Conocer a Jesús y la Iglesia XIV:Pentecostés – Venida del Espiritu Santo -Principio de la Iglesia

Después de la Ascensión del Señor los Apóstoles volvieron a Jerusalén, y se encerraron en el Cenáculo con la Santísima Virgen y cierto número de discípulos. Luego eligieron a San Matías para reemplazar a Judas Iscariote, y allí en la oracón y retiro, esperaron el cumplimiento de las promesas divinas.

El día de Pentecostés, décimo después de la Ascensión, cuando los discípulos del Señor estaban reunidos se oyó de repente un gran ruido, como de viento impetuoso que venía del cielo, y llenó toda la casa donde se albergaban. Al mismo tiempo aparecieron unas como lenguas de fuego que reposaron sobre la cabeza de cada uno de los Apóstoles, los cuales, llenos del Espíritu Santo, comenzaron a alabar a Dios en diversas lenguas.

Jesús, el Hijo de Dios, glorificado infunde su Espíritu en abundancia y lo manifiesta como Persona divina, de modo que la Trinidad Santa queda plenamente revelada. La misión de Jesús y del Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia, enviada para anunciar y difundir el misterio de la comunión trinitaria.

El Espíritu Santo edifica, anima y santifica a la Iglesia; como Espíritu de Amor, devuelve a los bautizados la semejanza divina, perdida a causa del pecado, y los hace vivir en Jesús, el Hijo de Dios, la vida misma de la Trinidad Santa. Los envía a dar testimonio de la Verdad de Jesús y los organiza en sus respectivas funciones, para que todos den «el fruto del Espíritu» (Gal. 5, 22).

Por medio de los sacramentos Jesús comunica su espíritu a los miembros de Cuerpo, y la gracia de Dios que da frutos de vida nueva, según el espíritu. El Espíritu Santo, es el Maestro de la oración.

Con el término Iglesia se designa al pueblo que Dios convoca y reune desde todos los confines de la Tierra, para constituir la asamblea de todos aquellos que, por la fe y el Bautismo, han sido hechos hijos de Dios, miembros de Jesús, el Hijo de Dios y templo del Espíritu Santo.

La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. La Iglesia es el gérmen e inicio en la Tierra de este Reino de salvación.