Las atenciones a jóvenes por el mal uso de las pantallas crecen en Aragón

Los expertos piden a la DGA la creación de una unidad específica hospitalaria para esta adicción

Casi el 50% de los mayores de 14 años realizan un empleo diario inadecuado de sus ‘smartphone’

El uso de móviles, de tablets y de pantallas en general está a la orden del día y su uso no es siempre el adecuado, sobre todo entre la población infanto-juvenil. De hecho, las atenciones en los hospitales aragoneses por el mal uso de las pantallas «se han disparado» en los últimos años. «Cada vez son más los niños atendidos por una adicción a las pantallas o un mal uso de las nuevas tecnologías», asegura a este diario José María Civeira, psiquiatra infanto-juvenil del hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. «Llevábamos una tendencia al alza, pero se ha disparado», confirma el profesional.

Según los datos que manejan en el centro, «el 10% de los menores de 12 años presenta problemas clínicamente importantes, sin llegar a ser adicción, pero problemas graves», dice. Este porcentaje se incrementa conforme lo hace la edad. «A partir de los 12 años ya son entre el 20% y el 25% de los niños los que viven afectados por el uso inadecuado de las pantallas y casi el 50% en el caso de los mayores de 14 años», resume Civeira.

Entre los motivos del incremento, el experto apunta, «en gran parte», a la pandemia y al posterior confinamiento. «Tener a los chavales encerrados durante todo el día causó verdaderos estragos», asegura.

Implicación de la DGA

Frente al incremento de casos, los especialistas solicitan al Gobierno de Aragón la posibilidad de crear una unidad especializada para tratar este tipo de adicciones y trastornos. Hasta ahora, hospitales como el Miguel Servet cuentan con una unidad generalista para atender a niños y adolescentes con todo tipo de afecciones. «No damos abasto solo con los que somos, quisiéramos un espacio dedicado exclusivamente a este problema», destaca Civeira.

Como comenta el psiquiatra infantil, es sobre todo entre los niños de entre 12 y 18 años donde se identifica este problema y es un hábito «cada vez más precoz», reitera. Según apunta, hay un pequeño grupo que, además de dedicar más tiempo del necesario a las pantallas, «paga por jugar, lo que puede tener unas consecuencias desastrosas». Entre los más afectados están aquellos «que tienen mayores problemas para relacionarse socialmente». Civeira achaca este «refugio en Internet» a situaciones en las que «la familia no está bien organizada» o el niño sufre «dificultades tales como abandono o incluso abusos».

Añade que «los que menos ayuda piden son los que más la necesitan», ya sea por «falta de consciencia o por no saber dónde buscarla», explica. Por ello, insiste en la necesidad de «estar atentos a los hábitos y costumbres de los más pequeños para evitar llegar a esos extremos».

Civeira defiende que «la tecnología no es mala», pero el problema llega «cuando los niños renuncian a ciertas actividades por estar delante de una pantalla». La actividad física, las reuniones sociales o el simple hecho de pasar el rato con sus padres «son medidas que pueden ayudar a que un niño no se convierta en un adicto», concluye Civeira.

Autonomía del centro

En el ámbito educativo, Aragón no dispone de un protocolo que prohiba el uso de móviles y pantallas en las aulas, ya que esta cuestión depende de cada centro dentro de su autonomía. Es decir, si está permitido o no y en qué lugar se rige por el reglamento de Régimen Interno, ya que este documento «regula el funcionamiento y organización del centro», señalan desde la Consejería de Educación.

Esta plena autonomía para establecer las normas en el uso del móvil hace que en cada centro educativo haya una directriz. En institutos como el Valdespartera, por ejemplo, tomaron cartas en el asunto hace tres años, con el aval del Consejo Escolar y la asociación de madres y padres. Luis Mayayo, director del centro, asegura que «prohibir el uso de los móviles en las aulas era una necesidad».

Añade que este no deja de ser un dispositivo que «distrae al alumnado y, en ocasiones, provoca problemas». Entre los casos que han tenido que intervenir cita discusiones por los grupos de Whastapp o grabaciones en el interior. «Evitar el uso total de los móviles es una tarea complicada», asegura Mayayo. «Muchas veces los alumnos esperan a que pasen los profesores por los pasillos para sacar el móvil, es como intentar ponerle barreras al mar», afirma con rotundidad.

«El móvil no es un juguete cualquiera y contamos con el apoyo de los padres», añade el director. A pesar de todo, «los niños siguen sin separarse del móvil», aunque no lo hagan en clase.