miguel se plantea buscar un trabajo de fin de semana para poder ayudar económicamente en casa. El año pasado trabajó como mediador social en un programa del IASS.

«Ahora que he llegado a la universidad, me siento orgulloso, pero en mi familia y en mi entorno siempre he sido el diferente. Yo era el gitano del instituto y en Derecho solo estamos dos. Me gusta ser un ejemplo para mi comunidad, pero a la vez siento tristeza. No tendría que ser así. Espero que cada vez seamos más», reflexiona Luis Miguel, voluntario en varias asociaciones gitanas. «No me gusta hablar de integración. No creo que los gitanos tengamos que integrarnos, sino aportar a la sociedad desde nuestra vivencia. Yo quiero ser abogado sin perder mi identidad gitana», subraya.

«Yo no he sufrido ninguna discriminación directa por ser gitano. Influye que físicamente no parezco gitano. Pero sí he vivido situaciones incómodas que me han hecho ver que aún quedan muchos prejuicios contra los gitanos. En el Bachillerato un amigo me dijo que si hubiera sabido antes que yo era gitano, no me hubiera hablado. En clase de Derecho Institucional estábamos hablando un día sobre racismo y dije que yo era gitano, y desde entonces hay compañeros que me evitan. ¿Hay que ocultar que eres gitano? Antes, sin darme cuenta, tal vez lo hacía para pasar desapercibido. Ahora lo grito a los cuatro vientos: soy gitano y estoy orgulloso de serlo. Ya no me callo cuando oigo comentarios ofensivos hacia los gitanos», asegura.

Luis Miguel quiere terminar Derecho. Después valora intentar las oposiciones a funcionario de la UE o hacer el máster de abogacía. «Si tuviera dinero, dedicaría toda mi vida al estudio. Me gusta mucho aprender», subraya.