«España tiene que reequilibrar la balanza en el norte de África»

Quien conoce los entresijos de un país como Argelia sabe que la declaración de Pedro Sánchez aceptando la autonomía de Marruecos sobre el Sahara Occidental se considera una traición a los principios de la República Argelina. Una de las personas que mejor sabe cómo funciona la política interna y también externa del país norteafricano es Arslan Chikhoui. Especialista en geopolítica, profesor de relaciones internacionales y experto en el Mediterráneo recibe en Argel a ABC para conversar sobre los últimos acontecimientos entre dos países hermanados pero que ahora han roto las relaciones diplomáticas.

–¿Qué significa para Argelia la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez aceptando una autonomía para el Sahara?

–En Argelia este cambio de posición del Gobierno español ha sido vivida como una traición. Una traición, porque España siempre se ha mantenido neutral sobre este asunto que para nosotros es muy importante.

Es una cuestión de principios, por eso nos sentimos traicionados. Nuestras relaciones se remontan a hace mucho tiempo y siempre han sido muy profundas, basadas en la buena vecindad. España está a apenas 30 minutos de Argelia y hay una clara relación de fraternidad y de amistad. Nunca hubo una traición así entre los dos países. Sin duda, es una situación muy compleja.

–La reacción de Argelia ha sido muy contundente: anulación del Tratado de Amistad, suspensión de las relaciones comerciales…

–Así es. España ha vulnerado uno de los principios de la Carta de Independencia de nuestro país. Ha sido el señor Sánchez quien ha provocado todo esto. Y Argelia está jugando sus cartas. El problema es que el presidente español y su Gobierno no han comprendido que las relaciones entre las dos naciones van más allá del gas y del intercambio comercial. ¿A España solo le interesa eso de Argelia?

–Bueno, entre ambos países hay una amplia colaboración en materia de inmigración y también en la lucha contra el terrorismo…

–Somos vecinos, por lo que compartimos lo bueno, pero también lo malo. Tanto los flujos migratorios como la lucha antiterrorista en el Magreb y en todo el Sahel son cuestiones comunes que tenemos que tratar. Toda esta relación no se puede romper por una decisión incomprensible del Gobierno español. Está mucho en juego.

–¿Qué implicaciones económicas y diplomáticas va a tener?

–El más perjudicado va a ser España. La suspensión del Tratado de Amistad, Cooperación y Buena Vecindad y la decisión de la Adef de la congelación de las domiciliaciones bancarias ya tienen un impacto económico, sobre todo en las empresas españolas.

–También en los argelinos y, sobre todo, en el comercio argelino…

–Sí, claro. Pero Argelia ya lleva tiempo preparándose para la diversificación de sus socios. Argelia es la que puede elegir; España no, y nosotros ya estábamos mirando a países como Turquía, China u otros de la Unión Europea. En un nuevo contexto geopolítico cuyos contornos se están dibujando con una recomposición de alianzas Argelia está a favor de asociaciones bilaterales de fiar.

–Como Italia, Alemania o Francia…

–Efectivamente. Italia, por ejemplo, se ha convertido en un buen aliado para el comercio del gas. También está Portugal. Es cierto que lo sucedido afectará a empresas argelinas, pero nada comparado con España, ya que la empresa argelina no es exportadora y lo que no encuentre aquí lo buscará en otro sitio.

–¿El gas está en juego?

–En un contexto de recesión mundial, con la guerra en Ucrania… No necesitábamos una crisis en el Mediterráneo entre Argelia y España. Sobre todo porque su país está en una situación geoestratégica privilegiada. O estaba, porque ahora esa posición, para nosotros, se ha visto perturbada. España lo tenía todo para ser un ‘hub’ energético para toda Europa. Ser el distribuidor clave del gas argelino… Por ahora va a seguir siendo así. Pero sin duda se ha perdido confianza y de ahí la diversificación y la búsqueda de otros socios en la Unión Europea.

–La Unión Europea publicó un comunicado apoyando a España y criticando la decisión de Argelia de congelar las domiciliaciones…

–España cometió un error al acudir a la Unión Europea para que intercediera o la respaldara en este tema. Esto es una crisis bilateral. Pero hay que dejar claro que esa decisión no supone presión añadida para nosotros; aquí se considera que es una crisis entre España y Argelia, nada más. Una crisis bilateral y no multilateral, e ir la UE solo empeora la situación.

–¿Le preocupa que desde Bruselas se tome una posición dura contra Argelia y afecte al tratado de 2005?

—Repito. Esto es una crisis bilateral y como tal la UE no tiene que ver. Además, Argelia considera que este acuerdo es bastante desfavorable para sus intereses y que habría que revisarlo. En otras palabras, tiene más elementos perjudiciales que beneficiosos.

–¿España ha tomado partido por Marruecos?

–Lo ha hecho. La posición de Argelia con el Sahara es irrevocable. Nuestro país no puede transigir con la posición del Gobierno español. Si queremos avanzar, España tiene que reestablecer el equilibrio en el norte de África.

–En la prensa argelina tildaron a Albares de « pirómano» y Nadia Calviño ligó la crisis de Argelia con una injerencia rusa.

–Estas salidas de tono no hacen nada más que mantener la tensión entre los dos países y que la reconciliación tarde más en llegar. Estas crisis solo se resuelven a través del diálogo, la paciencia y de intentar poner en valor los intereses comunes que nos permitan avanzar. Ahora España tiene que adoptar un tono tranquilizador y no de crispación para poder llegar a una segunda fase, que es la del diálogo. Ahora no lo hay y eso tiene que cambiar. Con estos ministros españoles o con otros, tenemos que trabajar a partir de este momento para que la balanza se reequilibre.