Mil médicos de Cataluña han llegado a la conclusión de que, si un paciente llega a su consulta, y explica los síntomas de su dolencia en castellano, se trata de una persona que odia a los catalanes. Han reaccionado, y se han agrupado bajo el lema “Detengamos la catalanofobia, defendamos el catalán”. Se dirigirán a los enfermos en catalán, las recetas se escribirán en catalán, también los informes y, sólo si hay una petición explícita, se procederá a redactar una copia en castellano.
Felicitamos a los doctores, porque además de doctores en Medicina se han convertido en doctores en Sectarismo, al darle más importancia que a la Medicina. Al fin y al cabo, traicionan el juramento hipocrático, donde se comprometieron a respetar la autonomía y la dignidad de sus pacientes, y no permitir que consideraciones de edad, credo, sexo, raza, y un largo etcétera, se interpongan entre sus deberes y sus pacientes. Ahora bien, si el principal deber de estos médicos es la defensa del catalán, ser perjuros del mandato hipocrático no les va a causar ningún problema.
En Ibiza, sí que hay bastantes problemas y, la obligatoriedad ordenada por Francina Armengol de que los médicos hablen catalán, ha propiciado una huida de médicos y enfermeros, y, en Ibiza, entre ausencias y bajas, ya solo queda una oncóloga. En ABC, le cuenta a Mayte Amorós, una doctora del Hospital Can Misses, de Ibiza -que además de médico es paciente- que ha sufrido cáncer de mama, y le han atendido cinco oncólogos diferentes en cinco años, y que su última revisión tardó más de año y medio.
En Zaragoza, en cambio, hay 53 soldados ucranianos, que llegaron con graves fracturas recibidas en combate, y no hay problemas de idioma. Desde el general Juan Antonio Lara Garrido, hasta el último soldado, todos, en el hospital militar, intentan aprender alguna palabra en ucraniano, y los heridos hacen lo mismo con el español. Saldrán con una pierna ortopédica, o con una mano electrónica adheridas a un muñón, pero ahora reciben los conocimientos y el afecto de estos médicos, que saben que hay que dar la mayor autonomía posible a unos hombres que pusieron sus cuerpos como barrera para que Europa siga siendo un continente libre, donde hasta los médicos más sectarios puedan ejercer su ideología.