Sánchez se aferra a Europa y vende moderación ante la convicción de que el liderazgo de Casado lastra al PP

La moción de censura fallida en la Región de Murcia y las elecciones en la Comunidad de Madrid abrieron un nuevo tiempo político que cristalizó desde el mes de mayo con unos sondeos en los que el Partido Popular superaba al PSOE como primera fuerza. Y se situaba en condiciones de poder gobernar con el apoyo de Vox.

El Gobierno cierra el año comprobando con optimismo como esas tendencias que alcanzaron su mayor impacto en el verano se han corregido reduciendo la ventaja del PP sobre el PSOE. Todo ello en paralelo a las disputas internas entre Génova y la Puerta del Sol. En La Moncloa aseguran además que manejan datos demoscópicos propios que apuntan que desde después del verano el PSOE está otra vez por delante en los sondeos. «Y no nos referimos a datos del CIS», aclaran.

En el Gobierno diseccionan de la siguiente forma el tablero político: el PSOE es un partido fuerte con un líder consolidado, el PP es una marca fuerte con un liderazgo débil, Yolanda Díaz es un liderazgo fuerte pero que no tiene partido. Mientras que Vox es una marca fuerte con liderazgo sólido. Y desde ese análisis se dibuja este diagnóstico: Yolanda Díaz inquieta, molesta, pero de momento no preocupa porque el PSOE también necesita que el espacio de Unidas Podemos se revitalice. Mientras que en el caso del PP se considera que la figura de Pablo Casado es un lastre para las aspiraciones de la derecha de sustituir a Sánchez: «Ahora mismo Vox está subiendo y el PP está perdiendo una buena parte del flujo que logró en verano», transmiten desde La Moncloa.

La comparecencia de ayer de Pedro Sánchez en La Moncloa arroja luz sobre una estrategia labrada desde hace tiempo. Pero que no es en absoluto una novedad en táctica política: elevar el carácter institucional del presidente en ejercicio frente al aspirante. Está siendo una constante en la planteamiento de los socialistas desde que Sánchez ejecutase los cambios en el Gobierno y en el partido para renovar las portavocías: el objetivo es horadar la imagen de Casado como jefe de la oposición y figura presidenciable.

Los fondos europeos y los acuerdos con la patronal buscan rebajar la imagen radical del Gobiero y destacar la gestión

Hasta el punto de que en sus intervenciones los portavoces del entramado socialista apelan a la «responsabilidad» y al «sentido de Estado» del PP previo a la llegada de Pablo Casado. Sin que conste en la hemeroteca en qué momento del mandato de Mariano Rajoy los socialistas se manifestasen en esos términos positivos hacia el Partido Popular. Todo es una estrategia. Se eleva la marca mientras se viene a decir que Casado no es digno de ella. Una estrategia de oposición a la oposición que Sánchez ha venido practicando desde que es presidente pero que en estos momentos se personaliza especialmente en Pablo Casado.

Von der Leyen y Garamendi

Los datos cualitativos que maneja La Moncloa apuntan a que en estos momentos cotiza al alza la idea de «estabilidad». Ese concepto preside el afán de Pedro Sánchez de agotar la legislatura. Consideran en La Moncloa que llegado el momento se premiará haber logrado estabilizar la legislatura. Todo eso impregna el discurso de Sánchez, sin importar que él en primera persona fuese protagonista de los acontecimientos disruptivos que marcaron la política española entre 2014 y 2019. «Sentido común», «equilibrado», «confianza» o «estabilidad» fueron algunos de los términos más empleados ayer por el presidente del Ejecutivo en su comparecencia en La Moncloa. El nuevo equipo de Gobierno aprovechó la salida de Iván Redondo para trasladar la idea de que se dejaba atrás un Gobierno caracterizado por el golpe de efecto y muy pendiente del impacto comunicativo de la estrategia por un nuevo estilo en el que el principal activo que se quiere trasladar es la acción ejecutiva.

El aval de la Unión Europea a los planes de reforma del Gobierno y el envío de los primeros 10.000 millones de euros por parte de la Comisión Europea fue algo muy celebrado en La Moncloa el pasado 3 de diciembre. El acuerdo para la reforma laboral incorporado a la patronal empresarial junto al resto de acuerdos suscritos durante la pandemia apuntalan también la estrategia de Pedro Sánchez para esta segunda parte del mandato. Ursula Von der Leyen y Antonio Garamendi son blandidos en La Moncloa como símbolos de la actuación del Gobierno. Y como antídotos de la imagen de radicalidad que el PSOE arrastra tras la coalición con Unidas Podemos y, especialmente, tras su sólida alianza con ERC y Bildu. El colapso de Ciudadanos abre una bolsa electoral que en Moncloa no consideran que vaya a parar automáticamente al PP mientras Casado sea el líder y Vox esté tan fuerte en las encuestas. Y en ese espacio se va a jugar la próxima presidencia.