Los cuatro egos superlativos que pueden hacer que España salte por los aires

La surrealista votación de los decretos demostró que Pedro Sánchez está sometido al prófugo Puigdemont, mientras Pablo Iglesias ha comenzado ya a cobrarse las facturas pendientes con Yolanda Díaz

La política española está ahora (a lo sucedido ayer me remito) en manos de cuatro personajes con el “ego superlativo”. Me refiero a los “egos” del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; de la vice Yolanda Díaz; del ex “president” Puigdemont y, por último, del ex vicepresidente del primer ejecutivo de coalición, Pablo Iglesias, que es el que maneja, sin lugar a duda, los hilos de Podemos. Que los cuatro se mueven en términos de sus respectivas lógicas políticas, es evidente. Pero también lo es que los miembros de este peculiar cuarteto actúan en función de motivaciones sicológicas, con un fuerte componente personal. Del “ego” de todos ellos poco o nada vamos a descubrir a estas alturas de la película. Por mucho que digan de cara a la opinión pública, tampoco se fían los unos de los otros. Es más, se la han jurado de forma bilateral y cruzada. Un lio monumental.

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Interpreto que los cuatro tienen claras dos premisas. La primera, que deben mantener la situación actual, porque, en caso contrario, perderían el Gobierno, unos, y su capacidad de influencia, los otros. La segunda es que estando de acuerdo en el punto primero, mantienen desacuerdos en todo lo demás. Ayer, Pablo Iglesias y Podemos comenzaron a cobrarse las facturas que consideran que tienen pendientes, tanto con Yolanda Díaz, de entrada, como con Pedro Sánchez, detrás. Era la primera vez, pero mucho me temo que no será la última. Los de Puigdemont, por su parte, tensaron y tensaron, pero no llegaron a romper, aunque fuese por muy poco. Durante la jornada de ayer tuvimos el aperitivo de lo que puede ser esta legislatura en todos los ámbitos, tanto en el político, como en el económico y social.

La lógica dice que no deberían llegar a romper nunca. Pero, luego está la cuestión de los sentimientos, de los agravios y las facturas que tienen pendientes los unos con los otros. Llegados a este punto, hay que volver la vista a los “egos” citados anteriormente, que pueden llevar a romper la baraja por el motivo más inesperado e irracional. La lógica dice que la legislatura debería durar, porque interesa a los cuatro, pero los sentimientos y los “egos” indican que también puede saltar por los aires en cualquier momento.