La pandemia pasa factura y las consultas por estrés aumentan entre los sanitarios de Aragón

La sobrecarga de trabajo, el tener que doblar turnos y el estar continuamente en alerta para evitar el contagio personal, además de llevar dos años luchando contra una pandemia y que el fin no se vea cerca, está haciendo mella en la salud mental de los profesionales sanitarios.

La vacunación está haciendo su trabajo, logrando que la enfermedad sea cada vez menos grave, pero los casos siguen contándose por miles y un porcentaje de ellos llega a los hospitales, y algunos tienen complicaciones y pasan a cuidados intensivos y finalmente fallecen.

Convivir con esta situación es complicado y, por eso, desde los propios hospitales, los centros de salud y los colegios profesionales han ido poniendo en marcha servicios para intentar mejorar esta situación, para tratar ese estrés, cansancio, ansiedad o depresión, aunque muchas veces una conversación de pasillo entre compañeros puede también ayudar.

Muchas veces una conversación de pasillo entre compañeros puede también ayudar a aliviar la ansiedad y el agotamiento

El hospital Clínico de Zaragoza comenzó en noviembre de 2020 un programa de apoyo psicológico, que abarca a todo el personal del sector 3, porque llevaban tiempo notando ciertos malestares entre compañeros.

En este tiempo se han tratado a unas 55 personas, afirma Ana Serrano, psiquiatra psicosomática e impulsora de la iniciativa, quien puntualiza que esas 55 son las «regladas» pero ha habido muchas «intervenciones a pie de pasillo» que no están registradas. A partir de una llamada, que trata una enfermera especialista en salud mental, Elena Luna, se realiza una entrevista, se decide si se necesita tratamiento o quién de las dos la trata, aunque la mayoría «es conjunto».

Serrano señala que el perfil de los afectados es «de todos los campos» aunque su sensación es que son los enfermeros los que han necesitado más ayuda. Los síntomas, «dificultad de adaptación a la situación, sensación de ansiedad o depresión, etc», afirma. Eran personas que «no podían relajarse, dormir o concentrarse en el trabajo».

«Ha habido alguna persona que ha necesitado medicación y alargar el tratamiento porque entrar en el hospital suponía un sufrimiento»

Para la especialista, en muchos casos la necesidad ha consistido en «tener un espacio donde transmitir esas sensaciones», en cierta manera hablar con alguien que «les dijera que entraba dentro de la normalidad y con expresarse ya se encontraban mejor». Había que verbalizar los problemas, aunque también ha habido alguna persona que «ha necesitado medicación» y alargar el tratamiento porque «entrar en el hospital suponía un sufrimiento» ya que «la ansiedad se lo impedía».

Repunte y más paradas

Los sanitarios han ido ola tras olas y «en las primeras la energía era muy alta» pero luego el cansancio y el agotamiento ha ido haciendo mella porque además «no ha habido descanso», Serrano reconoce que en las últimas semanas ha habido «un repunte, más paradas en el pasillo» porque en cierta manera, los profesionales «pensábamos que iba a ir mejor» pero «el que está en el hospital ve que sus camas se están llenado» y vuelven a verse desbordados.

Es por eso que se pide «más ayuda en el pasillo», incentivada también por «las características de la unidad, que nos hemos dejado ver para mostrar que estábamos disponibles». La especialista asevera que los sanitarios son una población «muy volcada en la ayuda al otro y recibir esa ayuda cuesta», por eso, dice, es más fácil «hablar en un pasillo, buscar ese lugar íntimo» donde verbalizar esos miedos personales.

«Los profesionales aún están en primera línea y como ocurre en cualquier estrés traumático el daño será a posteriori»

Esa dificultad para pedir ayuda ha hecho que el servicio telefónico puesto en marcha por el Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza no se esté utilizando «en exceso», reconoce Alfonso Pérez Poza, presidente de la Sociedad Aragonesa de Psiquiatría. Cuatro personas llamaron en el primer semestre de 2021 y 29 en el segundo. El motivo, cree Pérez Poza es que ha habido «múltiples ofertas»; pero también porque los profesionales aún están «en primera línea» y como ocurre en cualquier estrés traumático el daño será «a posteriori». Además, «tenemos nuestras propias reglas», dice, y es más fácil, «pedir ayuda extraoficial, con un compañero», además de que la salud mental «sigue siendo una cosa estigmatizante».

Un estudio incide en la necesidad de proteger a los enfermeros

El Colegio de Psicología de Zaragoza y el de Enfermería firmaron un convenio por el que 44 colegiados (se apuntaron 100 al estudio) solicitaron recibir terapia para eliminar el estrés traumático y postraumático. Elisa Múgica, junto a un equipo del Colegio fue la responsable. La investigación trabajó sobre sueños intrusivos, evitación de situaciones vulnerables e hiperactivación. Se realizaron tres sesiones (más una opcional). Los resultados señalan que hubo un «cambio significativo y se hicieron más leves los síntomas». Se pasó de «padecimiento grave a leve», señala Múgica, mejorando el bienestar psicológico. El estudio refleja la importancia además de proteger a los enfermeros, ya que la exposición continuada al estrés genera deterioro en su estado psicológico. Desde el Colegio Psicología también se puso en marcha un servicio telefónico, que estuvo en marcha durante dos meses y que recibió alrededor de 1.500 llamadas (40 al día), de las que el 75% las realizaron mujeres.

En el Colegio de Enfermería de Zaragoza también tienen claro que la salud mental está afectando a la profesión, sobre todo a «nivel de sueño, sobreexcitación», etcétera; y ahora con «estrés continuado es cuando salen a la luz afectaciones más graves y más duras», reconoce Inma Marco, vicepresidenta del colectivo.

«La primera ola afectó mucho. Aguantamos por responsabilidad social, pero estamos desbordados.