Con Sánchez ya somos mucho más pobres

El líder socialista se apresta a revalidar su mandato a través de unos torticeros senderos que nuestro sistema político todavía permite

Los españoles somos mucho más pobres que hace cinco años, pero todavía no nos hemos enterado. Tal vez la pobreza y el declive económico se llevan peor con el frío que con el buen tiempo. Hasta es posible que el calentamiento global le ayude al estado de ánimo de los indigentes. El sol sale para todos, incluso para los que atestan las colas del hambre, los que cada día se apuntan al paro, los que no llegan a final de mes, los que pierden las esperanzas con una extrema izquierda instalada en el poder, empeñada en destruir todo atisbo de riqueza. Las fórmulas de Sánchez y compañía ya han fracasado. Lo hicieron en muchos lugares del mundo. Solo generando riqueza, esta se puede distribuir, pero cuando creas miseria, te quedan los lunes al sol.
Sánchez se apresta a revalidar su mandato a través de unos torticeros senderos que nuestro sistema político todavía permite. Por esos vericuetos, España se desliza hacia la decadencia económica, que puede ser secular, como ya nos advirtió Luis Garicano. Junto a él, la OCDE nos acaba de indicar que somos el país de la UE en el que más ha crecido la brecha de la pobreza. Semejante sima supera toda la media de los países de nuestro entorno. La clase media, que es lo que engrandece a una nación, va desapareciendo y mientras, el Gobierno de extrema izquierda que padecemos esconde a más de cuatrocientos mil parados bajo el epígrafe de «fijos discontinuos», y aun con semejante trampa lideramos el paro de la Unión Europea.
Si Sánchez ha sido un desastre para el sistema democrático, no les digo nada para la economía. Todavía hasta el 31 de diciembre de este año vivimos en la excepcionalidad de la pandemia, pero se acaba. Ya veremos, si vuelve a ser presidente, a qué horrores económicos nos va a someter.
No se engañen con bonos culturales y subvenciones de veinte céntimos. Todo eso nos empobrece más. Solo la libertad y las buenas condiciones de mercado logran hacer crecer la economía, y solo aquellas democracias que hacen ricos –y no pobres– pueden, verdaderamente, denominarse así.