El presidente hace repaso de sus primeros doce meses en el Pignatelli con un nuevo Gobierno en minoría y sin apenas referencias a la ultraderecha, protagonista el último mes por su abrupta salida de la coalición
Jorge Azcón llegaba al balance de su primer y trepidante (sic) año de gestión al frente del Gobierno de Aragón con su habitual ánimo, tranquilo pero reivindicativo, en el que lo no dicho no tenía menor importancia que lo que sí afirmaba rotundamente. Doce meses que, tras una retahíla de anuncios –muchos de ellos, es de justicia recordar, heredados del anterior Ejecutivo de Javier Lambán–, se vieron alterados por la espantada de Vox de la coalición, dejando un gobierno popular en solitario que tendrá que sudar la gota gorda para sacar adelante sus propuestas, con la mirada fijada en la negociación de los nuevos presupuestos que no debería tardar en ponerse en marcha.
El acto, celebrado en la ilustre sala Corona de Aragón del Pignatelli, morada del zaragozano desde hace ahora un año –en realidad, un poco menos, pero la celebración se ha adelantado ante lo inusual de las fechas de investidura–, ha sido abierto por Mar Vaquero. Una exposición breve pero que guarda mucho simbolismo, sobre todo tras su ascenso a la única vicepresidencia y su concentración de carteras que la convierten en la absoluta protagonista del nuevo Gobierno de Azcón, con permiso, claro, del propio presidente. «Estos doce meses han pasado con muchísima rapidez», comenzaba diciendo Vaquero, quien miraba al futuro, sin referencia alguna a sus exsocios, haciendo especial hincapié en la «ilusión creciente de los consejeros». Del nuevo, Javier Rincón (Agricultura); de los que ya estaban y ganan peso, véase Octavio López, véase Roberto Bermúdez de Castro, y de ella misma; y de los que, por h o por b, han cambiado de sillón, como Tomasa Hernández o Claudia Pérez Forniés.
Precisamente, esta última, blanco de las críticas de la oposición durante todo el año y también ahora por lo que consideran una suerte de cese encubierto, ha sido una de las protagonistas del discurso de Azcón. No directamente, pero sí en tanto en cuanto su nueva consejería, Ciencia, Universidades y Empleo, ha sido una de las pocas que ha destacado Jorge Azcón. «Solo trabajando en el presente podemos mejorar el futuro», decía el presidente, obviando que su fichaje estrella para Educación dejaba sus labores tras un año en el que la marea verde ha regresado a las calles y con la polémica de Caneto aún latente.
Al respecto de Educación, el líder popular ha puesto en valor el nuevo proceso de escolarización, destacando que ha recibido más un 97% de aprobación por parte de los usuarios. Una cuestión que tampoco ha ido exenta de polémica, y que, por cierto, maneja unas cifras de satisfacción cuasi idénticas a las del sistema anterior.
Recados a Sánchez y Lambán
En cualquier caso, el primer año de Azcón en el despacho central del Pignatelli ha sido, en términos del propio interesado, positivo. «Siempre se pueden hacer las cosas mejor y no me gusta la autocomplacencia, pero creo, sinceramente, que hemos hecho un buen trabajo», aseguraba el presidente, que no ha perdido la oportunidad de atacar al Gobierno central de Pedro Sánchez en cuanto tuvo la oportunidad.
Lo ha hecho, cómo no, por la ley de amnistía y la financiación diferenciada que pide ERC para investir a Salvador Illa, aunque también ha pedido otro tipo de medidas más concretas, como la solicitud «necesaria» de reforzar la capacidad de la red de transporte eléctrico, ahora sobrepasada. Y tampoco ha dudado el presidente en adueñarse como propia la supresión de la ley de memoria democrática, que ha asegurado que no responde a una «cesión a Vox», sino al cumplimiento de su «programa electoral», tanto en Aragón como en España.
Grandes proyectos y unas cuentas en el aire
Jorge Azcón ha señalado tres grandes proyectos que su Ejecutivo tiene definidos y encarados para el futuro. El primero, cómo no, referido a la nueva Romareda, que se espera lista para 2027 o 2028, y que va irremediablemente unido al segundo: la confirmación de Zaragoza como sede para el Mundial 2030, aspiración que hubiese sido «imposible» sin la reforma del estadio. El tercer gran horizonte es el bicentenario de la muerte de Goya, con actos que servirán para saldar una «deuda pendiente» con el aragonés más universal.
Pero, para mirar al futuro, es necesario tener cuentas que lo sustenten. Cuestión que no ha rehuido Azcón, que sabe que tendrá que sudar para aprobar las de 2025 sin el apoyo fijo de Vox. «Respeto a todos los aragoneses, no solo a los que votaron al PP», ha afirmado en respuesta a su exvicepresidente Nolasco, del que espera una oposición «constructiva». Además, ha confirmado que esperan que el techo de gasto supere el 2%, como ha adelantado este diario, y poder tramitar un presupuesto que entre en vigor el próximo 1 de enero.
En cuanto a los hitos, Azcón ha destacado especialmente los que atañen a los tres consejeros que forman su núcleo duro (Vaquero, López y Bermúdez de Castro), desde la atracción de más de 20.000 millones de inversiones externas hasta la fiscalidad «más justa» para escapar del «infierno fiscal» de Javier Lambán, sin olvidarse de los planes de vivienda, con 400 millones anunciados, o de la reciente puesta en marcha del plan extraordinario de carreteras (este lunes denominado como especial), heredado de la anterior consejería de José Luis Soro al que, eso sí, ha olvidado mencionar, como sí ha hecho en otras ocasiones incluso el propio Octavio López.
También ha tenido palabras Azcón para la consejería de Bienestar Social y Familia, loando que su Ejecutivo quiere ser «especialmente sensible con los más vulnerables», para lo cual este Departamento de Carmen Susín ha recibido «el mayor incremento presupuestario que se recuerda». Curiosamente, Susín dirige la consejería que, indirectamente, provocó la huida de Vox tras aceptar el reparto de migrantes menores de Canarias. Al menos, en el relato oficial.
Y en Sanidad, donde José Luis Bancalero mantiene intactas sus competencias tras el maremoto provocado por la ultraderecha, Azcón ha resaltado nuevamente el incremento presupuestario del 10%, que ha unido a esa misma subida en Educación y al 12% de ascenso en Bienestar Social.