El Papa visita Bélgica, donde la credibilidad de la Iglesia se ha visto socavada por escándalos de abusos, un tema especialmente doloroso en el país. Casos como el del obispo emérito de Brujas, Roger Vangheluwe, aún resuenan en la memoria colectiva
El Papa Francisco ha instado a la Iglesia a asumir «la vergüenza de los abusos» y ha exigido que se resuelva esta situación, lamentando que continúe existiendo esta realidad en las estructuras eclesiásticas.
«Hoy en la Iglesia misma existe este delito, y la Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón y tratar de resolver esta situación con humildad cristiana, y hacer todo para que no vuelva a suceder. Si un abuso es suficiente para avergonzarse, la Iglesia debe pedir perdón por ello. Esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación», afirmó el Pontífice en su primer discurso en el castillo de Laeken, residencia de la familia real belga, durante su primer día de agenda oficial en Bélgica.
El Papa llegó este jueves a la base aérea de Melsbroek, cerca de Bruselas, donde fue recibido por el Rey Felipe de Bélgica y la Reina Matilde. En su intervención, el Papa enfatizó que los abusos son «una lacra que la Iglesia está afrontando con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a los heridos y poniendo en marcha un programa capilar de prevención en todo el mundo».
El primer ministro belga en funciones, Alexander De Croo, también abordó la cuestión de los abusos en su discurso, señalando que «hay que dar pasos concretos» y «escuchar a las víctimas», además de reconocer «las atrocidades» y hacer justicia.
El Papa se encuentra en Bélgica con una Iglesia cuya credibilidad ha sido dañada por los escándalos de abusos, un tema doloroso para el país, donde casos como el del obispo emérito de Brujas, Roger Vangheluwe, siguen resonando. En este país, más del 50 % de los belgas se identifican como católicos, según el último informe anual de la Iglesia en Bélgica, aunque solo el 8,9 % asiste a misa al menos una vez al mes.