De los abucheos a los ‘vivas’ al Rey en Cataluña

Del bronco recibimiento tras los atentados del 17-A, alentado por las entidades independentistas, a la acogida tras la inauguración de la torre Puig en Hospitalet esta semana

El Rey pide respeto a las resoluciones judiciales: «Sin una Justicia independiente, no existiría una comunidad política democrática»

En octubre de 2020, casi un año después de su última visita, el Rey se desplazó hasta Barcelona para asistir a una entrega de premios. Un acto que se celebró en la Estación de Francia, ante la que, aún en plena pandemia, se concentraron medio millar de independentistas para protestar contra su presencia en la ciudad. Esta semana, la Audiencia Provincial ha ratificado la condena de un año de prisión para uno de los manifestantes por coacciones a la decena de monárquicos que acudieron a la cita, con banderas de España y pancartas que mostraban su apoyo a Don Felipe. Fue un individuo quien, «con actitud de intolerancia al diferente», les increpó, abucheó y empujó, al grito de «fuera fascistas y puta España».

Solo unos días antes, a finales de septiembre de aquel año, el Rey había cancelado, por primera vez desde su coronación, su asistencia a la entrega de despachos a los nuevos jueces. Acto que se celebra en la capital catalana y que preside desde que accedió al trono. Lo hizo tras el veto del Gobierno de Pedro Sánchez que, en vísperas de que el Tribunal Supremo pusiese el punto final al mandato de Quim Torra al frente de la Generalitat, al confirmar su inhabilitación, achacó la decisión a «motivos de seguridad.

El rechazo del sector secesionista a la Corona vivió su máximo apogeo tras el discurso extraordinario del Rey

el 3 de octubre de 2017

Aquella fue una época convulsa, en la que los simpatizantes soberanistas tomaban como afrenta la presencia del jefe del Estado en Cataluña. Un rechazo, con altercados callejeros, alentado, en primera instancia, por el propio ‘president’ Torra –cabe recordar su ‘apreteu’ (apretad) a los CDR– y también por las entidades independentistas ANC y Òmnium Cultural, organizadoras de las otrora multitudinarias marchas de la Diada. El rechazo del sector secesionista a la Corona vivió su máximo apogeo tras el discurso extraordinario del Rey el 3 de octubre de 2017 cuando, tras la celebración del referéndum ilegal, defendió no solo la Constitución, sino también el Estatuto de Autonomía ante «el inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas» de la comunidad, por parte de unas autoridades que se situaron «totalmente al margen del derecho y de la democracia».

En 2023, los premios Princesa de Girona volvieron a entregarse en la ciudad tras años marcados por el ‘procés’

Los independentistas tomaron las palabras de Don Felipe como una afrenta. Excusa perfecta para espolear a sus bases a la movilización callejera, que poco después comenzaría un declive que aún persiste. Pero previo a aquel discurso, nueve días después de los atentados de Barcelona y Cambrils, el Rey, junto a Mariano Rajoy, fue recibido con sonoros abucheos, durante la marcha para condenar el terrorismo yihadista. El monarca efectuó el recorrido rodeado por banderas independentistas y pancartas que criticaban la venta de armas a Arabia Saudí. Fue la ANC la que impulsó la protesta, bajo el pretexto de vincular al Gobierno y a la Corona con la violencia en Oriente Próximo, con el único objetivo de utilizar aquella tragedia para dar visibilidad a la causa soberanista, como demostraron las esteladas que blandían quienes abuchearon al monarca.

Desplantes del Govern

Los meses posteriores supusieron una escalada de protestas contra el jefe del Estado en Cataluña, después de que la Generalitat de Torra anunciase la ruptura de relaciones con la Corona. El pretexto fue, una vez más, el discurso del Rey el 3-O. Así, en una declaración institucional, el entonces ‘president’ explicó que ni él ni ningún consejero de su gobierno acudirían a actos convocados por Zarzuela. En uno de sus desplantes, Torra rehusó recibir a Don Felipe a la entrada del Nou Estadi de Tarragona, durante la inauguración de los Juegos del Mediterráneo. Tras el plante, se acercó a él para entregarle un libro con imágenes de las cargas policiales para tratar de impedir la votación ilegal.

Uno de los momentos más tensos se vivió en febrero de 2018, durante la cena inaugural del Mobile World Congress (MWC) en el Palau de la Música. La presencia del Rey suscitó una nueva concentración independentista, convocada por los CDR, a la que acudieron cerca de un millar de personas, entre las cuales, algunos radicales que trataron de rebasar el cordón de seguridad. Fue el dispositivo de seguridad de los Mossos d’Esquadra el que evitó que los manifestantes pudiesen llegar hasta el auditorio. A partir de entonces, las protestas han sido cada vez más minoritarias. En 2023, los premios Princesa de Girona volvieron a celebrarse en el Palacio de Congresos de la ciudad, tras años de tensiones desencadenadas por el ‘procés’, que obligaron a trasladar el acto fuera de la provincia. También la entrega de despachos a los nuevos jueces se celebró esta semana con total normalidad. Si el año pasado, más de un centenar de independentistas se concentraron a las puertas del Auditorio del Fòrum contra la presencia del Rey, la presente edición se celebró sin ninguna convocatoria de protesta. Es más, la misma tarde, cuando Don Felipe inauguró la nueva torre Puig en Hospitalet, junto a la Reina, fueron recibidos con ‘vivas’ por los allí congregados. Normalización de la presencia del Rey en Cataluña, a la que también ha contribuido el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, al recibir en audiencia al monarca. Gesto que no se produjo durante los mandatos de sus predecesores, Xavier Trias y Ada Colau.