Formar y mantener feliz una familia no es fácil. Siempre existen complicaciones y algún que otro tropiezo, aunque nada ha sido óbice para los protagonistas de esta historia. Son un gran equipo (en todos los sentidos).
La foto de arriba es la que hemos elegido de entre las cuatro que nos han mandado de esta serie. No caímos en preguntar cuántas dispararon, pero sospechamos que bastantes. Dos adultos y nueve niños (de 0 a 11 años), a lo tonto, son muchas personas. Cualquiera que tenga hijos pequeños sabe que los retratos familiares llevan un buen rato: si fulanito sale con los ojos abiertos, el otro llora; si menganito se mantiene en plano, alguien se mueve. Y todo así.
Ana y Jesús (40 y 45 años, respectivamente) han formado Una locura de familia, como se les conoce en redes sociales, donde han reunido una comunidad de tres millones de seguidores. Juntos han hecho realidad el tópico del equipo de fútbol, porque con el nacimiento de Luca, hace dos meses, por fin son 11 (de momento). Atienden a Yo Dona por videollamada y, aunque la conversación dura una hora, el bebé, recién comido y recién cambiado, duerme plácido en su hamaquita. En 60 minutos la criatura no dice ni mú.
La pregunta sobre sus creencias religiosas es casi automática, aunque ellos, muy acostumbrados ya al prejuicio, se la saben antes casi de formularla: «No tiene nada de malo, pero ni somos ‘kikos’ ni somos del Opus. Si acaso, somos raros«, bromea Jesús. «La gente necesita poner etiquetas. Somos creyentes y practicamos cuando podemos, pero no tenemos hijos por razones religiosas», zanjan.
Las españolas tienen de media 1,16 hijos por mujer. Estos son los datos donde ellos, naturalmente, no se ven representados. «Simplemente, cuando tienes el primero, no te importa que venga el segundo. Ves que tienes capacidad para hacer frente y sigues teniendo niños», dice Ana. «Es una cuestión de prioridades. Otros amigos se han dedicado a viajar, por ejemplo», añade Jesús.
Once miembros y «casi tres sueldos»
La duda siguiente tampoco es una sorpresa: ¿Cómo se paga todo esto? ¿Son millonarios? No categórico. Ella estudió Publicidad y RRPP y Jesús, Estadística. Se conocieron trabajando en un banco. Él sigue empleado en el sector y ella, cuando empezó a tener hijos, decidió emprender con un establecimiento de puericultura. La pandemia se la llevó por delante, como a otros muchos negocios, y ahora Ana está arrancando una tienda online de calzado infantil y lleva las redes sociales de su familia (Youtube, Instagram y TikTok). «Al final, entre unas cosas y otras, casi son tres sueldos«, reconoce.
Viven en un chalé en la periferia norte de Madrid (con seis dormitorios y una habitación de juegos), «en vez de en un casoplón en el centro», y no tienen el último modelo de coche. De hecho, para movilizar a toda su tropa usan un minibús (como lo leen) de 17 plazas. Ana y Jesús se sacaron el carné necesario para conducirlo y listo. ¿Por qué no tienen dos coches más discretitos? «Nos restaría independencia, serían dos depósitos de gasolina, dos seguros… Mejor así», dice ella. Eso sí, no van mucho al centro de la ciudad porque «aparcarlo, con sus siete metros, es un engorro». «Si vamos, mejor en transporte público», reconocen.
«La ropa se reutiliza y no tenemos nada de marca. No nos vamos de viaje a ningún safari, sino a la playa, con suerte. Y si salimos a cenar, hay que buscar un menú infantil barato», explica Jesús. La clave, pues, es no dedicar sus recursos a lujos, porque no les alcanzaría: «Nos privamos de algunas cosas a cambio de llegar a fin de mes. Está claro que con 2.000 euros no podríamos vivir todos, pero tampoco hace falta ser Cristiano Ronaldo para mantener nuestra familia», concluye Ana. Ella, cuando tuvo su tienda de puericultura, comprobaba cómo las parejas revisaban por arriba y por abajo hasta el último detalle del carrito. Así es lógico, dice, que sea imposible pensar en tener más de dos hijos, pero en realidad opina que muchos se detienen demasiado en asuntos que no son importantes.
Casi 900 euros mensuales en comedores escolares
Los gastos de este ‘ejército’ familiar no terminan en casa. Al margen del bebé que acaba de nacer, los niños van a un colegio público, excepto la pequeña, que acude a la escuela infantil. «Además de la comida en casa, cada mes pagamos entre 800 y 900 euros en comedores», dicen.
Todas las cifras en esta casa están siempre multiplicadas: «Aquí todo vuela enseguida y hay que ir al súper con frecuencia, aunque tiramos mucho de compra online». ¿La colada? Dos lavadoras diarias, como mínimo. Ana y Jesús manejan su casa madrugando mucho y «desfalleciendo en la cama a la 1 de la madrugada», aunque cuentan con ayuda doméstica por las mañanas para la limpieza. Ella organiza las cenas (tarda media hora en prepararlas, dice) y él se ocupa de los baños. Sospechamos que a las 19h su casa debe ser trepidante.
Sobre el mito de que en estas familias unos hermanos crían a otros, aclaran que es más una intención que una realidad. «Ellos ayudan, es fundamental, pero sus responsabilidades son acordes a su edad. Ahora los más pequeños [de 2, 3, y 4 años] quieren coger a Luca, les encanta, pero tenemos que insistir en que ¡no es un juguete!». Sin caer en la desatención, lo que no hacen es sobreproteger a sus hijos, aunque quisieran. «En una familia numerosa no es viable», admiten.
Ana y Jesús tiran de abuelos y tíos de vez en cuando, como todo el mundo. Así fueron a Disney con los niños mayores, mientras los otros abuelos se quedaban con los pequeños, pero poco más. «No es una imposición», afirman.
¿Será este el último bebé?
Desde que se casaron en 2012 han tenido casi un hijo por año. Cuando piensan que, sí, que sí, será el último bebé, llega otro. Por eso, no se atreven a dar una respuesta definitiva. «No es un tema cerrado, pero tampoco es un sí rotundo. Cabe la posibilidad… Es cierto que somos más mayores y el tiempo pasa para todos, pero ya veremos», contesta Ana. A ella la han atravesado nueve embarazos y sus partos respectivos, todos vaginales, «y todos con epidural«. «Respeto mucho a las mujeres que prefieren no usarla, pero yo… ¡no quiero sufrir!», reconoce.
Ambos saben que elegir tener una familia numerosa no es algo que todo el mundo comprenda. Tampoco lo pretenden. «A veces escuchamos los susurros cuando vamos por la calle». «Mi madre sí se preocupa por mi salud, con tantos partos y embarazos, pero siempre los he llevado muy bien. Es verdad que este último ha tenido una recuperación más larga, pero estamos hablando de tres días. Se nota la edad. Empecé con 28 y ahora tengo 40. No es igual», contesta ella. Y abordamos un tema estrella en la crianza: ¿Teta o bibe? «Con los primeros no conseguía buen agarre, y sufrí mucho con las grietas. Después sí conseguí mantener el pecho un poco más y por el momento, Luca tiene lactancia materna en exclusiva».
Con tanto trajín, cuesta pensar que estos padres tengan un minuto para ellos mismos. Ana encuentra su espacio de paz cuando termina de dejar a Jesús en el trabajo y a los niños en el cole. Él, encargado de acostar a toda la ‘troupe’, aprovecha esos ratos mientras se duermen todos para leer un poco. Y pare usted de contar.
Niños seguidos, adolescencias seguidas…
A esta pareja les llegan advertencias sobre la adolescencia y sus tempestades. Sus hijos, seguidos, irán deslizándose por esa etapa, necesariamente, al mismo tiempo. ¿Cómo sobrevivirán? «No puedo pensar en lo que me va a pasar mañana. Tengo que mantenerlos, educarlos… Ya veremos cuando llegue», dice Jesús. «Tampoco hay que demonizar la adolescencia ni sobrepreocuparnos», sigue.
Si llega el pavo, dicen, habrá que remangarse y enfrentarlo. «O irnos nosotros de casa», bromea el padre. «De todos modos, llevamos 11 años sin dormir, así que si hay que estar despiertos hasta que lleguen, ¡entrenados estamos!». Con humor, todo siempre es mejor.