Ciudadanos se abre a negociar una reforma laboral «más liberal» para anular a ERC y a EH Bildu

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, da una rueda de prensa de valoración del año en Jerez de la Frontera, a 29 de diciembre de 2021 en Cádiz (Andalucía, España) 29 DICIEMBRE 2021 Joaquin Corchero / Europa Press 29/12/2021

Ciudadanos (Cs) es ahora mismo el gato de Schrödinger de la política española. La paradoja de Erwin Schrödinger presenta a un minino encerrado en una caja junto a un matraz con veneno y el físico defiende que el felino se encuentra simultáneamente vivo y muerto. Hasta que no se abra la caja, sostiene, no se sabrá el estado del animal. En esa situación se halla el partido de Inés Arrimadas, a la espera de si el Gobierno se decide por fin a llamarle para hablar de la reforma laboral aprobada este martes en el Consejo de Ministros. Por ahora, según las fuentes consultadas por ABC, Cs no se encuentra «ni en la abstención, ni en el sí ni en el no». El PSOE deberá ‘abrir la caja’ para despejar la incógnita.

«Si quieren llamar, que llamen», responden a este diario personas de la máxima confianza de Arrimadas, que sin embargo no entienden por qué se ha puesto el foco mediático sobre ellos. Lo cierto es que el papel de Cs podría resultar clave si, como amagan, socios de Pedro Sánchez como ERC y EH Bildu se desmarcan del real decreto ley fruto de la negociación entre el Ejecutivo, los sindicatos y la patronal.

Los independentistas catalanes y vascos acumulan meses clamando por una derogación íntegra de la reforma laboral que sacó adelante el PP con su mayoría absoluta en 2012. Mertxe Aizpurua, la portavoz de Bildu en el Congreso, ha advertido en varias ocasiones de que la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) no decide el voto de sus cinco diputados y de que no aceptarán una modificación «descafeinada». El texto del Gobierno, dadas las aspiraciones de los separatistas, lo parece.

En Cs, aunque evitan tender la mano de forma clara, tampoco dan el portazo con el que el líder del PP, Pablo Casado, responde a una eventual negociación de la reforma laboral. En el partido de Arrimadas son conscientes de que el Gobierno tendrá que sudar sangre si quiere que sus aliados habituales apoyen su decreto tal y como está, y tampoco renuncian a negociar cambios «más profundos» aprovechando la llegada de los fondos europeos por la pandemia de coronavirus. «Si Yolanda Díaz saca esta reforma con Bildu tal y como está, es la mejor política de la historia», ironiza un alto cargo de Cs, sabedor de las dificultades que se le presentan a La Moncloa para la convalidación del real decreto ley.

Desde la dirección se insiste en que no hay negociación, pero hay voces que animan a respaldarla por temor a una norma más radical

Sánchez, en su balance de fin de año, dijo que sería de «sentido común» que se apruebe sin retoques, dado el respaldo de CCOO, UGT y la CEOE. No obstante, ni sus socios parlamentarios ni la oposición opinan lo mismo. Fuentes de Cs, por ejemplo, consideran que se presenta una oportunidad histórica para liberalizar más el mercado laboral e introducir la mochila austriaca y el contrato único, así como incentivar más la contratación.

Aun con todo, Cs es conocedor del desgaste que le puede suponer un nuevo acercamiento a Sánchez, tras el fracaso de la negociación de los Presupuestos el año pasado o, más recientemente, la oferta de pactar la Ley de Memoria Democrática a cambio de que el PSOE respaldase la ley de Cs que pedía prohibir los homenajes a etarras –los socialistas votaron en contra–. Por eso, en el entorno de Arrimadas insisten en que no están negociando nada y en que el Gobierno deberá llamarles si quiere conocer su posición respecto a la reforma laboral y explorar una hipotética conversación.

Por no hablar, aseguran en la dirección de Cs, ni siquiera se ha hablado en el seno del grupo parlamentario. Aunque en Cs, como en el resto de partidos, ha molestado sobremanera que se utilice este mecanismo y no un proyecto de ley, «sustrayendo en buena medida al Congreso su capacidad legislativa». Eso dijo el portavoz del partido, Edmundo Bal, este lunes. Un día después calificó la reforma de «poco ambiciosa», aunque rehusó avanzar el sentido del voto de su formación.

Cs, fuera del «no a todo»

En la ejecutiva le restan importancia, y zanjan que simplemente su labor de oposición es distinta a la del PP – instalado, dicen, «en el no a todo»– y que como partido de centro están abiertos a dialogar. Bal admitió que ciertos aspectos le recuerdan al ‘pacto del abrazo’ cerrado entre Sánchez y Albert Rivera en 2016, como la reducción de contratos, la consolidación de los ERTE y las penalizaciones a empresas que abusen de contratos temporales, pero también insistió en que otras cuestiones no le gustan «nada», como la vuelta a la ultraactividad.

Arrimadas, por su parte, marcó en su balance del 2021 la que es su línea roja ante cualquier futuro escenario: «Si Yolanda Díaz escucha con cariño a Bildu y a ERC, es que no escucha con cariño al resto de españoles». Con ellos, repiten una y otra vez, Cs no irá a ninguna parte. Es precisamente el temor a que los independentistas arranquen «locuras» al Gobierno el que lleva a voces internas a abogar, de momento en privado, por facilitar la aprobación de la reforma si a cambio se aparta a los separatistas del modelo laboral.

La semana pasada, el eurodiputado de Cs Luis Garicano, otrora gurú económico de Rivera, aplaudió el contenido de la reforma tanto en materia de temporalidad como de subcontratación, y su opinión no es solamente una más. Pero desde la dirección admiten que las cosas no serían «fáciles» tras los últimos desencuentros con el Ejecutivo y cunde el pesimismo. Al final, auguró Bal este martes, Sánchez «se arrodillará» ante sus socios.