El líder del PP apremia a Inés Arrimadas a dar la alternativa en Cataluña: «Puede y debe»

Mariano Rajoy incrementó ayer la presión sobre la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, al afirmar que «puede y debe» intentar una investidura alternativa en el Parlament. El presidente del Gobierno se sumó en el Foro ABC a las voces que reclaman a la candidata que haga «útil» su victoria en las elecciones del 21-D y mueva ficha en el endiablado tablero político catalán. El PP, fagocitado por Ciudadanos en Cataluña, insiste en que aunque no cuenten con apoyos suficientes en el Parlament, Arrimadas debe asumir la iniciativa aprovechando la parálisis en el bloque independentista, dividido. El Gobierno y Génova consideran que si Arrimadas presenta su candidatura movería el reloj del presidente del Parlament, que ha aplazado «sine die» el arranque de la legislatura. Si no, advirtió el jefe del Ejecutivo, defraudará la confianza del voto constitucionalista, centrifugado en ella a costa del PP, sobre todo, y del PSC.

Victoria estéril

En su discurso previo al almuerzo en el Casino de Madrid, Rajoy censuró la estrategia de bloqueo y despiste a la que juega el independentismo. «Cada vez son más los catalanes que se preguntan cuánto tiempo se puede mantener a una comunidad autónoma sometida a la voluntad y los vaivenes de una sola persona», dijo sobre el expresidente prófugo, al que acostumbra a no citar por su nombre, dándole por caducado. «Está en manos del nuevo Parlamento catalán elegir, de una forma normal, a un presidente normal. Algo tan sencillo como un candidato que pueda estar presente en su propia investidura», aseguró en el foro patrocinado por Deloitte y Ferrovial. «Un presidente que no esté incurso en procedimientos judiciales», añadió para, acto seguido, apostar por Arrimadas. «Comprendo que otros muchos no entiendan que no se presente una alternativa constitucionalista a la situación actual. Se puede y se debe», proclamó recordándole que hará estéril su victoria electoral habiendo sido la esperanza de una mayoría no nacionalista.

Rajoy dio así por buena la estrategia de presión del PP, que acusa a Arrimadas de ser una «estatua de sal» y a Ciudadanos de tener vértigo a gobernar. Como gran damnificado por la victoria de Ciudadanos, azuzó a los de Rivera para que dejen de adorar su medalla de oro en las urnas y reaccione, eludiendo que el independentismo sigue teniendo la mayoría absoluta.

Pese a las incertidumbres que nublan el futuro próximo de Cataluña, Rajoy lanzó un mensaje de «tranquilidad» y enfatizó que el Gobierno mantendrá el 155 de la Constitución mientras no haya nuevo Govern. Incluso contempló la opción de que se repitan las elecciones si el independentismo «no encuentra» candidato. «Cataluña no va a estar sin gobierno porque el 155 es la garantía de que se siguen atendiendo los servicios y necesidades reales de los catalanes», afirmó dejando claro que su «deseo» es devolver cuanto antes el autogobierno a Cataluña.

El relato que hizo el presidente del Gobierno durante el coloquio dirigido por el director de ABC, Bieito Rubido, huye de la visión más agorera. Al revés. El presidente cree que la respuesta del Estado, encabezada por el discurso del Rey el día 3 de octubre, y seguida por el resto de instituciones, los partidos nacionales y una mayoría de los medios de comunicación, deja lecciones positivas para la democracia española. «Hay un buen mensaje, el del 155. Que la nación española tiene instrumentos para defenderse cuando es atacada. Y Gobiernos que son capaces de utilizar esos instrumentos», dijo atribuyéndose el mérito de haber activado por primera vez el antes inexplorado precepto constitucional.

A la pregunta de si el Gobierno aplicó demasiado tarde el 155 en Cataluña, Rajoy respondió que mejor hubiera sido activarlo inmediatamente después de la ruptura de la legalidad votada en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre, pero que ni PSOE ni Ciudadanos le apoyaban entonces. Tuvo que esperar a Sánchez y a Rivera, que solo reaccionaron tras el referéndum ilegal del 1 de octubre. También tuvo que razonar bien su decisión de cesar al Govern y convocar elecciones ante sus socios europeos, conscientes de que «no tenía precedentes» en la UE.

Rajoy explicó que su intención fue someter al control del Gobierno también a TV3, que ha actuado como órgano de propaganda del independentismo a costa del erario público. Pero el PSOE condicionó su apoyo al 155 en el Senado a dejar fuera a la televisión catalana, limitando la intervención a la hacienda de la Generalitat, la seguridad (Mossos) y las embajadas. «De cuatro objetivos conseguí tres. Es la demostración inequívoca de que el presidente del Gobierno no lo puede todo», dijo anteponiendo la unidad de los partidos PP, PSOE y Cs ante el desafío planteado.

Sánchez, Rivera y el PNV

Por esa razón, Rajoy consideró «terrible» que Albert Rivera haya roto ahora el consenso y ataque al Gobierno a cuenta del referéndum ilegal. El día antes, el líder de Cs amagó con pedir dimisiones al Gobierno si se confirma que la Generalitat pudo falsear facturas con las que costearon el 1-O y que escaparon al control de Hacienda. «El Gobierno de España no se dedica a dar dinero para que se haga un referéndum como este», aseveró. Sin ocultar su irritación ante Rivera, señaló que si hubiera «fraude» hay que imputárselo a los que violan la ley, no al Estado que trata de defenderse.

El presidente dejó claro que su relación con Rivera, socio de investidura pero rival directo en las urnas, no pasa por su mejor momento, aunque rechazó que esté «en riesgo» la continuidad de la legislatura, haya o no Presupuestos este año. El director de ABC se interesó sobre la temperatura de sus relaciones personales con los líderes de Cs y PSOE. «¿Con quién se tomaría un vino, con Albert Rivera o con Pedro Sánchez?». Rajoy respondió a su manera: «Con el que me llevara el ritmo», soltó entre las risas de los asistentes, incluidos nueve ministros. También fue esquivo al contestar sobre el nuevo plan del PNV para reformar el Estatuto vasco, que incluye el derecho a decidir aunque excluye la consulta independentista. «Las relaciones con el PNV son buenas, son personas que han cumplido sus compromisos», señaló, pero dejó claro que no aceptará que se invoque derechos de soberanía.