Vox aspira a entrar en el Gobierno regional y a obligar a Alfonso Fernández Mañueco a aplicar su programa

Con un ambiente festivo centenares de personas –2.500 según la Policía y 6.000 según el partido– recibieron este viernes en Valladolid en el cierre de campaña de Vox a su presidente nacional, Santiago Abascal, y al candidato de la formación a presidir la Junta, Juan García-Gallardo. A tan solo dos días para acudir a las urnas, ambos se han volcado en animar a los suyos a votar y han llamado a una «gran movilización» de sus votantes este domingo para que «no se relajen».

Y es que, según ha advertido Abascal, «las cosas han ido mal» en Castilla y León , pero «todo podría ir a peor» si el PSOE, «la peste de España», y «los comunistas» llegan al poder.

El líder de Vox ha pedido al PP que «se aclare» y que le diga al «pueblo» con quién está dispuesto a pactar. «Si ganamos, ya decimos que con los socialistas no hablaremos, solo con el PP. Ellos que digan con quién lo harán».

Además, ha asegurado desconocer «quién manda» en el PP y si lo hacen «desde Bruselas». Es más, ha llegado a decir que el partido encabezado por Pablo Casado «ya no es un partido soberano, sino que obedece a dictados extranjeros».

Vox avanza hacia posiciones de gobierno. Este domingo, el partido de Santiago Abascal aspira a multiplicar sus escaños en las Cortes de Castilla y León hasta un resultado que les dé la fuerza suficiente para reclamar formar parte del próximo Ejecutivo regional. En la formación no ocultan su desconfianza en el PP, conscientes de lo que le ha pasado a Ciudadanos (Cs) -solo sobrevive una de las cuatro coaliciones autonómicas que sellaron en 2019-, pero también remarcan que esta vez las negociaciones diferirán de las anteriores.

Entonces, la formación derechista se conformó con apoyar externamente los Gobiernos de coalición de PP y Cs allí donde sus votos eran necesarios frente a una alternativa de izquierdas –Andalucía, Comunidad de Madrid y Región de Murcia-, pero la dinámica entre los tres partidos es hoy bien distinta. Primero, porque si se cumplen los resultados pronosticados por las encuestas, la candidatura de García-Gallardo prácticamente se intercambiará en número de procuradores por la de Francisco Igea (Cs), quien fue vicepresidente con trece diputados autonómicos. Segundo, porque Vox no ve paralelismo alguno entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y su homólogo en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Ni en sintonía ideológica -se sienten mucho más cómodos con un perfil como el de Díaz Ayuso- ni en fuerza electoral.

El partido fija el éxito en los nueve procuradores, pero calcula que sacará entre diez y doce, y que será clave para el PP

Con tan solo un procurador en las Cortes, Vox ha sido prácticamente irrelevante esta legislatura hasta que una diputada autonómica de Cs, en plena crisis del partido, traicionó a su formación y abandonó sus filas. Ahora, internamente se asume como un éxito alcanzar los nueve escaños en un Parlamento que estará muy fragmentado y en el que la formación conservadora puede ser fundamental para que Fernández Mañueco repita en la Presidencia de la Junta.

Dirigentes de Vox, en privado, calculaban la semana pasada que obtendrán este 13 de febrero entre diez y doce procuradores, pero estos días han señalado que aún había margen de crecimiento en la recta final de la campaña, que, según ellos, se les da especialmente bien. Su candidato, García-Gallardo, se ha desenvuelto bien en las entrevistas y en los mítines a pesar de su juventud, tras el traspié que sufrió en la precampaña con unos polémicos tuits que le situaron en el disparadero. Fuentes consultadas por ABC dan por segura su representación en todas las provincias salvo en Soria, donde la hegemonía de Soria ¡YA! complica la obtención de un escaño.

Las últimas encuestas publicadas, salvo la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que rebaja sus expectativas, les sitúan en una horquilla similar a la que ellos prevén. GAD3 les otorgaba este lunes, último día legal para publicar encuestas, entre once y trece diputados autonómicos. Con esos números, en Vox no ven argumento posible para que el PP se niegue a incluirlos en el Gobierno autonómico. «Pregúntenle si quiere que tengamos el mismo papel en el Gobierno de Castilla y León que Ciudadanos», dijo el lunes el vicepresidente político de Vox, Jorge Buxadé, cuestionado por esa posibilidad.

El foco en las políticas

En Vox prefieren ser cautelosos y no dan por segura su entrada en el Gobierno autonómico, que dependerá, insisten, de la solidez que le den en las urnas los votantes de Castilla y León. En cualquier caso, en público y en privado coinciden en algo: esta vez, no se conformarán con un papel firmado con una serie de compromisos y exigirán, como mínimo, que se plasme una parte de sus políticas en la investidura del candidato. «No vamos a entregar el Gobierno al PP para que se limite a desarrollar su programa electoral», zanjaba esta semana un importante dirigente del partido, que advertía de que no permitirán a Fernández Mañueco que avance en la senda de la Agenda 2030, que según ellos va en contra del sector primario.

«Lo que tiene que quedar claro -insistía Buxadé en rueda de prensa- es que no hay ni cheques en blanco ni regalos de gobierno». Vox sí cree que a la hora de la verdad, el PP puede recibir «presiones de Europa» para que no gobierne con ellos y mire a una suerte de gran coalición con el PSOE. Un escenario que les serviría, dicen en la dirección, para armarse en Andalucía.