Feijóo acorrala a Sánchez por el ‘caso Koldo’: «Lo sabía y lo tapó. La caída de Ábalos le desnuda»

El líder del PP apunta al resto de dirigentes socialistas salpicados por la trama: desde Santos Cerdán, a Francina Armengol, Ángel Víctor Torres y Salvador Illa

Alberto Núñez Feijóo ha entrado este miércoles al Congreso con el colmillo goteando. El líder de la oposición no ha querido, ni mucho, menos dejar pasar la oportunidad de fustigar a Pedro Sánchez con el caso Koldo. Por eso, nada más empezar la sesión de control, el jefe de Génova ha ido directo, «sin rodeos»: «Usted lo sabía y lo tapó. Lo sabía, al menos, desde hacía más de tres años. Cesó a Ábalos por lo que le dijeron que pasaba en el ministerio. Y le aforó por lo que sabía que pasaba en su partido. Esta trama marca la partida de nacimiento de su carrera política. La caída de Ábalos le desnuda, no le protege. ¿Cuál de todas las respuestas que dará el señor Ábalos teme usted?». Todo el Congreso ha estado silencio. Algunas miradas se han escapado hacia el escaño de José Luis Ábalos, vacío.

El presidente, que no ha contestado a la pregunta de su némesis, ha recibido el golpe con una sonrisa impostada y se ha abrazado al repertorio de que el PP es aún más corrupto: «Causa sonrojo que piense que puede sacar tajada política de la corrupción. Usted, viniendo del partido que viene. Este es un gobierno implacable contra la corrupción e incompatible con ella. No la tapa, la combate. Y ofrecemos resortes: una comisión de investigación y la asunción de responsabilidades políticas. Es decir, todo lo contrario de lo que hacen ustedes».

Pero la respuesta se la ha dejado votando a Feijóo, que ha salido convencido de que el presidente del Gobierno estaba al tanto del caso Koldo: «Está claro que lo sabía. No esparza a nadie lo que usted tiene debajo. No venga con el ventilador. El juez investiga a su gobierno y a su partido. Es de usted de quien no se fía el señor Ábalos, porque le conoce. Quieren hacernos creer que a Koldo no le conocía nadie, el ahijado político de su actual secretario de organización. Y le quieren poner un cortafuegos cuando pueden apuntar a más cargos de su partido».

Justo en ese momento, Pedro Sánchez ha tocado aún más fuerte la canción de que el PP está más marcado por la corrupción que nadie y ha vuelto a señalar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por el caso de las mascarillas que afectó a su hermano y que la la Justicia archivó: «Este partido no va a utilizar elementos corruptos de las instituciones del Estado [en referencia a la policía patriótica de Interior]. No vamos a destruir a martillazos las pruebas requeridas por los jueces. Llegamos al gobierno para desterrar la corrupción de la política. ¿Por qué cayó el señor Casado? Por denunciar una trama de corrupción de la presidenta de la Comunidad de Madrid».

Lo cierto es que el pulso de Ábalos a Ferraz tiene al PSOE conmocionado. Los socialistas no salen de su asombro. Lo que ha sucedido con el exsecretario de organización tiene despistado al partido. Se dicen «jodidos», «atónitos», «boquiabiertos». Son muchos los adjetivos que utilizan para comentar la guerra abierta entre el exministro de Transportes y el presidente del Gobierno que ha terminado con el primero en el Grupo Mixto del Congreso y con un expediente de expulsión del partido. El asunto es grave. Y los críticos de Ferraz, como ha hecho el PP, ya señalan al gran culpable: Santos Cerdán: «Lleva tres años riendo las gracias a Ábalos. Pues ahí lo tiene; que lo explique ahora», cuenta a este diario una fuente conocedora de los entresijos del primer núcleo de confianza y decisión de Sánchez.

El ruido empieza a ser cada vez más fuerte. Que Ábalos recale en el Grupo Mixto obedece, en parte, a la incapacidad de Santos Cerdán de llegar con él a un acuerdo fructífero para ambas partes. Es decir, que Ábalos dimitiera para que el partido pudiera salvar la cara y que este lograra una salida honrosa para no terminar su vida política escapando por la puerta de atrás. Fue Santos Cerdán quien estuvo negociando con Ábalos su salida europea después de que el presidente se comprometiera a llevarle en las listas del PSOE al Parlamento Europeo. Pero el estallido del caso Koldo lo hizo saltar todo por los aires. Ahora, el exministro se queda en el Congreso para defender su honor, convencido de que no tiene nada de qué arrepentirse y para obligar a la cúpula de su partido a mirarle a cara.