Entra una nueva variable en el asunto del Valle de los Caídos: el exprior de la abadía, el padre Santiago Cantera, que ayer por la mañana «abandonó temporalmente» el monasterio, como informó El Debate, no lo hizo voluntariamente, sino que fue una imposición. «El hecho de tener que ausentarme de la que es mi comunidad, con la cual la comunión es total y estamos todos unidos, y aunque se me haya impuesto de esta manera violentar mi voto benedictino de estabilidad, es una ocasión de la que Dios se vale para proporcionarme un tiempo de descanso físico y mental y de retiro espiritual que realmente necesitaba y que me hará crecer interiormente y en mi adhesión al Buen Dios de amor y misericordia», ha respondido a las «cientos de personas» –según fuentes cercanas al religioso– que se han interesado por él. A todas ellas ha remitido el mismo texto, ante la imposibilidad de responder personalmente a cada uno. El «voto benedictino de estabilidad» al que se refiere es de suma importancia para los religiosos de esta orden. Cuando profesan sus votos religiosos perpetuos, emiten uno más que les liga a la abadía a la que ingresaron. Por eso, los benedictinos saben que, salvo causa de fuerza mayor o por obediencia, están destinados a morir en el monasterio en el que hacen sus votos religiosos. Rafael Pascual en la redacción de El Debate Entrevista al carmelita y escritor Rafael Pascual «San Agustín llamaba ‘perros mudos’ a los pastores de la Iglesia que no defendían la verdad» Álex Navajas El exprior se refiere por segunda vez en su mensaje a la imposición de esta decisión: «Agradezco de corazón el apoyo, la cercanía, el afecto y las oraciones de todas aquellas personas que me están mostrando su dolor por esta situación. Aunque todo esto que estoy viviendo con mi comunidad nos haya sido impuesto, lo acogemos con mirada sobrenatural y con la paz que el mundo no es capaz de dar, sino que sólo Dios puede proporcionar». «Pido, por tanto, a las personas que desean verme o ponerse en contacto conmigo, que respeten el retiro y la paz que necesito durante un tiempo y, más adelante, ya tendremos ocasión de encontrarnos de nuevo. A todas las encomiendo en mis oraciones y estamos unidos en los Corazones de Jesús y de María», concluye el fraile benedictino. ¿Quién se lo ha impuesto? La pregunta que surge inmediatamente es obvia: ¿quién le ha impuesto su salida de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos? El padre Cantera no da pistas sobre ello. ¿Ha sido el abad de Solesmes (Francia), Geoffroy Kemlin, de quien depende el cenobio español? Él mismo afirmó, el pasado 21 de marzo, que, «como Abad Presidente, respeto la legítima autonomía de la comunidad», según precisó a Europa Press. Monseñor Munilla Monseñor Munilla: «Santiago Cantera ha dado a España la lección moral que necesitaba» Álex Navajas ¿Serían entonces los obispos españoles? El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Francisco César García Magán, explicó la semana pasada que las condiciones iniciales que había impuesto el Gobierno en su plan para «resignificar» el Valle pasaba por «la desacralización de la basílica y la expulsión de la comunidad benedictina», pero que la Iglesia habría logrado calmar esas pretensiones. Supuestamente, no había ningún acuerdo o cesión más. Además, monseñor José Ignacio Munilla alabó al padre Cantera y reconoció que «el Gobierno pedía su cabeza. Y él ha dado un paso a un lado, voluntariamente, de forma temporal, en medio de esa negociación en la que se pedía que los monjes fuesen expulsados». ¿Fue, por tanto, «voluntariamente» o hay que hacer caso al mensaje del exprior donde asegura que «todo esto que estoy viviendo con mi comunidad nos haya sido impuesto»? El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), César García Magán Los obispos reconocen que una de las exigencias del entorno del Gobierno era destruir la Cruz del Valle de los Caídos Álex Navajas Lo único claro, por ahora, es que fray Santiago Cantera permanecerá una temporada fuera del Valle de los Caídos, en otro monasterio del que no ha trascendido ni el nombre ni la ubicación, disfrutando de «un tiempo de descanso físico y mental y de retiro espiritual que realmente necesitaba y que me hará crecer interiormente y en mi adhesión al Buen Dios de amor y misericordia».

Ha enviado un mensaje similar a las cientos de personas que se han interesado por él para agradecerles «de corazón el apoyo, la cercanía, el afecto y las oraciones»

Entra una nueva variable en el asunto del Valle de los Caídos: el exprior de la abadía, el padre Santiago Cantera, que ayer por la mañana «abandonó temporalmente» el monasterio, como informó El Debate, no lo hizo voluntariamente, sino que fue una imposición. «El hecho de tener que ausentarme de la que es mi comunidad, con la cual la comunión es total y estamos todos unidos, y aunque se me haya impuesto de esta manera violentar mi voto benedictino de estabilidad, es una ocasión de la que Dios se vale para proporcionarme un tiempo de descanso físico y mental y de retiro espiritual que realmente necesitaba y que me hará crecer interiormente y en mi adhesión al Buen Dios de amor y misericordia», ha respondido a las «cientos de personas» –según fuentes cercanas al religioso– que se han interesado por él. A todas ellas ha remitido el mismo texto, ante la imposibilidad de responder personalmente a cada uno.

El «voto benedictino de estabilidad» al que se refiere es de suma importancia para los religiosos de esta orden. Cuando profesan sus votos religiosos perpetuos, emiten uno más que les liga a la abadía a la que ingresaron. Por eso, los benedictinos saben que, salvo causa de fuerza mayor o por obediencia, están destinados a morir en el monasterio en el que hacen sus votos religiosos.

El exprior se refiere por segunda vez en su mensaje a la imposición de esta decisión: «Agradezco de corazón el apoyo, la cercanía, el afecto y las oraciones de todas aquellas personas que me están mostrando su dolor por esta situación. Aunque todo esto que estoy viviendo con mi comunidad nos haya sido impuesto, lo acogemos con mirada sobrenatural y con la paz que el mundo no es capaz de dar, sino que sólo Dios puede proporcionar». «Pido, por tanto, a las personas que desean verme o ponerse en contacto conmigo, que respeten el retiro y la paz que necesito durante un tiempo y, más adelante, ya tendremos ocasión de encontrarnos de nuevo. A todas las encomiendo en mis oraciones y estamos unidos en los Corazones de Jesús y de María», concluye el fraile benedictino.

¿Quién se lo ha impuesto?

La pregunta que surge inmediatamente es obvia: ¿quién le ha impuesto su salida de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos? El padre Cantera no da pistas sobre ello. ¿Ha sido el abad de Solesmes (Francia), Geoffroy Kemlin, de quien depende el cenobio español? Él mismo afirmó, el pasado 21 de marzo, que, «como Abad Presidente, respeto la legítima autonomía de la comunidad», según precisó a Europa Press.

¿Serían entonces los obispos españoles? El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Francisco César García Magán, explicó la semana pasada que las condiciones iniciales que había impuesto el Gobierno en su plan para «resignificar» el Valle pasaba por «la desacralización de la basílica y la expulsión de la comunidad benedictina», pero que la Iglesia habría logrado calmar esas pretensiones. Supuestamente, no había ningún acuerdo o cesión más. Además, monseñor José Ignacio Munilla alabó al padre Cantera y reconoció que «el Gobierno pedía su cabeza. Y él ha dado un paso a un ladovoluntariamente, de forma temporal, en medio de esa negociación en la que se pedía que los monjes fuesen expulsados». ¿Fue, por tanto, «voluntariamente» o hay que hacer caso al mensaje del exprior donde asegura que «todo esto que estoy viviendo con mi comunidad nos haya sido impuesto»?

Lo único claro, por ahora, es que fray Santiago Cantera permanecerá una temporada fuera del Valle de los Caídos, en otro monasterio del que no ha trascendido ni el nombre ni la ubicación, disfrutando de «un tiempo de descanso físico y mental y de retiro espiritual que realmente necesitaba y que me hará crecer interiormente y en mi adhesión al Buen Dios de amor y misericordia».