ERC, Bildu, el PNV y el BNG instan al Gobierno a plantear un nuevo reparto de los objetivos de déficit y deuda entre el Estado, las comunidades y los ayuntamientos
Pedro Sánchez ha abierto la caja de Pandora. La retirada de la senda de estabilidad de la tramitación parlamentaria -debía votarse este jueves- para lograr un acuerdo con Junts ha provocado un movimiento de todos los socios en cadena.
Los portavoces de ERC, Bildu, el PNV y el BNG han levantado el dedo en las últimas horas para decir que, o al nuevo reparto juegan todos, o no juega ninguno. El más claro en su exposición fue el de Esquerra, Gabriel Rufián: «Empezamos de cero», señaló, a propósito de la negociación con el Gobierno.
Pedro Sánchez se encuentra en la necesidad de encajar de nuevo todas las piezas del mecano. Aun cuando, en el Pleno del 23 de julio, todos sus socios de investidura votaron a favor de esa senda, menos el partido de Carles Puigdemont. Ahora han olido la debilidad y la necesidad del presidente. Ahora el escenario ha cambiado, y tardará en aclararse: desde Nueva York, el presidente reconoció que su Gobierno esperará a que Junts y ERC celebren sus congresos (en octubre y noviembre, respectivamente) antes de presentar una nueva propuesta.
Tanto ERC como Bildu quieren que los nuevos objetivos de déficit y deuda permitan «una mayor capacidad de gasto para los ayuntamientos de todo el Estado», en palabras de la portavoz del partido de Arnaldo Otegi, Mertxe Aizpurua. Ésta recordó al Ejecutivo que necesita los votos de Bildu «y los de todos».
La senda que María Jesús Montero presentó y después retiró cifraba el déficit de todas las administraciones en el 2,7 % para 2025 y el 2,5 % en 2026. El Estado se quedaba la mayor parte y Hacienda concedía dos décimas más de margen fiscal a las comunidades en 2025 y 2026 con respecto a los objetivos vigentes; y una décima más en 2025 y dos más en 2026 a los ayuntamientos.
«Todos queremos más», afirmó el portavoz del BNG en el Congreso, Néstor Rego. Que celebró que Sánchez se haya abierto a «una posición favorable a un reparto más equitativo entre el Estado y las comunidades autónomas y los ayuntamientos» -a la fuerza ahorcan-. Porque, según Rego, en la actualidad es «absolutamente desequilibrado».
Asimismo, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, dio por hecho que el Gobierno tendrá que hacer una «recomposición del reparto» entre el Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. El Gobierno vasco no está afectado por este reparto, que solo incumbe a las comunidades del régimen general, pero sí sus entidades locales. Además, los nacionalistas vascos quieren que el Ejecutivo central convoque cuando antes Comisión Mixta del Concierto para la Comunidad Autónoma del País Vasco y el Convenio para la Comunidad Foral Navarra.
El martes, cuando el Consejo de Ministros retiró la senda, Junts ya anticipó cuál era su pretensión: que el Gobierno asigne a las comunidades, o a Cataluña al menos, un tercio del déficit global de todas las administraciones. Inicialmente, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda torció el gesto, pero la necesidad hace virtud, parafraseando al propio Sánchez.
El problema añadido para el presidente es que este nuevo sudoku traspasa los límites de los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública. Y ya hay una primera concesión a Junts fuera de ellos: este miércoles, el Ministerio de Defensa se abrió a desclasificar los documentos del CNI sobre los atentados de Las Ramblas y Cambrils de agosto de 2017, dando así aire a las teorías conspiranoicas de los independentistas.
Desde Estados Unidos, Sánchez volvió a cargar contra la «enorme hipocresía» del PP, porque sus presidentes regionales están pidiendo más financiación y más recursos económicos y, sin embargo, no exigen al grupo parlamentario popular que apruebe la senda de estabilidad. Además, recordó que el Ejecutivo está ofreciendo a las comunidades 12.000 millones de euros más de financiación.
No obstante, al Ejecutivo se le están agotando la estrategia de culpar al PP. No en vano, implícitamente, esta negociación con Junts es el reconocimiento de que las preferencias de Sánchez pasan por Puigdemont. No por Alberto Núñez Feijóo.