Los cachorros de Bildu se rebelan

El pasado Domingo de Resurrección, día en el que los partidos nacionalistas vascos celebran el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca), Bildu había preparado un acto multitudinario en Pamplona. Querían reivindicar la anexión del territorio navarro al País Vasco, un viejo anhelo independentista. A pesar de que fueron miles las personas que llenaron las calles de la capital navarra, el acto quedó en gran medida descafeinado por la ausencia de Arnaldo Otegi, que no pudo asistir por motivos de salud. Frente a esta ausencia, resultó especialmente llamativo que a unos 140 kilómetros de Pamplona, en la localidad vizcaína de Guernica, un millar de simpatizantes de la izquierda abertzale osaran contraprogramar a Bildu con un acto alternativo.

No escatimaron en su puesta en escena.

Quienes lo presenciaron destacan los mensajes que se lanzaron en apoyo al Gobierno ruso y tachando de «nazi» a Volodímir Zelenski. El acto comenzó con un verso en el que se instaba a «retomar viejas luchas» y se escucharon consignas típicas del entorno proetarra como «Jo ta ke irabazi arte» (sin descanso hasta la victoria) o «Amnistiarik gabe bakerik ez» (Sin amnistía no hay paz).

Homenaje a Henri Parot

Detrás de esa convocatoria, que por primera vez rompe la unidad abertzale en las grandes reivindicaciones callejeras, estaba Jardun. Se trata de un colectivo que surgió en el año 2021 para aglutinar a organizaciones del entorno abertzale como Eusko Ekintza o Jarki. Esta última se presentaba como una organización que buscaba la «confrontación con España» a través de la «activación social y la movilización». En su presentación, los portavoces leyeron un manifiesto llamando a la «lucha». Y no solo lo han hecho plantando cara a un acto oficial de Bildu en un día tan significativo como el Aberri Eguna. Este grupo también está detrás de los homenajes que últimamente se han realizado a etarras fallecidos como Henri Parot.

En realidad, Jardun no es más que el último de los grupos disidentes que han surgido recientemente, críticos con el discurso oficial de Bildu que representa Otegi. De hecho, en el último congreso de Sortu, un 22 por ciento de la militancia ya se mostró contraria a la ponencia política oficialista.

Florencio Domínguez, presidente del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo de Vitoria, en un informe publicado por la entidad que preside, sitúa el origen de estos grupos disidentes en el año 2009. Según el documento, ese año el Tribunal Europeo de Derechos Humanos avaló la ilegalización de Batasuna, el brazo político de ETA, y obligó a los partidos independentistas a «replantearse» su relación con una banda terrorista cada vez más debilitada por las actuaciones policiales, lo que llevó a que terminaran por escenificar una ruptura para tratar de volver a tener presencia institucional.

Una parte de la militancia percibió como «una rendición» la decisión de poner fin a la violencia y entre los presos de ETA, creció el malestar contra Sortu

En un artículo publicado en el año 2020 por el Observatorio de la Violencia del colectivo de víctimas Covite, se citaban además tres factores que en su opinión han sido «clave» en el surgimiento de este sector disidente. Explican que una parte de la militancia percibió como «una rendición» la decisión de poner fin a la violencia. Además, entre los presos de ETA creció el malestar con Sortu al ver cómo reducían la movilización social en su favor. A todo ello se unió un clima de frustración cuando tras el cambio en el Código Penal de 2003 los etarras se vieron abocados a cumplir condenas íntegras de 40 años.

Presos disidentes

Fue en ese contexto cuando fuentes de Covite sitúan el nacimiento de ATA (‘Amnistia Ta Askatasuna’), la primera plataforma en la que «cuajó» el mensaje disidente. En su comunicado fundacional, en el año 2014, reprochaban a Sortu haberse «olvidado» de los presos y la «confusión» que a su juicio generaba el nuevo discurso. Fue la primera vez que un grupo organizado cargaba directamente contra el todopoderoso Otegi, con nombres y apellidos.

Desde sus inicios, Sendoa Jurado y Ziortza Fernández han ejercido como cabezas visibles del movimiento. Cuentan además, con el apoyo de varios presos de ETA que oficialmente se han desvinculado de los postulados que fija el colectivo EPPK, que sigue la línea oficialista marcada por Sortu. Son pocas decenas los presos etarras que simpatizan con esta tesis, pero han protagonizado sonadas huelgas de hambre en los últimos tiempos.

ATA es, precisamente, la organización que está detrás del ‘ongi etorri’ celebrado en Berango (Vizcaya) a principios de marzo para recibir a Ibai Aginaga, uno de los presos disidentes. En una entrevista publicada en una web afín a ATA, Aginaga muestra su disconformidad con las tesis de una izquierda abertzale cuya dirección es «totalmente burguesa». «Solo hay que ver lo que hacen en los parlamentos y que reconozcan la legislación fascista como legítima para hacer política». «Es algo que hemos rechazado toda la vida», recuerda, y advierte que tras su salida de la cárcel está dispuesto a seguir «luchando».

ATA, que desde sus orígenes ha sido tachado por la izquierda abertzale de grupo «minoritario», ha ido ganando protagonismo en los últimos años hasta encarnar una visible pugna con el sector oficialista que representa Otegi. Esta tensión se hace especialmente evidente entre los grupos más jóvenes. Fuentes de Covite destacan la «tensión» que existe entre Ernai, las juventudes ‘oficiales’ de Sortu, y grupos como Ikasle Abertzaleak (Estudiantes Abertzales) o Gazte Koordinadora Sozialista (Coordinadora Socialista Joven).

Cada vez más jóvenes

Ikasle Abertzaleak es el sindicato de estudiantes que históricamente ha estado vinculando a la izquierda abertzale, y que según apuntan fuentes del Observatorio de Radicalización de Covite se ha ido poco a poco aproximando hacia el sector disidente. Ikasle Abertzaleak está, por ejemplo, detrás de los altercados que se registraron en el campus de Vitoria durante la convocatoria de huelga del pasado 26 de marzo que se saldaron con 34 detenidos. Ante este hecho, Ernai se limitó a denunciar en redes sociales la presencia de la Ertzaintza en la Universidad.

Covite denuncia que varios institutos del País Vasco y Navarra cuentan con aulas cedidas por la dirección para las reuniones de Iksale Abertzaleak, con integrantes cada vez más jóvenes

Según fuentes de Covite, en los últimos meses también ha experimentado un «notable crecimiento» el discurso de extrema izquierda de Gazte Koordinadora Socialista. Este grupo, que se ha hecho fuerte en el campus universitario de Vitoria, cuenta con gran capacidad para organizar protestas callejeras. De hecho, en mayo de 2010 la Policía Nacional detuvo a diez personas del entorno de este grupo que, según fuentes policiales, pretendía llevar a cabo actos de kale borroka.

Las fuentes consultadas destacan la gran juventud de muchos de sus simpatizantes. Covite denuncia que incluso en varios institutos del País Vasco y Navarra cuentan con aulas cedidas por la dirección para sus reuniones. Así por ejemplo, en el instituto Iñaki Ochoa de Pamplona se pudo ver durante la fiesta de Navidad de este año una pancarta de apoyo a los presos de ETA firmada con el símbolo de Ikasle Abertzaleak.

Todos estos grupos tienen en común su crítica al mensaje de pragmatismo político que vertebra la hoja de ruta política que Bildu y que especialmente Arnaldo Otegi está escenificando en los últimos meses. Acusan a la coalición de «socialdemócrata» y rechazan decisiones como la que les llevó a aprobar los últimos Presupuestos Generales en Madrid. De hecho, ATA publicó un documento pocos días después denunciando lo que a su juicio suponía una «degradación» de las políticas de la izquierda independentista.

Frente a las críticas, Otegi ha optado por guardar silencio acerca de estos grupos críticos. Precisamente ese elocuente silencio es la muestra más evidente de lo incómoda que le resulta a Bildu la existencia de estos grupos. Ante los ‘ongi etorris’ celebrados tras el comunicado del EPPK, que círculos privados tachan de provocación, se limitan a señalar su apoyo al llamamiento que hizo el colectivo de presos en diciembre. Tampoco hubo reacción alguna ante los disturbios en el campus de Vitoria, y solo horas después se pronunciaron con un escueto «rechazo» a los daños materiales causados.