El presidente del Gobierno consigue la foto con Mohamed VI pero Rabat explota la división en el Gobierno sobre el Sáhara, la ausencia de la Corona y la falta de una política de Estado
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha cumplido el objetivo de su visita relámpago a Marruecos: hacerse la foto con Mohamed VI. Era un paso imprescindible para avanzar en la reconstrucción de las relaciones diplomáticas con nuestro vecino del sur. Imprescindible pero insuficiente.
Marruecos es la gran asignatura pendiente de la política exterior del Gobierno. La monumental crisis del 2021 no ha terminado de cerrarse. Y Rabat sigue explotando a su favor las divisiones en el seno de la coalición del Gobierno sobre el Sáhara, la marginación del rey Felipe VI y la falta de una visión de Estado y la unidad del PSOE y el PP en lo que respecta a Marruecos.
Con todos esos ingredientes, Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, tratan de recoger las piezas del jarrón que se rompió en mil pedazos hace más de dos años. Lo hacen en solitario, sin contar con la Corona, que ha jugado un papel decisivo con Marruecos durante años, y sin el apoyo de sus propios aliados parlamentarios, especialmente en lo que respecta al Sáhara.
Marruecos da largas a Sánchez
Sólo así se explica que un país como Marruecos, que con una palabra de España se vería en problemas con la Unión Europea, se permita mantener cerradas las aduanas de Ceuta y Melilla. Y siga dilatando la reapertura por razones que no acaba de concretar. Se comprometió a reabrirlas en la Reunión de Alto Nivel (RAN) de Rabat hace un año. La próxima RAN debería celebrarse en España (probablemente Madrid) en 2025.
Sánchez tampoco ha conseguido arrancar un compromiso rotundo en su viaje del miércoles. El presidente ha reconocido que por parte española «está todo listo» para que la aduana de Melilla pueda reabrir y la de Ceuta pueda empezar a funcionar, pero por parte marroquí aún quedan cuestiones que resolver, pero en ningún caso obstáculos de carácter político o jurídico. Según ha precisado, el primer ministro marroquí le ha asegurado que «tan pronto» como se resuelvan se dará este paso.
«Espero que pronto podamos ya tener avances significativos en esta cuestión«, ha dicho el presidente del Gobierno.
La inmigración irregular sigue siendo el principal punto de fricción entre ambos países. No es sólo la situación de los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla, que viven una situación de relativa calma desde hace unos meses. La crisis en el aeropuerto de Barajas por una llegada inusual de solicitantes de asilo tuvo su origen en vuelos procedentes de Marruecos en su mayor parte.
Sólo en enero de este año, según fuentes del Ministerio del Interior, se tramitaron casi 1.000 solicitudes, que equivalen a las gestionadas durante los seis primeros meses del 2023. La situación de hacinamiento que se produjo en Barajas recuerdan que cuando Marruecos quiere, sea por mar o aire, puede poner en problemas a España.
España quiere invertir 45.000 millones
Sánchez ha señalado expresamente que para España tanto la hoja de ruta acordada tras su encuentro con Mohamed VI en abril de 2022 como la declaración conjunta tras la cumbre de 2023 «está en vigor y se van a cumplir todos y cada uno de los puntos«.
Con ello, Sánchez quería reafirmar la postura expresada en su carta a Mohamed VI de apoyo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara como «la base más seria, creíble y realista» para solucionar el conflicto, pero sin mencionarlo.
En el comunicado marroquí de la visita, se dice que Sánchez ha reiterado a Mohamed VI la postura española respecto al Sáhara contenida en ambos documentos. Según Rabat, el monarca alauí «ha agradecido a España esta nueva postura constructiva e importante».
Otro de los asuntos abordados es el Mundial del 2030, que coorganizan España, Portugal y Marruecos. El presidente ha hecho especial hincapié en las oportunidades que se abren para las empresas españolas en el marco del proceso de modernización iniciado por Rabat. Y ha anunciado inversiones por valor de 45.000 millones de aquí a 2050 sobre todo en infraestructuras, pero también, por ejemplo, en estadios para el evento.
Nada se ha dicho de la final, que España quiere organizar en Madrid; Marruecos, en Casablanca. La pugna todavía no está resuelta.