El Papa pide «cuidar las homilías, porque son un desastre» y que no superen los diez minutos

Solicita que no sean «clases de Filosofía ni conferencias»

Al Papa Francisco le preocupa mucho lo que pasa por la cabeza de los católicos los domingos durante la homilía en sus parroquias. Lo confesó a un grupo de mujeres y hombres que participaban en Roma en un itinerario de formación sobre liturgia.

«Quiero decir una cosa a los sacerdotes», comenzó, apartándose del discurso que tenía preparado. «Por favor, cuidad las homilías, que son un desastre…», dijo seriamente. «A veces me dicen: ‘Sí, he ido a misa en esa parroquia… sí, nos ha dado una buena lección de filosofía, de 40, 45 minutos’», se quejó el Pontífice. El Papa aconsejó los sacerdotes que tengan homilías de «no más de ocho o diez minutos» y que incluyan siempre «una idea, un afecto y una imagen» para que «la gente pueda llevarse algo a casa».

«Lo he dicho muchas veces porque es algo que no acabamos de entender», insistió Francisco. «La homilía no es una conferencia, es un más bien ‘sacramental’». La doctrina católica distingue entre «sacramentos», como la misa, el bautismo o la confesión, y «sacramentales», como el agua bendita, el rosario o las bendiciones. Se trata de «signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia».

El Pontífice destacó que algunas confesiones cristianas consideran que la homilía «es un sacramental, no una simple conferencia». Por eso, solicitó a los sacerdotes que preparen sus homilías «en oración, con espíritu apostólico». «Por favor, cuidad las homilías, que en general son un desastre», insistió.

Quizá preocupado por el tono de sus palabras, este domingo, durante la misa en la basílica de San Pedro, en su homilía agradeció a los sacerdotes su «servicio y sacrificios» y que «mediten, vivan y anuncien la Palabra de Dios». Les recordó también que cuando lo hagan, tengan presente que no se trata de convencer a las personas de las propias opiniones, sino de llevarles «el consuelo de la Biblia, el anuncio impetuoso de Dios que transforma la vida, la alegría de saber que Él se dirige a cada uno».

La ceremonia en San Pedro era particular pues la Iglesia católica celebraba este fin de semana el domingo de la Palabra de Dios, en el que el Papa Francisco suele conferir los ministerios laicales. Este domingo, confirió a seis mujeres y cuatro hombres los ministerios del «catequista», responsable de explicar el catecismo, y el del «lectorado», responsable de las lecturas de la misa.

El Papa abordó el «problema» de las homilías desde los primeros meses de su pontificado. «Se lo debemos a las personas, a los católicos», asegura. Lo desarrolló ampliamente en su primer gran documento magisterial, la exhortación apostólica «Evangelii Gaudium», de noviembre de 2013. Han pasado casi diez años y sigue pensando que es una cuestión pendiente.