Todo el archipiélago, excepto la zona sur de la Tramuntana en Mallorca y Formentera, se encuentra en prealerta por sequía, según datos del Govern. Algunos municipios han tenido que aplicar restricciones, pero el problema persiste
Aunque agosto se quede atrás, con sus extensas jornadas de calor y sus miles de turistas abarrotando las islas Baleares, las consecuencias de estos dos factores perviven en muchos puntos del archipiélago e incluso, muestran ahora su cara más amarga. El agua es uno de los ejemplos más claros y que más impacta en la vida diaria de los vecinos. El pasado viernes, el Ayuntamiento de Sóller (Mallorca, 13.000 habitantes), a través de un bando municipal, decretó una serie de medidas que todos los vecinos debían cumplir para ahorrar agua ante la falta de suministro. El alcalde definió la situación como «nada alentadora» y según adelanta la prensa local, el municipio establecerá durante estos días nuevas medidas más agresivas porque la localidad tiene el abastecimiento garantizado solo para los próximos 10 días.
De momento los vecinos no pueden, entre otras cosas, regar las plantas, lavar su coche, limpiar terrazas, fachadas o calles. Tampoco el propio servicio de limpieza municipal puede emplear agua para dejar la vía pública limpia ni regar zonas deportivas. Ninguna piscina, ni pública ni privada, puede llenarse estos días. Asimismo, se insta a los ciudadanos a que tomen duchas cortas y no utilicen el lavavajillas o la lavadora si no están llenos.
Las medidas, establecidas el pasado 29 de agosto, han generado malestar entre los propios vecinos, quienes a través de las redes sociales se han mostrado críticos con los tiempos del Consistorio. En este sentido, Bartu Miró, portavoz de la plataforma Sos Sóller, sostiene que el Gobierno local ha esperado hasta el último día de agosto para imponer medidas. “Es una completa dejadez para dejar al turista hacer lo que quiera durante todo el verano. La falta de agua es una cosa que ya se sabía y se puede monitorizar, pero no han querido tomar medidas antes de tiempo y ahora nos encontramos en emergencia”, explica Miró.
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Desde la asociación vecinal también lamentan que esas restricciones que se imponen a los vecinos se quedan en un simple aviso para los apartamentos turísticos. «Solo les obligan a informar, pero a nada más. Y de nuevo los locales tenemos que restringir el suministro para que los de fuera vivan en abundancia”, zanja el vecino de Sóller. Ante la falta de unas medidas preventivas, los residentes lamentan que ahora la situación haya llegado al extremo. «Cuando se actúa bajo presión, hay errores. Hace años también estábamos en una situación de emergencia y la extracción de uno de los pozos fue excesiva. Comenzó a entrar agua del mar que saló todo el acuífero. Como consecuencia, se queda inservible durante una década aproximadamente”, señala Miró.
El problema no es exclusivo de esta localidad mallorquina. En la vecina Deià y Fornalutx, también dos pueblos de la sierra de Tramuntana, la situación es similar. Incluso a principios de agosto, el Ayuntamiento de Deià tuvo que restringir el suministro para ciertas zonas, con algunos hoteles incluidos. También en la comarca del Pla de Mallorca el Govern balear tuvo que declarar la emergencia por sequía hace un par de semanas. Y, más allá de esta isla, la situación se replica.
Según señala la administración regional, en julio todo el archipiélago estaba en prealerta por sequía, salvo la zona sur de Tramuntana y Formentera. La situación de prealerta significa que los recursos comienzan a menguar y es necesario tomar algunas medidas de gestión. Sin embargo, pese a que prácticamente toda la autonomía está en esta situación, son pocos los municipios que han tomado cartas en el asunto.
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Las reservas hídricas de Ibiza en el mes de julio -el último dato aportado por la Conselleria de Ciclo de Agua- se estancaron en el 29%, la cifra más baja desde mayo de 2016, cuando se reportó un 28%. También en Menorca las reservas baten récords a la baja: con un 40% de media en los embalses, la isla toca su segundo peor dato, solo por detrás de julio de 2024. En Formentera, donde no hay presas, el Consell trasladó a los vecinos su preocupación por el gasto de agua. En total, según datos de la administración insular, la pequeña de las Pitiusas registra menos de 400 litros de lluvia anuales, por lo que el consumo depende “exclusivamente” de agua desalada. “Es un reto ante el cambio climático y el incremento de la presión turística”, señalan.
Los grupos ecologistas, como Menys Turisme, Més Vida, ponen el foco, más allá de en la falta de lluvias, en el gran consumo que realizan los turistas: “Un informe de la Universidad de las Islas Baleares lo demostró: el 25% del consumo es de los visitantes. Se sabe que es un exceso, y más con la falta que hace aquí el agua, pero no se hace nada. De hecho, las restricciones se suelen aplicar en las zonas menos turísticas y más alejadas del mar”, sostiene Pere Joan, portavoz de Menys Turisme, Més Vida.
Por su parte, la Conselleria asegura que el departamento ha realizado una inversión de 288 millones de euros para llevar a cabo un plan de acción con el que mejorar el suministro y la reserva de agua a partir de la ampliación de desaladoras o la mejora del saneamiento y depuración de la red. Asimismo, desde el Gobierno autonómico aseguran que se han destinado 4,4 millones de euros para fomentar la reutilización del agua y reducir así la presión sobre los acuíferos.










