Los cambios vuelven a revolucionar al Real Madrid

El Madrid volvió a encontrar esa otra cara de sí mismo que parecía perdida. Los minutos de Morata, la épica, el 93… Estaba sufriendo el Madrid más que nunca pero tenía lo que no tenía o no quiso probar Emery: alternativas en el banquillo. Agotado el juego del equipo, secos Isco y Casemiro, y sin noticias de Benzema, aún podía intentar otra cosa con Bale, Asensio y Lucas. De ellos sacó el Madrid otra velocidad y dio un vuelco a la eliminatoria. Y se puede concretar: el partido lo cambió Asensio.

Zidane salió con el equipo que ganó en Cardiff y no con lo que nos han estado diciendo que era su idea (el 4-3-3). Eso era conservador (control de Casemiro e Isco) y cabezón (Benzema).

Emery arriesgó colocando a Lo Celso de director del juego. Estuvo tembloroso y fue decisivo para mal. No le ayudó Verratti, que no hace un partido bueno en el Bernabéu.

Se culpará de todo a Emery. Pero ha sufrido lo que sufrió antes Guardiola con el Bayern, la excepcionalidad de Barça y Madrid. Estuvo valiente al principio, casi temerario en el once y temeroso luego al quitar a Cavani.

El Madrid salió a hacer una desacostumbrada presión de vietcong a la que el PSG respondía con temblor en la media pero también con balones a Neymar y con contras muy rápidas en las que con dos toques se plantaban en el área rival. Eso fue alargando al Madrid: presión loca, pero la defensa se aculaba.

De modo que la presión ya no era la mismo, y comenzó a ser Isco el gran argumento. Bajó a por la pelota y se movió por todo el campo.

Neymar era el recurso fundamental del PSG desde el principio. Se fue cuando quiso de Nacho y gracias a las magníficas ayudas de Casemiro no hubo un destrozo mayor. Se puede decir que dirige el juego de su equipo desde el extremo. Dirán que es individualista, pero no es del todo justo. Es valiente y asume la responsabilidad. Es casi Messi. En el 25 se la iba a dejar por fin a Mbappé pero se resbaló, y en la respuesta el Madrid tuvo su mejor ocasión: pase de Marcelo para Cristiano y parada con la cara de Areola.

Lo mejor del Madrid había llegado a la contra.

Porque el juego del Madrid se espesó, como se lleva espesando todo el año. Muy mal en la salida inicial de la pelota. Mal Varane y mal Ramos. Y contención en los laterales. La delantera del PSG tiraba de ellos hacia la defensa y los espacios para Nacho, que parecían concesiones francesas, los trataba de explotar Modric, sin suerte, sin explosión.

El PSG parecía algo desubicado, no muy cómodo, y tembloroso en su media, pero la delantera es tan buena que arrastraba al equipo. Cada vez que Neymar o Mbappé la tenían pasaba algo. Así, en el 32 llegó el 0-1: Mbappé se va de Marcelo, centra un balón que Nacho cede a Rabiot, seguido solo por las miradas de Modric y Casemiro. ¿Cuántas veces lo hemos visto esta temporada? Contra la superstición habitual, la transformación del Madrid en Champions no es completa.

Neymar llegó mucho, pero el gol vino por donde Mbappé, que tiene expresión de genio del jazz, tiene cara de saxofonista.

Cavani pudo marcar el 0-2 tras otra genialidad de Neymar y la respuesta con coraje del Madrid encontró la fortuna de un penalti dudoso y sobre todo absurdo del inexperto Lo Celso. Kroos le ganó el sitio y aprovechó una mano para desfallecer. Cristiano no iba a fallar y marcó su gol 100 con el Madrid en la competición.

La segunda parte se inició con una parada milagrosa de Keylor a Mbappé tras una jugada en tres toques. La contra del PSG era temible y el miedo fue retrasando la defensa del Madrid, cuya presión se deshacía como se esfuma una niebla. Al poco, el equipo ya era largo, deslavazado, con dificultades para la combinación. Rabiot tuvo una ocasión en el 53, con más que posible penalti de Ramos. La defensa tenía problemas inenarrables.

A partir de ahí, el partido entró en una fase de poco acierto. Isco ayudó con una participación constante.

El peligro era francés, pero el Madrid tenía más solidez.

Por eso Emery quitó a Cavani y se puso en un 4-4-2, pues los temblores de Lo Celso le tenían al borde del desastre. Fue su primera decisión conservadora de la jornada. Liberaba a Alves, pero se quedaba sin colmillo. Tuvo mala suerte porque Mbappé y Alves no remataron por centímetros un centro de Yuri.

Zidane introdujo a Bale en el lugar de Benzema. No había nada estructural en el cambio. En realidad, era un cambio persolista y político.

Neymar cruzaba solo el campo. Solo su querencia a pensarse el pase una milésima más de lo necesario salvó al Madrid.

Isco desapareció en esos minutos y el partido (el balón) se lo fue quedando el PSG, que llegaba ya de otra manera.

Zidane reaccionó con Lucas y Asensio, es decir, como de costumbre. El Madrid iba a tener diez minutos de velocidad en las bandas. Ellos habían sido los mejores ante la Real y, efectivamente, cambiaron el equipo. Una jugada de Asensio acabó en remate inverosímil de Cristiano. 101 goles. No sería lo último de Asensio: le dio un pase excelente a Marcelo para el 3-1. El Madrid, revolucionado por él, salía más vivo de lo que nunca había estado en el partido. Enfrente, una gran delantera, pero un equipo aun por cuajar. En el rostro de Emery asomó un infierno parecido al de meses atrás en el Camp Nou.