El general de la Benemérita Francisco Almendros, presidente de Habecu, recuerda que cuerpos homólogos en Francia, Italia, Portugal y Países Bajos son dirigidos por sendos militares
¿Por qué a la Guardia Civil no la dirige un guardia civil? Todas las organizaciones militares son dirigidas por un militar y así fue en el Cuerpo hasta el año 1986 por un militar del Ejército; y también de 2004 a 2006 por un general del Aire. Los Cuerpos homólogos en Francia, Italia, Portugal y Países Bajos son también dirigidos por sendos militares. ¿Y por qué no un militar del Cuerpo en el Cuerpo?
La pregunta se la formuló días pasados el general de la Guardia Civil Francisco Almendros, presidente de la asociación Habecu (Hermandad de Amigos del Benemérito Cuerpo), en el acto de entrega de los premios anuales que concede esta entidad, que reúne a miles de antiguos miembros de la Benemérita, entre ellos, como es el caso de Almendros, altos mandos en situación de retiro.
“Se ha dicho que para entenderse con los políticos es mejor un político; habrá que convenir en que el entendimiento no ha sido muy fructífero. En parte porque cuenta el peso político, entiéndase en su partido, de la persona en cuestión y parece haber sido liviano y en parte porque el político actúa «pro domo sua», o sea para el partido y el cargo institucional es una circunstancia con fecha de caducidad”, subrayó.
“Es por ello casi inevitable que, incluso sin ánimo doloso, el político introduzca en la Institución gestos, actitudes y filtraciones ideológicas que menoscaben la neutralidad que la ley exige y que perjudican seriamente su imagen. También las hemos conocido. Y además, el artículo 5 de la cartilla exige al guardia civil ser «político sin bajeza», lo que, matizado por la ley 2/86, viene a ser como decir «político sin partido» o, para evitar suspicacias, político para el Cuerpo. Si la primera lealtad del político (salvo excepciones) es su partido, la única del guardia es su Cuerpo, su Guardia Civil, pues constituye su forma de sentir y de vivir. El único afán que le mueve es el de servicio a España y el único ideario que le guía es el del estribillo de su himno: viva España, la Patria común y herencia que hemos de legar mejor que la recibimos; viva el Rey, como persona y como símbolo de nuestra organización política; viva el orden, como paz social que asegure el ejercicio pleno de derechos y libertades y la ley como garantía máxima de nuestra democracia”.
Añadió: “No nos engañemos, un alto mando de la Guardia Civil ha bregado lo suficiente con políticos de todo signo como para saber entenderse perfectamente con ellos, y hay ejemplos claros de que esto es así (…) Pero hay que luchar por esto. Se ha luchado y se han logrado avances importantes, pero hay que insistir hasta alcanzar ese objetivo. Creo que después de 179 años entrenando ya podremos gobernarnos sin ayudas. Y no nos irá peor porque cuando la Guardia Civil inicia un servicio sabe culminarlo con éxito”.
Respecto a la situación actual por la que atraviesa la Benemérita, señaló, entre otras cosas que “sirviendo a la Guardia Civil estamos, dicho sin arrogancia, haciendo patria, tarea siempre necesaria y más aún en esta difícil encrucijada de nuestra historia en que la mentira, el relativismo y el hedonismo, instalados en nuestra sociedad, ahogan nuestros valores tradicionales (…) el trato que recibe la Guardia Civil que, por ser encarnación de España, es diana preferida por sus enemigos. Tiran contra el Cuerpo para darle a España. Artículos ofensivos ilustrados con fotos de guardias ejemplares para confundir sobre la autoría, intrusión sin respuesta visible en las competencias del Cuerpo, supresión de unidades como pagos políticos, sustitución de la Guardia Civil en pueblos y ciudades no justificada por la necesidad ni por los resultados, disminución continuada de la plantilla disponible, regocijados anuncios de retirada de unidades y efectivos por quienes hace poco les asesinaban, sugerencia de corrupción en el Cuerpo para desviar la atención de la propia, impunidad para las injurias al Cuerpo, calumnias a sus miembros desde las mismas instituciones, cabezas honradas y brillantes servidas en bandeja a insaciables herodías, y tantas otras”.
En este sentido, enfatizó que “nos preocupa que ningún responsable salga sincera y gallardamente en su defensa. Las proclamas huecas en ese sentido son desmentidas sin tardanza por la realidad. Y no me refiero a los uniformados, de cuya lealtad, compromiso y competencia no albergamos dudas, como tampoco de su disciplina (…) Cierto es que el Cuerpo no es la única institución que sufre un trato degradante, pero sí que es en la que se miran los españoles por su proximidad, rectitud y solvencia y una mínima quiebra en su solidez tendría un efecto demoledor sobre las esperanzas de la sociedad. Por eso es tan dañino y doloroso cualquier atisbo de corrupción de alguno de sus miembros”. “Amamos nuestras tradiciones porque expresan lo más profundo del ser español y nos resistimos a que lo progre, lo friqui o lo woke, que carecen de la autenticidad de lo nuestro, desdibujen el carácter que nos identificó como nación”, concluyó.