«Sánchez está en el lado equivocado de la historia»

Tel Aviv parece una capital cualquiera si no fuera por las fotos de los rehenes que aparecen en cualquier esquina. Un mosaico que recuerda que ya nadie será el mismo

La ONU acusa a Israel de usar el hambre como arma de guerra en Gaza

Al verme perdido y cargado con una bolsa de viaje, la asistente de la línea aérea preguntó muy sonriente: «¿Destino?». Al responderle «Tel Aviv», y se le borró la sonrisa. Cuando uno viaja a lugares en los que han sucedido cosas, lo miran como a un fantasma. A veces tuercen la cabeza, preguntándose qué irá uno a hacer allí. Arquean las cejas o sonríen cómplices: «Tenga usted cuidado». Esta vez fue distinto.

Antes de indicar el mostrador de facturación, ella aguantó un instante -no sé cuánto, no importa-, un tiempo estrecho y profundo como una sima de silencio. Se calló, digo, como callan los novios cuando se abandonan, como si algo acabara de romperse para siempre entre nosotros, antes incluso de conocernos. No sé qué fue aquello, quizás una decepción, un reproche -concluí- que no pudo disimular por el hecho de que yo viajaba a Israel, ¿Sería israelí? «Puede facturar en ese mostrador», se repuso, muy seria, mirando al suelo. Quizás hubiera tenido una mala tarde, acaso la había dejado su pareja; nunca lo sabré, me dije al alejarme de allí asaltado por la duda, la incomodidad, y un dolor lejano y sordo que se acercaba, preludio de lo que tendría que venir. Ahí comenzó la herida, veremos dónde termina.

El país de los retratos

Mientras dormimos en Tel Aviv, la Cúpula de Hierro hace su trabajo de fuegos artificiales e intercepta los cohetes que Hamas lanza sobre el país. Por la mañana, la ciudad podría parecer una capital cualquiera si no fuera por las fotos de los rehenes que se aparecen en cada esquina: un joven soldado, una veinteañera, una abuela, un bebé pelirrojo.

La plaza Dizengoff se ha llenado de fotos, de objetos, de cartas, banderas y de cera de vela que forman un amasijo emocional con recuerdos de otra dimensión y otro tiempo que ya pasó. Las caras le miran a uno desde todas partes, como si no quisieran olvidarlas, como si pudieran olvidarlas y componen aquí y allá un mosaico fantasmal que recuerda que ya nadie será el mismo.

63 veces el 7 de octubre

«Vivimos el 7 de octubre cada día desde hace 63». Hamutal Rogel, directora de comunidades judías del Ministerio de Relaciones exteriores y antigua portavoz de la Embajada de Madrid se lo confiesa al grupo de periodistas que ha invitado una asociación israelí -Fuente latina- para mostrarles cómo se vive desde su lado del conflicto. Compara el daño con el del 11S estadounidense y hace una cuenta con la que explica la extensión del trauma en las familias israelíes. En los ataques de Al Qaeda murieron 2.700 personas y el 7 de octubre, 1.200. Si comparamos las poblaciones de los dos países, «equivale a que el once de septiembre hubieran muerto 48.000».

La guerra podría terminar hoy

Antes de Rogel, el portavoz de la Embajada de Israel en España era Lior Hayat, actual portavoz de Exteriores que se explica en una sala del ministerio ante una mesa con café y bollería que nadie se atreve a tocar.

-¿Qué ha supuesto el ataque del 7 de octubre?

-La masacre ha cambiado la historia, el estado y la sociedad israelí y me atrevo a decir que del pueblo judío.

-¿Qué le suscitan las llamadas al alto el fuego?

-Pretenden volver al 6 de octubre en una situación con Hamás en la franja de Gaza con intención de repetir el ataque una y otra vez. Esperaríamos otra masacre.

-¿Cuáles son los objetivos de la guerra?

-Eliminar la presencia e infraestructuras de Hamás, liberar a todos los secuestrados y cambiar la realidad de la franja para que ninguna organización terrorista pueda volver a atacar a Israel desde Gaza.

-¿Qué le parece la posición de Naciones Unidas?

-La respuesta del secretario general demuestra un fallo moral de la organización que pone en duda la razón de la existencia de la ONU.

-¿Sienten que ha crecido el antisemitismo desde el inicio del conflicto?

-Los ataques antisemitas en el mundo se han incrementado un 1.200% desde el 7 de octubre y nadie dice nada.

-¿Por qué cree que se ha legitimado el antisemitismo?

-Entre otros factores, en EEUU ha comenzado un proceso por el cual el judío no se ve como una minoría sino parte del grupo de poder y por tanto, es legítimo atacarlo.

-¿Qué les molestó de la postura del presidente Sánchez?

-Primero, el tiempo y lugar desafortunado de su anuncio en el lugar de la entrega de rehenes. Segundo, actúa regalando a Hamás el reconocimiento del estado palestino y pide el alto el fuego. Si los terroristas se lo agradecen, es que Sánchez está en el lado equivocado de la historia. Desde el 7 de octubre, Hamás ha lanzado 11.500 cohetes. Cada uno de esos lanzamientos es un doble crimen de guerra. Primero, porque se lanza contra población civil y segundo, porque se lanza entre la población civil para Israel responda con un ataque a civiles. No hemos escuchado una condena de España a esto, por ejemplo.

-¿Se puede terminar esta guerra?

-Esta guerra se puede terminar hoy mismo si Hamás se rinde, deja las armas y nos devuelve a los rehenes.