Rudiger da la cara y salva al Madrid

LIGA DE CAMPEONES

FASE DE GRUPOS. JORNADA 4

Shakhtar

SHAKHTAR

Anatoliy Trubin, Yukhym Konoplya, Bohdan Mykhailichenko, Stepanenko, Valeriy Bondar, Mykola Matviyenko, Artem Bondarenko, Oleksandr Zubkov (Lucas Taylor Maia Reis, min. 82), Mykhailo Mudryk (Ivan Petryak, min. 85), Lassina Traoré (Danylo Sikan, min. 77), Heorhii Sudakov (Neven Djurasek, min. 81)

Real Madrid

REAL MADRID

Andriy Lunin, Lucas Vázquez, Kroos, Rüdiger, Nacho, Benzema, Federico Valverde (Alaba, min. 68), Hazard (Modric, min. 57), Rodrygo Silva de Goes (Eduardo Camavinga, min. 68), Aurélien Tchouaméni (Vinicius Júnior, min. 57), Ferland Mendy (Marco Asensio, min. 68)

GOLES

1-0 Oleksandr Zubkov (45′), 1-1 Rüdiger (94′)

  • Árbitro: Orel Grinfeeld
  •  Yukhym Konoplya (15′), Éder Gabriel Militão (84′), Artem Bondarenko (87′), Toni Kroos (89′)

Rudiger es ya figura del Madrid. Fue el mejor en defensa y el mejor en ataque, y su gol temerario y kamikaze reeditó el camachismo más traumatológico, la furia antigua. Dio un punto al Madrid y mucha tranquilidad para lo que queda de grupo.

Se jugaba el partido en Polonia, donde el Shakhtar no estaba del todo en casa ni el Madrid del todo fuera.

En los de Ancelotti jugaba Hazard, señal de que el pensamiento estaba, en parte, en el Barcelona.

El partido era distinto al del Bernabéu. Más resabiado el Shakhtar y menos espectacular el Madrid, aunque bien en su salida, presionante, serio, con los diez en campo ajeno. Le resulta mucho más fácil que en otras temporadas gracias a jugadores como Rudiger. El Madrid entero colgaba de él como una maceta de un clavo. Su velocidad debe de dar una enorme seguridad. El Shakhtar intentó salir en varias ocasiones, pero siempre aparecía él con su zancada desproporcionada, de atleta metido por humor a futbolista. Verle es como disfrutar de los contragolpes, pero al revés. Es espectacular observar cómo da caza a cualquier atacante.

El ataque, sin embargo, no estaba a la altura de Rudiger. En el minuto 18 llegó la primera ocasión, un pase largo para Benzema, el primero de varios que se quedaron ahí, en tentativas un poco perezosas hasta rozar el abuso.

El Madrid fallaba en la zona de creación. Rodrygo no aparecía tanto como Vinicius. Sin él, el Madrid juega a otra cosa. Le falta la mitad del fútbol, la mitad de los ataques, la mitad de la percusión y pierde así su ritmo. El juego de Vinicius, su longitud, es el largo cable del equipo.

Valverde hizo lo suyo: abrir el campo y volver al interior de batalla, y el otro elemento creativo era Hazard, que lo mejor que hizo y hace es cuando no toca la pelota, cuando la suelta, la elude, la evita, creando, de repente, un chispazo de electricidad que anima al compañero. Es la única electricidad que puede conseguir, la que surge de su no-hacer. El resto del tiempo, su fútbol es deambulante, interior, poco arriesgado, como un malvavisco rondando a Benzema. Eso: un malvavisco satelital.

A partir de la media hora, el Shakhtar tuvo más presencia, sobre todo por el medio Sudakov, un joven que cuando conectaba con Modryk hacía recordar aquella gran pareja ucraniana de Rebrov y Shevchenko, salvando las distancias.

Su fútbol lanzaba a Mudryk, que chocaba, eso sí, con Rudiger. Viendo a Mudryk, su velocidad fría, su juego vertical, racheado, un poco perfilado, se pensaba en el fútbol ruso. No es ninguna broma. Se percibía en su estilo, siendo ucraniano (parte oriental), un no sé qué de futbolistas rusos, como aquel embrujado Arshavin, por ejemplo, como si el fútbol fuese capaz aun de reflejar, por un instante, a través del lenguaje corporal del futbolista, las trazas geográficas, los orígenes o las impregnaciones fronterizas (dicho esto con el mayor respeto a su plena identidad ucraniana).

Nada más empezar la segunda parte (35 segundos), por él llegó el 1-0, en remate de Zubkov. Algo ya conocido para el Madrid: centro por su derecha y remate a la espalda de los defensas, en este caso Mendy, un poco vendidos.

La dicha madridista de la puerta a cero había durado poco. Días, horas.

Ancelotti dio pronto entrada a Modric y a Vinicius, para ovación local. Se iba del campo Hazard, con el que no se puede ir ni a heredar. Hay que repetirlo: su mayor peligro es cuando la pelota va hacia él y él se retira. Es ya un futbolista útil solo por omisión.

Modric cogió el mando, pero el Madrid estaba fuera de cacho, descentrado, y el Shakhtar muy bien, con más destellos de Sudakov con espacios. Traoré pudo marcar en una ‘contra’ que acabó en el palo.

Tanto jugaba el Shakhtar que empezamos a ver lo bueno de Lunin; tanto jugaban que en el minuto 68, Ancelotti hizo el triple cambio y ya no se guardó nada.

Ante una defensa cerrada, el Madrid probaba con pases cerrados, diagonales, hacia dentro, luego con pases bananeros, rutinarios, previsibles. Casi llegamos a ver, de tanto centro supersticioso, al último Madrid de Zidane. Con oficio, inercia y Modric, el Madrid intentó el asedio y Rudiger, quién si no, remató con peligro un centro-dron de Kroos y luego, metido a delantero, otro en el descuento. Arriesgó el tipo y ensangrentado evitó la primera derrota del Madrid.