Desplome sacramental, despegue asistencial

Lo que diferencia a la Iglesia de una ONG son los sacramentos. La sacramentalidad es la identificación de la Iglesia visible con lo invisible, la traducción de la encarnación de Cristo en la historia. La Iglesia puede decir que confiesa a Cristo con su predicación, pero la forma en la que lo trasmite es a través de su palabra y de los sacramentos. Una verdad que es una persona solo puede ser transmitida personalmente.

Esta semana se ha presentado la Memoria de Actividades de la Iglesia católica del año 2020, el año de la pandemia, del confinamiento. Del cúmulo de datos que conforman la Memoria hay que destacar dos: los sacramentos se desplomaron y aumentó significativamente la ayuda asistencial de la Iglesia. Es lógico que entre medidas de confinamiento y restricciones se celebraran menos sacramentos. No habría por tanto que alarmarse a priori. Pero algunos indicadores son preocupantes si los colocamos en contexto y si los analizamos en serie histórica. Por ejemplo, los matrimonios. En España, en 2020, se celebraron 90.670, casi setenta y seis mil menos que en el año anterior. 12.679 fueron por Iglesia, un 13,98. La tendencia de disminución de práctica sacramental es constante desde el año 2010. Los matrimonios canónicos en ese año fueron 74.289. En este sentido, se quiera o no, la pandemia está siendo, de momento, un acelerador de la secularización en España.

Sin embargo, se han disparado los números de la dimensión caritativa y asistencial. Más de cuatro millones de personas fueron atendidas en los nueve mil centros asistenciales y sanitarios de la Iglesia. Dos millones trescientas mil personas se beneficiaron de las ayudas económicas. Acciones no solo necesarias sino convenientes en una sociedad empobrecida y fragmentada.

Lo propio del catolicismo es la relación proporcional entre vida sacramental y acción social. Si se ciega la fuente de los sacramentos, o se reduce hasta proporciones minoritarias, las consecuencias son nefastas para la presencia de la Iglesia y para el bien de la sociedad. A no ser que haya quien piense que una Iglesia asistencial no da problemas al ser una sucursal del Estado benefactor.