Anuncio de la décima plaga e institución de la Pascua

Dios dijo a Moisés: “Todavía enviaré una plaga al faraón y a Egipto, tras la cual os dejará partir; más aún, no sólo os dejará partir, sino que incluso os expulsará definitivamente de aquí. Habla al pueblo y que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, objetos de plata y objetos de oro.” Dios hizo que el pueblo se ganase el favor de los egipcios. Moisés gozaba de gran consideración en el país de Egipto a los ojos de los servidores del faraón y a los ojos del pueblo.

Moisés dijo. “Así dice Dios: A media noche yo pasaré por medio de Egipto. Morirán en el país de Egipto todos los primogénitos: desde el primogénito del faraón, que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la esclava, que se ocupa del molino, y todos los primogénitos del ganado. Y habrá en el país de Egipto alaridos tales cual nunca los ha habido ni los habrá. Pero entre los israelitas no ladrará ni un perro, ni a los hombres ni a las bestias, para que sepáis que Dios distingue entre Egipto e Israel. Entonces vendrán a mí todos estos siervos tuyos y, postrados ante mí, me suplicarán: Sal con todo el pueblo que te sigue. Entonces saldré.” Y, ardiendo en cólera, salió de la presencia del faraón.

Dios dijo a Moisés: “El faraón no os hará caso, para que se multipliquen mis prodigios en el país de Egipto.” Moisés y Aarón realizaron todos estos prodigios ente el faraón; pero Dios hizo que el faraón se obstinara y no dejara salir de su país a los israelitas.

Institución de la Pascua

Dios dijo a Moisés y a Aarón en el país de Egipto: “Este mes será para vosotros el primeo de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la comunidad de Israel: El día diez de este mes cada uno tomará una res por familia, una res por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comer la res, que la comparta con el vecino más próximo, teniendo en cuenta el número de personas y la ración que cada cual pueda comer. Será una res sin defecto, macho, de un año. La escogeréis entre los corderos o los cabritos. La guardaréis hasta el día catorce de este mes; y, congregada toda la comunidad de Israel, la inmolará al atardecer. Tomaréis luego la sangre y untaréis las dos jambas y el dintel de las casas donde la comáis. Esa noche comeréis la carne. La comeréis asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas. No comeréis de ella nada crudo ni cocido, sino asado al fuego con su cabeza, patas y vísceras.

No dejaréis nada hasta la mañana; pero si sobra algo, al amanecer lo quemaréis. La comeréis así: con la cintura ceñida, los pies calzados y el bastón en la mano; y la comeréis deprisa. Es la Pascua de Dios. Esa noche yo pasaré por el país de Egipto y mataré a todos los primogénitos del país de Egipto, de los hombres y de los animales, y haré justicia con todos los dioses de Egipto. Este día será memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta a Dios; de generación en generación como ley perpetua, lo festejaréis.”

“Durante siete días comeréis ázimos; desde el primer día retiraréis de vuestras casas la levadura. El que coma pan fermentado, cualquiera de esos siete días, será cercenado de Israel. El primer día tendréis una asamblea santa y el día séptimo tendéis otra asamblea santa. En esos días no haréis trabajo alguno, salvo la comida para cada uno. Esto es lo único que podréis hacer. Guardaréis la fiesta de los Ázimos, porque ese mismo día saqué yo vuestros ejércitos del país de Egipto. Guardad ese día, de generación en generación, como ley perpetua. Comeréis ázimos en el mes primero, desde el día catorce por la tarde hasta el día veintiuno por la tarde. Durante siete días no habrá levadura en vuestras casas. El que coma algo fermentado, sea forastero o indígena, será cercenado de la comunidad de Israel. No comeréis nada fermentado; en todo lugar donde habitéis, comeréis ázimos.

Moisés llamó a todos los ancianos de Israel y les dijo: “Escogeos una res por familia e inmolad la pascua. Tomad un manojo de Hisopo, mojadlo en la sangre del recipiente y untad el dintel y las dos jambas con la sangre del recipiente; y ninguno de vosotros saldrá por la puerta de su casa hasta la mañana.

Dios pasará para herir a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Dios pasará de largo por aquella puerta y no permitirá al Exterminador entrar en vuestras casas para herir. Observad todo esto como ley perpetua para vosotros y para vuestros hijos. Cuando entréis en la tierra que Dios os dará, como prometió, observaréis este rito. Y cuando vuestros hijos os pregunten: ¿Qué significa este rito para vosotros?, responderéis: ‘Es el sacrificio de la Pascua de Dios, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto hiriendo a los egipcios y preservando nuestras casas.’ Entonces el pueblo se inclinó y se postró. Los israelitas fueron e hicieron como Dios había mandado a Moisés y a Aarón; así lo hicieron.