Sánchez y Feijóo intensifican su agenda en todos los territorios y centran el mensaje en la vivienda
Abascal multiplica sus actos, con gran acogida en lugares donde Vox aspira a volver a ser decisivo, como en 2019
El espacio a la izquierda del PSOE acude al 28M más fragmentado que nunca y Yolanda Díaz respaldará a Colau y Mónica García
El ‘efecto Sumar’ moviliza al centro-derecha ante el 28-M
En treinta y seis días los españoles están llamados a las urnas en toda España para las elecciones municipales y en doce de las diecisiete comunidades autónomas. Una cita que como ha ocurrido en algunas ocasiones, las dos últimas en 2011 y 2015, precede en apenas meses a las elecciones generales de final de año. Los comicios del 28 de mayo se convierten, así, en una suerte de primera vuelta de cara a la batalla final entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo por llegar el año que viene a La Moncloa.
Por eso, tanto el presidente del Gobierno como el líder de la oposición, conscientes de la importancia de un envite que, de perderlo, podría muy seguramente poner fin a sus respectivas carreras políticas, han comenzado a volcarse en una intensa precampaña que les llevará por casi todo el país. Sánchez estuvo el viernes en Toledo, este sábado recalará en Úbeda (Jaén) y el domingo en el sur de Madrid, allí donde muchos alcaldes socialistas resisten la hegemonía regional del PP, que el viernes hizo un gran acto en Fuenlabrada con sus candidatos del cinturón industrial y el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno. Feijóo estará este sábado en Casteldefells y Murcia, y el domingo en Sevilla, en plena Feria de Abril.
Como en el caso de las generales, es el PSOE el que tiene más que perder y el PP más que ganar, atendiendo únicamente al número de plazas que actualmente tiene cada uno, de las que hay que excluir tres comunidades populares en las que no hay ahora elecciones, como Galicia, Andalucía y Castilla y León, esta en coalición con Vox.
De las doce comunidades en liza, el PSOE es el que más gobiernos defiende, nueve en total, algunos en coalición y otros en solitario, mientras que el PP apenas lucha por mantener dos de ellos, y de los que no parecen en riesgo, el de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y el de Fernando López Miras en Murcia. El único que no es de ninguna de las dos grandes formaciones es el de Cantabria, que preside el regionalista Miguel Ángel Revilla.
En cuanto a las grandes ciudades los populares salen a mantener la capital de España –recuperada por José Luis Martínez-Almeida en 2019 con Ciudadanos (CS), después de los cuatro años de Manuela Carmena– y otras capitales importantes como Zaragoza, donde Jorge Azcón da el relevo a Natalia Cueca como candidata, dado que el actual alcalde y presidente del PP aragonés concurrirá a las autonómicas contra el presidente socialista, Javier Lambán.
Los socialistas defienden capitales como Sevilla, en plena crisis de la formación en Andalucía tras la severa derrota en las autonómicas, o La Coruña. Se trata de las dos ciudades en las que el Gobierno de Sánchez hizo recaer a final del año pasado, respectivamente, la agencia espacial y la de la inteligencia artificial, entre protestas de comunidades y ayuntamientos gobernados por el PP en otros territorios, que reclamaban albergar esos importantes centros.
Barcelona y Valencia, dos batallas clave
Además, Valencia capital, cuyo alcalde, Joan Ribó, de Compromís, gobierna en coalición con los socialistas valencianos, es una de las grandes batallas que puede decantar el balance global de la noche del 28M, si continúa la izquierda o si la popular María José Catalá logra recuperar el bastón de mando que tantos años ostentó la fallecida Rita Barberá. Lo mismo cabe decir de la Comunidad Valenciana, presidida por el socialista Ximo Puig en coalición con Compromís, que el popular Carlos Mazón aspira a conquistar tras dos legislaturas en la oposición.
Otro codiciado trofeo electoral, como en todas las elecciones locales, es el de Barcelona, la segunda ciudad de España. Allí el PP, con su candidato Daniel Sirera al frente, no tiene opción alguna, aunque sí podría mejorar sus actuales dos concejales, mientras que los socialistas catalanes aspiran con Jaume Collboni a recuperar el que fue uno de sus grandes bastiones hasta 2011, cuando llegó al consistorio de la Ciudad Condal el convergente Carlos Trías, que ahora tratará al frente de Junts per Catalunya de recuperar la alcaldía que le arrebató en 2015 Ada Colau, quien tras dos mandatos no tiene excesivos visos de revalidar el cargo.
Todo ello sin perder de vista al candidato de ERC, Ernest Maragall, que en 2019 ganó las elecciones, pero no pudo ocupar el mismo sillón que su célebre hermano Pascual, tras apoyar Manuel Valls y sus concejales a la mayoría de la izquierda barcelonesa.
Al margen de cuál de los dos grandes partidos obtenga más votos el 28M, estará el dato del reparto de poder. Para el PSOE mantener sus feudos autónomicos, incluido Valencia, y volver a tener Barcelona, sería una noche más que óptima. Para el PP, recuperar Valencia, la comunidad y/o la capital, y arrebatar algún feudo autonómico a los socialistas, léase Castilla-La Mancha, Aragón o Extremadura, sin perder ninguno de los suyos, les haría salir triunfales al balcón de Génova.
El pasado 10 de abril, ante la Junta Directiva Nacional del PP, Feijóo se fijó como objetivo superar al PSOE en votos y arrebatarle, al menos, una de sus comunidades. Sin embargo, en ese mismo discurso pronunció una frase que desde entonces no ha dejado de provocar regocijo en las filas socialistas. «El 28 de mayo el partido de Sánchez aguantará mejor que en las generales», señaló. Ayer mismo en el mitin de Toledo, al que no asistió significativamente el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, Sánchez volvió a referirse a esas palabras, cuando dijo: «Hemos visto a la derecha mostrar dudas. Nosotros no tenemos ninguna».
La vivienda, el mensaje clave
Además, y adelantando por dónde irán sus mensajes de campaña, el líder socialista pidió «romper un tabú» para asegurar que gestionan «mejor que la derecha». Y no se olvidó de sacar pecho del acuerdo con ERC y EH Bildu para la nueva ley de vivienda que planteará topes al alquiler, la última reforma que tenía pendiente la legislatura. Algo a lo que ha añadido la promesa de cerca de 100.000 viviendas públicas a través tanto de la Sareb, el banco malo, como de los fondos europeos, como anunció el pasado miércoles en el Congreso.
De ese mismo asunto, tan vital en los grandes centros urbanos donde se concentran muchos votantes el 28M, se ha ocupado la última semana Feijóo, presentando su propio plan de vivienda en forma de pacto de Estado, que plantea ayudar a los menores de 35 años con 1.000 euros para que se emancipen, así como avalarles la fianza, uno de los grandes obstáculos que existen para vivir de alquiler, o el 15% de la compra.
Mucho menos se juegan Vox y el espacio a la izquierda del PSOE, este último más fragmentado que en las últimas citas con las urnas, y eso que Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz, no concurre a nivel local y autonómico. En Madrid, comunidad y Ayuntamiento, es donde esa fragmentación se vivirá con mayor crudeza, dado que las candidaturas propias de Podemos tratarán de sobrevivir frente a un Más Madrid que aspira a consolidar el liderazgo de la oposición al PP. La vicepresidenta segunda respaldará este sábado en Barcelona a Ada Colau y más adelante respaldará a Mónica García, la candidata autonómica de Más Madrid. Podemos, por su parte, presume del acuerdo alcanzado con IU para presentar candidaturas conjuntas en diez comunidades y 40 capitales.
Santiago Abascal estará este fin de semana en Baleares, en Palma e Ibiza. Desde febrero, el líder de Vox ha multiplicado su presencia por toda España, con actos los fines de semana en siete provincias, el primero de ellos un gran mitin en la Plaza de Toros de Murcia, uno de los lugares donde aspiran a volver a ser decisivos, como también lo fueron en grandes plazas como el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.