Creer en Dios significa creer en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Iglesia, aunque formada por personas diversas por razón de lengua, cultura, ritos, profesa con voz unánime la única fe, recibida de un solo Señor y transmitida por la única Tradición Apostólica. Profesa un solo Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo- e indica un solo camino de salvación. Por tanto, creemos, con un solo corazón y una sola alma, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida y es propuesto por la Iglesia para ser creído como divinamente revelado.
El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. los cristianos son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espítitu Santo.
Dios ha dejdo huellas de su ser tinitario en la Creación y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su ser como Trinidad Santa constituye un misterio inacccesible a la sola razón humana e incluso a la fe de Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu Santo. Este misterio ha side revelado por Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, y es la fuente de todos los demás misterios.
Jesús nos revela que Dios es «Padre», no sólo en cuanto es Creador del universo y del hombre sino sobre todo, porque engendra eternamente en su seno al Hijo que es su Verbo, «resplandor de su gloria e impronta de su sustancia» (Hb 1,3).
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo; «procede del Padre» (Jn15,26), que es principio sin principio y origen de toda la vida trinitaria. Y procede también del Hijo (Filioque), por el don eterno que el Padre hace al Hijo. El Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo encarnado, guia a la Iglesia hasta el conocimiento de la «verdad plena» JN 16,13).
La Iglesia expresa su fe trinitari confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cda una de ellas es identica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente distintas entre si, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo el Hijo es engendrado por el Padre, El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.
Inseparables en su única substancia, las divinas Personas son también inseparables en su obrar. la Trinidad tiene una sola y misma operación. Pero en el único obrar divino, cada Persona se hace presente según el modo que le es propio en la Trinidad.