Cádiz 0 – 4 Real Zaragoza

En Cádiz llamó la atención todo el Real Zaragoza, pero especialmente el impacto colosal de Keidi Bare en el equipo. Tiene pulmón, piernas, pase, metros y un espíritu competitivo que lanza al equipo hasta otra dimensión. Su sociedad con Marc Aguado, que jugó un partido brillante, el mejor desde que regresó, funcionó a la perfección.

Ha usado ya el concepto en varias ocasiones. Cada vez que ha querido explicar qué pretendía para el Real Zaragoza este verano, Víctor Fernández ha respondido lo mismo con rotundidad: una reconstrucción masiva. De arriba hasta abajo, en todas las líneas y sin salirse apenas del plan. En Cádiz, de los nueve fichajes de este verano, siete fueron titulares (Femenías, Calero, Bernardo Vital, Tasende, Keidi Bare, Bazdar y Soberón), uno entró en la segunda parte (Aketxe) y el noveno no jugó (Gori).

Por lo tanto, la remodelación de la plantilla ya ha sido profunda, aunque no haya terminado. Víctor Fernández espera seis futbolistas más (dos centrales, un centrocampista y tres atacantes, un punta y dos extremos). Sin ellos, el Real Zaragoza superó ampliamente al Cádiz, un recién descendido con jugadores curtidos en mil batallas, varios con heridas de guerra, en un debut en Liga soñado. Todo salió a pedir de boca.

Con la llegada de las próximas incorporaciones, el equipo será más poderoso, ganará posibilidades, tendrá más recursos e incrementará aún más su nivel para afrontar una temporada larga y para la que el entrenador quiere el mayor número de jugadores diferenciales posible. Que la competencia entre ellos sea feroz y que la condición de titular en el Real Zaragoza llegue por elección y no por eliminación. El club contará con el límite salarial más alto de estos doce años en Segunda y pondrá en manos de su entrenador un arsenal de armas como nunca ha tenido el equipo en esta eterna etapa.

Faltan unos seis fichajes, pero los nueve que Fernández tiene ya a sus órdenes son casi todos de armas tomar. Futbolistas de gran nivel en sus puestos para la categoría, con hambre natural por su juventud o por encontrarse en el mejor momento de sus carreras en edades más tardías, buen pie, físicos consistentes y capacidad para asociarse jugando, un factor prioritario para el técnico.

En Cádiz, todos estuvieron bien, pero llamó la atención la omnipresencia de Keidi Baré y su impacto colosal en el equipo. No estamos solo ante un centrocampista de carácter defensivo sino ante un todoterreno que va a elevar el nivel competitivo del centro del campo del Real Zaragoza a otro nivel. Tiene pulmón y piernas. Y tiene también capacidad de pase en corto, instinto para perfilarse, metros con el balón en los pies y verticalidad.

Su sociedad con Marc Aguado funcionó a la perfección. En la primera parte, el canterano recuperó el fantástico nivel que mostró en el Andorra. Además de un sexto sentido para estar siempre bien colocado posicionalmente, Aguado volvió a ser feliz en contacto con el balón, al que le dio siempre una salida rápida, limpia y precisa. Keidi y Marc se apropiaron del encuentro. A partir de ambos, el fútbol fluyó a ras de suelo hasta desarboar al Cádiz.