Operación Feijóo: el plan que el sanedrín del PP tenía diseñado para 2023 y que se precipitó

«Es una decisión meditada, pero precipitada». Con esta reflexión aparentemente contradictoria presentaba el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, su esperada candidatura para presidir el PP. La declaración resume bien lo que ha vivido en los últimos días, pero también desde hace muchos meses. ¿Por qué era meditada? La crisis entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso fue solo el catalizador de un malestar que se había larvado en el partido y que los barones, con Feijóo como máxima autoridad, vivían con preocupación. El liderazgo de Casado se percibía como un «proyecto fallido» y aunque hubo momentos en los que se acarició la idea de que sería capaz de llegar a la Moncloa, los resultados de las elecciones en Castilla y León, según reconocen destacados miembros del PP, confirmaron los peores augurios. La marca estaba a la baja y Vox amenazaba la hegemonía de los populares en la derecha como en su día ocurrió con Ciudadanos. El sanedrín del PP, conformado por barones, altos cargos, expresidentes y exministros, tenía una hoja de ruta perfectamente trazada. Si Casado no lograba gobernar tras las elecciones generales de 2023, se forzaría su dimisión, se convocaría un comité extraordinario y Feijóo sería presentado como el candidato de la unidad. Exactamente, lo que ha pasado en la última semana.

¿Y precipitada? Algunos en el partido llevan esperando este momento desde 2019, cuando Casado cosechó para el PP el peor resultado de la historia con 66 escaños. Entonces ya hubo presiones, pero fue precisamente el presidente de la Xunta el que puso paz y apadrinó en la derrota al recién llegado. Un acto conjunto en Galicia sería el mensaje interno del líder durmiente: «Había que dar una oportunidad a Casado«. Feijóo ya le trasladó a su presidente las suspicacias que levantaba el exsecretario general del PP, Teodoro García Egea. Desde entonces, el gallego ha mantenido siempre hilo directo con Casado y le ha ido transmitiendo sus preocupaciones por la deriva que tomaba el partido, según confirman veteranos del PP. Ahora que todo ha quedado en evidencia, relatan que le avisó de que no se podía maniatar a los barones, de que el camino era diferenciarse de Vox y no mirarse en ellos o de que la oposición a Pedro Sánchez debía ser constructiva para que la sociedad les percibiese como alternativa. «Casado oía, no escuchaba«, lamenta un alto cargo.

De los testimonios de dentro del PP se infiere que Feijóo ya era el faro para el partido antes de la caída de Casado

De los testimonios de dentro del PP se infiere que Feijóo ya era el faro para el partido antes de la caída de Casado. Un dirigente territorial cuenta que, en uno de los malos momentos en los que los sondeos en Castilla y León hacían presagiar que el resultado no sería el esperado, le espetó a Feijóo: «¿Sabes que esto es por tu culpa, verdad? Por no haberte presentado en 2018». El gallego le miró y sonrió. Apenas quince días después, Feijóo vería cómo el choque entre Casado y Ayuso aceleraba los tiempos. Tenía que dar el salto a Madrid y esta vez sí que estaba preparado.

La diferencia con 2018 para sus colaboradores más estrechos reside en el momento que atraviesan el PP y España. Desde Galicia explican que el estado de ánimo del presidente de la Xunta ha ido evolucionando estos días desde la «preocupación a la inquietud, hasta llegar al convencimiento de que tenía que dar un paso al frente» por la hecatombe que vivía el partido. Compañeros confirman que, durante los peores días de la «semana negra«, les fue llamando y, sin ser explícito, ya les hizo llegar que había que tomar el control y explicarle a Casado que debía «facilitar las cosas».

Si Casado se hubiese presentado al congreso extraordinario del PP, Feijóo nunca se hubiese enfrentado a él. Cuando los barones se reunieron en Génova para cerrar el calendario de la nueva etapa, el futuro líder ya había hablado con cada uno de ellos. Incluso a muchos que esos días le habían enviado mensajes no les contestó hasta después, a la espera de rebajar los ánimos. Su decisión de tomar el testigo también ha recibido el beneplácito de los expresidentes Mariano Rajoy José María Aznar. De hecho, no ha habido ni una voz discordante en un partido acostumbrado a las guerras internas.

La comparación con el otro gallego es inevitable, aunque ya marcan las diferencias: «Alberto no huye de los medios y no lo va a hacer ahora»

En el PP esperan que Feijóo sea capaz de hacer que el partido recupere su posición de fuerza. Los datos avalan que hay un camino posible. Si se observa cómo se comportan los votantes, se ve que los que en unas elecciones generales confían en Vox, o antes en Ciudadanos, en las autonómicas apostaban por el PP de Feijóo. La ciudad de Vigo es otro buen test desde el punto de vista del electorado socialista.

En las municipales, el PSOE arrasa, pero en las gallegas ese voto va a los populares. La fórmula del éxito, según su equipo, reside en que el presidente de la Xunta «es un político previsible» y en esta línea van a seguir trabajando cuando en los próximos meses lleguen a Madrid. No van a vender un proyecto nuevo, sino que apostarán por poner en valor que Feijóo es un gran gestor, un hombre de estado que servirá «de puente» entre dos generaciones de políticos: «Es más joven que Rajoy, pero mayor que Sánchez«. La comparación con el otro gallego es inevitable, aunque ya marcan las diferencias: «Alberto no huye de los medios y no lo va a hacer ahora. Le gusta explicarse».

A sus 60 años, el gallego no hará de Instagram su agencia de comunicación. Es reflexivo y metódico. Los que le acompañan desde hace años en el día a día le definen como un «amante de la gestión de lo público» y destacan que le gusta revisar cada tema del que tiene que hablar hasta el milímetro. Algo que en la nueva política no parece necesario. No ha nacido en los platós de televisión, sino que se ha forjado de abajo a arriba en la Administración. Con 26 años sacó la plaza de funcionario. En su ideario no hay tampoco estridencias. Siempre defendió que gobernase la lista más votada y criticó por igual los extremismos a izquierda y derecha.

Quizás lo que más le acerca a Pedro Sánchez es que también le gusta salir a correr y, si no lo consigue, su humor cambia. Maratonianas son también sus jornadas y llama por teléfono a cualquier hora a sus colaboradores si algo le inquieta. Desde que nació hace cinco años su hijo, intenta conciliar, y en su decisión han pesado siempre la familia y hacerles perder el anonimato que él tanto protege. Sus amigos le definen como alguien «normal», pero empático, aunque en estos días aseguran que el gesto se le ha puesto serio.