El PP teme que una mayoría ajustada de Mañueco lastre el cambio de ciclo de Casado

La última semana de campaña será clave para los intereses del PP en Castilla y León y, dada la dimensión nacional que se ha dado a estos comicios, también para su líder, Pablo Casado. En estos momentos el partido está sufriendo lo que los equipos denominan una «etapa valle» en los sondeos donde están estancados y lejos de los 39-41 escaños que les daban en los primeros días tras la convocatoria. En el mejor de los casos, ahora se mueven en torno a los 36 diputados, lo que supondría tener que sumar cinco para la mayoría absoluta, que está en los 41 procuradores.

Entre los populares hay preocupación por el frenazo y la expectativa de acabar en manos de Vox. «Las elecciones se convocaron para gobernar en solitario, siguiendo la estela de Ayuso, y ahora podemos tener que enfrentarnos al coco de Vox». Esta es la reflexión de un cargo del PP curtido en varias campañas y que aún confía en que en la recta final el electorado se anime y puedan sumar «tres o cuatro escaños que están a tiro». El último paso de la Fiscalía, que ha llevado ante el Tribunal de Cuentas al PP para investigar las primarias del partido en Salamanca, tampoco ayuda. Los populares ven en esta maniobra la mano del Gobierno: «Ya dejó claro el presidente quién manda sobre la fiscal general».

Los que están recorriendo Castilla y León coinciden en que «no hay ambiente de campaña». Febrero no es un mes de votaciones y el hecho de ir en solitario y no con los ayuntamientos también penaliza. La consigna es movilizar y apelar al voto útil para intentar mermar las expectativas de los de Santiago Abascal, que en estos momentos tienen a tiro un diputado por cada provincia. Vox entraría con fuerza y obligaría a retratarse al PP en su política de alianzas. Como publicó El Confidencial, hay coincidencia entre Génova y los barones en que un gobierno de coalición con Vox sería «letal» para los intereses del partido. La izquierda tendría el relato hecho y movilizará a los suyos bajo la amenaza de la llegada de la extrema derecha. Los más optimistas aún confían en una remontada que aleje este escenario que no solo preocupa, sino que ya empieza a ocupar.

En Andalucía se sigue con especial atención lo que ocurre en Castilla y León. El futuro de Mañueco está inevitablemente unido al del andaluz, Juanma Moreno, y el de ambos al de Casado. Las expectativas ante el «cambio de ciclo» que se había iniciado con la amplia victoria de Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo en Madrid pueden verse truncadas. El discurso triunfalista que Génova implantó en el debate político ha provocado que, pese a que se gane el 13 de febrero, si no se logra sumar más que todos los partidos de izquierdas y repetir el marco de Ayuso, se hará una lectura negativa. Para algunos ha sido «un error» plantear estos comicios mirando a Madrid. «Ni el candidato es el mismo ni el territorio tampoco», señalan cuadros populares que ven detrás de este planteamiento el pulso del secretario general, Teodoro García Egea, con Ayuso. «Han querido eclipsar el resultado del 4-M para decir que son las siglas las que tiran y no ella y se les puede volver en contra».

Casado puede perder pese a ganar. La teoría de los «escalones» a La Moncloa es un peligroso ‘boomerang’. Si el PP se queda en los 36 escaños, se abrirá el debate sobre el frenazo de los populares que, además, ya en las encuestas nacionales ha sufrido un castigo en los últimos meses frente al alza de Vox. Volverán los fantasmas de qué postura tomar frente a la ultraderecha, la falta de liderazgo y si más ideología y menos economía. Pero, más allá del ‘harakiri’, el PP tendría que explicitar su relación con Vox. Las negociaciones de Mañueco determinarán el calendario del anticipo electoral en Andalucía. Juanma Moreno, que insiste en que quiere agotar la legislatura y llegar hasta octubre, tendría que cuadrar el calendario si finalmente decide adelantar los comicios.

Las Cortes de Castilla y León se constituyen el 10 de marzo y, a partir de ese momento, hay cincuenta días para formar un ejecutivo y saber si finalmente los de Abascal tendrán consejeros si los números no les dan al PP. Si Juanma Moreno llama a las urnas, tendría que hacerlo en abril, justo después de Semana Santa. Antes sería ir a votar en plenas fiestas y, salvo cambio de última hora, se descarta.

En la Junta de Andalucía también miran al conflicto con Ucrania. Las posibles sanciones a Rusia afectan no solo al turismo, sino a la población estable que vive en Marbella y que es un importante motor económico. El PP andaluz quiere ir con buenos datos económicos porque su campaña tiene que ser la de la gestión. Ahora hay tensión porque, de confirmarse el subidón de Vox en Andalucía, podría acabar movilizando a la izquierda en la Comunidad y complicar la reelección de Juanma Moreno o condenarlo a gobernar con Macarena Olona, que ya ha confirmado su candidatura.

El círculo virtuoso para aupar a Casado a La Moncloa puede complicarse si los resultados en Castilla y León y Andalucía no cumplen las expectativas. Ningún barón cuestiona en este momento que Casado será el candidato en 2023, pero el cambio de ciclo «se nos puede hacer muy largo», señalan. Hay quienes van más allá y vaticinan que la guerra con Ayuso se enconará tras el 13-F. «Si Mañueco no iguala Ayuso perderá Génova y desde la Puerta del Sol sacarán pecho». Una vez más, miran a García Egea y sentencian: «No se puede fiar el liderazgo de Pablo a terceros».