El Real Zaragoza vuelve a ganar en La Romareda y toma velocidad hacia la zona noble

Prosigue la excelente racha de resultados del Real Zaragoza tras tumbar en La Romareda por 2-1 al Oviedo (rival que venía colocado en puestos de promoción de ascenso) y enlazar una dinámica que lo ubica cada vez más cerca de la zona noble de la clasificación, algo que hace solo un mes era una misión lejana en su planteamiento. Tres victorias consecutivas, una serie de 9 de 9 puntos sumados en 15 días, a lo que hay que añadir lo obtenido por los zaragocistas en partidos anteriores, hizo que la afición blanquilla despidiera al equipo con el grito de ¡sí, se puede!, un claro síntoma de la recuperación futbolística y anímica que está viviendo el zaragocismo en las semanas del inicio de 2018.

El primer tiempo discurrió entero en un ritmo bajo de pulsaciones, con el Oviedo pertrechado atrás todo el tiempo, con su defensa de cinco hombres hermética y poco móvil, y con un Real Zaragoza que, pese a tener el balón mucho más tiempo en su poder, apenas encontró resquicios por los que sorprender al portero Herrero, que no sufrió casi nada. En el primer cuarto de hora, de hecho, no pasó absolutamente nada. Tanteo, minutos de miradas a los ojos de unos y otros, escasas combinaciones de más de cuatro pases y la consigna mental de no ceder ni un milímetro de marcajes ni un balón peligroso en ningún punto del terreno de juego.

De repente, el equipo de Natxo sintonizó una buena onda entre el minuto 17 y el 19 y logró tres remates consecutivos que parecieron impulsar al partido hacia otra dimensión. Zapater, de cabeza en el segundo palo, cabeceó alto por muy poco en parábola un centro de una falta lateral de Eguaras. Enseguida, en la mejor acción atacante blanquilla, una contra llevada por Borja Iglesias, concluyó con un pase largo a Pombo en el área, cuyo remate lo rechazó Herrero y, en el balón muerto a tres metros de la raya, Febas no logró remachar y Carlos Hernández despejó el peligro. En la siguiente acción, Raúl Guti probó fortuna desde la corona del área y su disparo raso lo atrapó Herrero abajo sin problemas.

Lejos de significar el despertar zaragocista, esta serie corta pero intensa de intentos ofensivos se quedó ahí. No tuvo continuidad. Al contrario, de la espesura general, repleta de faltas hacia un lado y otro que el árbitro, Vicandi Garrido, señaló con un criterio dispar que provocó varias protestas de la nutrida grada de La Romareda, surgió el único contragolpe peligroso de los ovetenses. En un robo de balón en la medular, Aarón Ñíguez entró en vertical hacia el área local y su disparo raso y cruzado, que iba dentro, lo sacó con las yemas de los dedos Cristian Álvarez a córner. Era el minuto 24 y en ese punto se acabaron las ocasiones de gol hasta el descanso.

Todo fueron escarceos, mayormente del Real Zaragoza, pero sin culminación positiva en ninguna de las dos áreas por la falta de tino en los últimos pases o en la decisión de los protagonistas en tirar a puerta. Ahí, Borja Iglesias estuvo cegado. Pombo, impreciso. Febas, nublado. En el otro bando, Linares, torpe. Saúl Berjón, demasiado individualista. Aarón, sin inspiración en un par de balones que le llegaron con veneno, uno tras una melé en el área después de una falta lateral peligrosa que salvó la zaga blanquilla como pudo tras varios despejes. El doble pivote asturiano, Rocha-Folch, con poco apoyo de sus laterales, Johannesson y Mossa, fue superado siempre por Eguaras, Guti, Zapater y los apoyos de Febas, tanto por fútbol como por superioridad numérica, pero los zaragocistas no supieron sacar provecho de ese factor favorable permanente.

El 0-0, tanto para Natxo como, especialmente, para Anquela, parecía un seguro de vida. Un mínimo a conservar si no llegaba una llama divina del cielo para iluminar un gol aislado. Resultó cansino el primer periodo. Feo, pesado. El Zaragoza manejó la pelota en la media, abrió a bandas con frecuencia, pero nunca hilvanó nada potable de tres cuartos de campo en adelante. El Oviedo, metido en su cueva, salió mucho menos de los esperado hacia el ataque. Un día más, el enésimo, todo quedó abierto para un segundo periodo donde cualquier cosa que viniera iba a ser bienvenida en las tribunas.

Tras el intermedio, sin cambios en ninguno de los equipo, el Real Zaragoza bordeó el gol en la primera jugada, sin romper aún a sudar de nuevo. Una penetración personal de Borja Iglesias por la derecha acabó con un centro atrás que Christian Fernández, uno de los tres centrales, estuvo en un tris de meter en su propia portería. A partir de ahí, el Oviedo salió más suelto hacia arriba. Anquela hizo su efecto. Los verdes (así vistieron) manejaron más la pelota y al Zaragoza le costó más encontrar al compañero. Hubo 10 minutos de cierta zozobra en la zaga aragonesa ante el momento de presión visitante. Cristian Álvarez tuvo que parar, en dos veces, un cabezazo del referido Chistian Fernández tras un córner, esta vez en la portería adecuada.

El equipo zaragocista reaccionó, primero a balón parado, en una espuela de Pombo en un saque de esquina de Eguaras que se marchó por encima del larguero en el 62, y después en una gran jugada del mismo Pombo, tras dos quiebros en velocidad, que concluyó con un chut duro en el área que rechazó bajo palos Herrero y, a continuación, no pudo embocar Febas. En ese ir y venir de lado a lado, el Real Zaragoza encontró el duende de la victoria. Fue un doble golpeo en apenas 5 minutos, con dos goles definitivos que hicieron justicia a su insistencia, a su trabajo pausado pero firme sobre la pizarra. Fue salir Buff, como el día del Lugo, y revolucionar las acciones ofensivas del equipo.

En el 68,Borja Iglesias movió el marcador con un golazo de bandera. Eguaras lanzó un pase filtrado vertical, Buff le dio continuidad al área a la primera con un lujo de toque ladeado, Borja la recogió de espaldas, se revolvió a su estilo y, solo ante Herrero, la colocó por alto en la red. Y en el 73, aún con el gas subido del precioso tanto de Iglesias, otro balón de Buff para Pombo en el área provocó un lío entre los defensores visitantes y Carlos Hernández terminó por meterse el balón en su marco. La grada estalló en una alegría inmensa, como en los mejores días. El trabado partido se había roto a favor en un día clave para impulsar al equipo hacia arriba, prolongar su racha positiva de la segunda vuelta… y todo pintaba brillante y perfecto.

Anquela sacó al campo a Toché, Fabbrini y Yeboah, toda su dinamita oculta en el banquillo. Natxo, tras el revulsivo de Buff y con el aire de cola por el marcador, relevó al siempre efectivo Zapater por Ros, que acabaría rompiéndose en pocos minutos, para dar paso a Mikel González, como en Tarragona, para restar atrás las esperadas ofensivas finales de los astures. Entre unas cosas y otras, el duelo se fue acercando al final, momento en el que el Oviedo, casi sin tiempo, anotó el 2-1 tras un mal despeje por alto de Lasure que Carlos Hernández, para redimirse inútilmente de su error anterior, colocó en la escuadra de Cristian Álvarez con un remate con la derecha a bocajarro. Fue justo después de que Borja Iglesias tuviera en sus botas el 3-0 tras un pase atrás en el área de Pombo, pero no encontró portería.

Quedaban los 3 minutos del aumento, que, obviamente, llenaron de nervios el estadio. Pero el Zaragoza sujetó bien la situación y se llegó al final con un nuevo triunfo como locales de los blanquillos que siguen sumando puntos a capazos para dejar ya olvidado el retrovisor y mirar solo hacia delante en su resta de distancias sobre la zona noble de la clasificación. Es una realidad que el equipo de Natxo le ha dado la vuelta a las velas y que, desde enero, sabe navegar con solvencia con todo tipo de vientos.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Benito, Grippo, Perone, Lasure; Eguaras, Zapater (Javi Ros, 75), Raúl Guti, Febas (Buff, 65); Pombo y Borja Iglesias.

Real Oviedo: Herrero; Johannesson, Carlos Hernández, Forlín (Yeboah, 77), Christian Fernández, Mossa; Rocha, Folch; Aarón Ñíguez (Toché, 69), Linares (Fabbrini, 77) y Saúl Berjón.

Árbitro: Vicandi Garrido (Comité Vasco). Expulsó a Saúl Berjón, por doble amarilla (56 y 91). Amonestó a Buff (75) y Toché (90).

Goles: 1-0, min. 68: Borja Iglesias. 2-0, min. 73: Carlos Hernández, en propia puerta. 2-1, min. 89, Carlos Hernández.

Incidencias: Tarde soleada en Zaragoza, con 12 grados y ambiente fresco. El césped de La Romareda presentó un aspecto aceptable. En las gradas, en un horario diurno más aceptable de lo que ha sido normal durante lo que va de temporada, hubo alrededor de 27.000 espectadores, la mejor entrada del curso. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Luis Cid ‘Carriega’, entrenador del Real Zaragoza de Los Zaraguayos en los años 70, y del ertzaina Inocencio Alonso, ambos fallecidos recientemente, éste último en los incidentes de San Mamés el pasado jueves en Bilbao.