«Las farmacias rurales están al límite de la viabilidad económica»

El Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza cumple 125 años y lo está celebrando con la celebración de un ciclo de conferencias con el que pretenden acercar la profesión a los ciudadanos.

125 años no se cumplen todos los días. ¿Cómo ha cambiado la profesión?

Ha cambiado, pero sobre todo evolucionado y es el camino natural de cualquier profesión. No podemos dejar de pensar que trabajamos con salud, con medicamentos y la evolución que ha habido es muy beneficiosa para el paciente. Desde siempre, las funciones del farmacéutico son las de atender, informar y hacer el seguimiento de las enfermedades y los tratamientos de los pacientes y vigilar los efectos adversos que pueden ocurrir con el uso o no uso de fármacos. Pero también elaborar medicamentos personalizados, ya sean fórmulas magistrales o preparados adaptados a las necesidades de cada paciente; y no podemos olvidar la labor de promoción de vida saludable. Donde más ha evolucionado en el último siglo es en los servicios profesionales, como la deshabituación tabáquica, los test covid, sistemas personalizados de dosificación y detección temprana de ciertas enfermedades y nos hemos ofrecido para poder participar en la recepción de muestras cuando así lo consideren necesario. El farmacéutico no solo de entrega y custodia el medicamento sino todo lo que le acompaña e incluso cuando el paciente se lo lleva porque éste tiene que saber cómo lo tiene que utilizar, qué es, cuanto tiempo y qué le puede suceder si no lo toma.

¿Se sienten reconocidos como profesionales?

Sí y más después de la pandemia, porque ha puesto en valor todo nuestro trabajo, nuestra profesionalidad y todo el esfuerzo que hemos realizado como profesionales sanitarios de primer nivel, siempre con la puerta abierta y la cruz encendida. Y esto en la oficina de farmacia, que es lo que más se ha visto, pero piensa toda la cantidad de profesionales que hay en todas las áreas de la sanidad donde hay farmacéuticos: industria, investigación, docencia, salud pública, análisis clínicos, microbiología… hay multitud de farmacéuticos que han estado trabajando por el paciente durante todos estos 125 años y en esta pandemia sobre todo.

A veces se piensa que el farmacéutico es el que dispensa medicamentos.

El farmacéutico realiza su labor profesional en el campo de la farmacia pero también en la industria y la distribución. El trabajo está relacionado con la salud y muchas veces de una forma muy íntima con el medicamento. Pese a estos 125 años sigue siendo el verdadero especialista del medicamento, pero en el siglo XIX, cuando se creó el colegio, los farmacéuticos se dedicaban sobre todo a elaborar fórmulas magistrales. Ya luego fue evolucionando y en la segunda mitad del siglo XX se comenzó con la producción industrial y, por tanto, despega la profesión farmacéutica con un cambio total, mucho más industrializado, medicamentos seriados y más generales para todo el mundo.

¿Siguen realizando fórmulas magistrales?

Sí. No deja de ser un medicamento personalizado, hecho a medida para un paciente que necesita justo esa dosis que no se puede encontrar en el mercado. Sigue siendo muy importante pero ahora tenemos un arsenal terapéutico con medicamentos industrializados, elaborados a nivel industrial que hace que todo sea más accesible. El medicamento sigue siendo el centro de nuestra labor pero la farmacia se ha convertido en un centro asistencial, mucho más cercano y accesible para el paciente.

La pandemia les puso en primera línea.

Puso el foco en esa primera línea sobre la que ya estábamos e hizo que nos vieran. Todos los accesos, todos los demás sanitarios estaban muy bloqueados, muy restringidos y nosotros teníamos la puerta abierta. Yo estoy superorgullosa de la labor que han realizado los colegiados durante estos tres años de pandemia.

En estos momentos hay 729 farmacias en Aragón, unas 500 en Zaragoza. ¿Son viables?

Hemos tenido cierres de farmacias en Aragón, especialmente las vec (de vialidad económica comprometida). La farmacia es rural, principalmente. Hay 200 que dan servicio en pueblos de menos de mil habitantes y 150 en poblaciones de menos de 500. Son poblaciones pequeñitas que tienen un profesional sanitario a su disposición para poder realizar una atención farmacéutica y una labor sanitaria muy importante igual que si estuvieran en el centro de una gran capital y eso es muy importante. Esas farmacias están en situación muy difícil porque sabemos que la despoblación y el envejecimiento trae consigo que el número de recetas dispensadas y los ingresos sean muy bajos. Y además, el Gobierno lleva tiempo ejecutando medidas de reducción de gasto farmacéutico y prácticamente esas medidas se basan en una única diana, que es la rebaja del precio, y esa bajada de precio es igual en porcentaje tanto en las farmacias mejor situadas como la que está en el pueblo más pequeñito de menos de quinientos habitantes. Eso que hace que las rurales estén al límite de la viabilidad económica. Esta situación tiene consecuencias dramáticas para el farmacéutico pero también para la población a la que atiende. Porque la farmacia suele ser el último establecimiento sanitario, pero también comercial que se marcha. Y la salud será peor controlada porque no tiene ese profesional sanitario de primer nivel cerca de su casa al que pueda consultar. Y esto hace que sea una situación que nos preocupa mucho.

¿Qué se puede hacer?

Una de las principales medidas que queremos implementar con la administración es la concertación de varios servicios farmacéuticos, para que los profesionales y sobre todo los de las zonas rurales puedan tener una rentabilidad a costa de su trabajo, no por ayudas. Ahí están los sistemas personales de dosificación, seguimiento de medicación que utilizan pacientes crónicos, polimedicados, atención farmacéutica domiciliaria a personas que tienen dificultades para desplazarse a las farmacias de su entornos, pacientes vulnerables, con discapacidades… siempre gestionados dentro de unas normas, como las que hemos hecho durante la pandemia. Estas medidas son necesarias para la supervivencia de las farmacias y de nuestros pueblos.

Esa labor en las zonas rurales es más esencial que en la ciudad.

Claro, a veces es el único profesional sanitario que está en el pueblo estable y fijo. Puede haber médico o no, puede haber un consultorio unas horas pero el farmacéutico está todo el horario de apertura de farmacia y son horarios amplios y es un profesional que está todos los días atendiendo.

El 125 aniversario es tiempo de celebrar pero también de reivindicar. Hábleme de retos.

Los principales son la integración de la atención farmacéutica con la Atención Primaria, con una adecuada coordinación tanto de las farmacias como de los profesionales porque consideramos que podemos ser el complemento perfecto para que el sistema sanitario funcione. Como ejemplo el proyecto que se inició en el centro de salud de La Jota y las 13 farmacias de la zona de la avenida Cataluña, donde se ha implementado un medio de comunicación efectivo, lo que permite solucionar problemas sin necesidad de pedir cita con el médico y así reducir la presión asistencial. Ha sido tan exitoso que está prácticamente extendido en el sector 1 y estamos preparando para llevarlo al sector 2.