Vuelve el atraco de la luz

«De cada euro empleado en pagar la luz, más de la mitad es culpa de políticas energéticas o directamente va a las arcas del Estado»

Feliz año queridos lectores. Deseo que hayan pasado unas agradables fiestas navideñas con los suyos, que el nuevo año les sea propicio y la salud les respete. Pero como ya estamos en enero, vuelven los disgustos en el sector energético. Los disgustos que nos da el Gobierno, claro.

Conviene recordar que en España pagamos la electricidad con un IVA del 21%, como si fuera un artículo de lujo. La electricidad es uno de los ingredientes fundamentales de nuestro bienestar, lo que sustenta nuestro elevado nivel de vida, lo que nos permite disfrutar de tiempo de ocio porque hay millones de máquinas que están trabajando por nosotros. Máquinas que funcionan con electricidad. Ella es quien nos permite cocinar en nuestras casas, calentarlas con bombas de calor, mover nuestros trenes y encender las luces que hacen posible llevar a cabo una vida normal una vez que se pone el Sol. Es un bien que utilizamos todos y, precisamente por eso, es un instrumento muy goloso para la recaudación estatal.

El mundo va muy rápido y nos parece ya muy lejos, pero allá por junio de 2021 el Gobierno redujo el IVA de la electricidad del 21% al 10%. Se resistió mucho a ello, pusieron todo tipo de excusas, casi todas falsas. Durante semanas trataron de convencernos de que Europa prohibía reducir el IVA de la luz (era mentira), pero los altos precios de la electricidad comenzaban a disparar la inflación y el coste político comenzaba a ser demasiado alto. Con la perenne excusa (también falsa) de proteger a los más desfavorecidos, redujeron el IVA con el objetivo, inútil, de contener la escalada de precios que venía por delante.

Poco tiempo después se vieron obligados a reducir el IVA todavía más, hasta el 5%, así como reducir el impuesto especial sobre la electricidad y eliminar transitoriamente otra serie de tributos que gravaban nuestras tarifas eléctricas, como el impuesto del 7% a la producción de electricidad. Y así hemos vivido estos meses, hasta hoy. Aquí y ahora, el Gobierno ha decidido que es hora de volver a sangrar a los ciudadanos, subiendo de nuevo el IVA al 10% (y en algún momento lo subirán de nuevo al 21%). Al fin y al cabo hay que recaudar, que la metástasis de intervención del Estado no se financia sola.

Antes de la reciente crisis energética, e incluso antes del COVID, la estructura de costes del sistema eléctrico en España era aproximadamente la siguiente: costes reales de la electricidad (22%), costes de llevar la electricidad hasta nuestras casas (20%), costes debidos a decisiones de política energética (37%), impuestos indirectos (21%). Es decir, producir electricidad y llevarla a nuestros hogares suponía el 42% del coste total del sistema eléctrico. Las decisiones políticas y los impuestos indirectos, el 58%. Conclusión, las decisiones de los diferentes gobiernos que hemos tenido en nuestro país han ocasionado que la luz nos cueste más del doble de lo que debería. Ténganlo en la cabeza para las discusiones con sus respectivos cuñados.

«El Gobierno ha decidido que es hora de volver a sangrar a los ciudadanos, subiendo de nuevo el IVA al 10% (y en algún momento lo subirán de nuevo al 21%). Al fin y al cabo hay que recaudar»

Todavía es peor, en realidad. Porque ese 22% de costes reales de la electricidad ya llevan implícitos múltiples tributos que gravan a los productores y éstos repercuten en el precio final que pagamos los consumidores. Me refiero, por ejemplo, a las tasas municipales, los impuestos autonómicos, los impuestos a los hidrocarburos, los impuestos al carbón, etc.

A modo de ejemplo, miren lo que sucede con las centrales nucleares. Pagan la tasa Enresa para la gestión de los residuos radiactivos. Además, pagan el impuesto a la producción nuclear y el impuesto al almacenamiento nuclear. Es decir, estos impuestos están duplicados. Adicionalmente, pagan el impuesto del 7% a la producción de electricidad y, en Cataluña, pagan otro impuesto de naturaleza similar a los dos primeros descritos, es decir, está triplicado. Y luego, cuando la electricidad nuclear nos llega a nosotros a nuestras casas, nos cobran el impuesto especial de la electricidad, al cual se le aplica además el IVA. Es decir, otro impuesto duplicado que actúa sobre otros que están triplicados. Pero ya saben, la culpa de todo es de la avaricia del mercado y las eléctricas.

La realidad permanece oculta a la mayor parte de la población, pero se trata de una estructura recaudatoria profundamente inmoral. Porque la cantidad de dinero que el Estado va a recaudar depende directamente de las decisiones de política energética que toma el propio Gobierno. O dicho de otro modo, cuanto más infle el Gobierno de manera artificial el precio de la electricidad, más va a recaudar el Estado. Por ejemplo, la recaudación del impuesto especial de electricidad se multiplicó por más de dos mientras el consumo de electricidad apenas aumentó en el mismo periodo, algo similar sucedió con el IVA.

¿Cómo es posible que un impuesto que grava el consumo de electricidad recaude el doble si el consumo de electricidad no aumenta? Pues a través de la jugada maestra de convertir la electricidad en algo mucho más caro de manera artificial a través de políticas energéticas gubernamentales. El 5% de algo que cuesta el doble, recauda el doble, sin haber modificado el impuesto. Es decir, unos impuestos que deberían gravar el poder adquisitivo (el consumo de electricidad), en realidad estaban gravando las decisiones tomadas por el propio Gobierno. Pero que pagamos todos nosotros.

Y lo más grave de todo, afectando en mayor medida a los más vulnerables. Porque los impuestos indirectos, como el IVA o el impuesto eléctrico, afectan más a las personas que tienen menor poder adquisitivo. Estas personas deben destinar una parte mayor de su escasa renta a hacer frente a las facturas de electricidad y el número de familias que no puede hacer frente a las facturas o no puede mantener su casa con una temperatura adecuada en invierno alcanza cotas preocupantes. Eso que llaman «pobreza energética» y que este Gobierno ha conseguido hacer desaparecer del relato oficial, pero no de la realidad.

De cada euro empleado en pagar la luz, más de la mitad es culpa de políticas energéticas o directamente va a las arcas del Estado. El Gobierno, sin embargo, tratará de convencerle de que la culpa de que los precios de la electricidad sean altos es culpa del capitalismo salvaje, la avaricia de las eléctricas, Putin o quien haga falta. Cualquiera menos ellos, por supuesto. Y que siga la vida, que cuela todo.