Más cerca de acabar con la «enfermedad silenciosa»

Habrá células cultivadas en laboratorio para sustituir a las del páncreas o «madres» capaces de suministrar insulina de forma directa en el torrente sanguíneo

La diabetes es una enfermedad que no tiene cura. Espectaculares avances científicos en el último siglo han logrado que los pacientes que la padecen puedan llevar una vida normal mediante el control de su alimentación, la medición de los valores de glucosa en sangre y el suministro de insulina.

En el caso de la diabetes tipo 1, que supone la destrucción o incapacitación de las células pancreáticas encargadas de secretar insulina natural, esta terapia es un auténtico seguro de vida.

Diabetes
Diabetes FOTO: Antonio Cruz

Pero nadie ha logrado curarse definitivamente de esta condición una vez diagnosticada. O caso nadie.

Brian Shelton es un diabético tipo 1 de 64 años residente en Elyria (Ohio, Estados Unidos) que pasará a la historia por ser el primer paciente que ha recibido una infusión de células cultivadas en laboratorio para sustituir a las células del páncreas que su cuerpo lleva años sin producir.

Ahora, su cuerpo modula de manera espontánea la producción de insulina y sus niveles de azúcar en sangre se controlan más espontáneamente.

Pero no es el único voluntario que ha servido de objeto de experimentación en la carrera por controlar esta enfermedad. Brian es el primero en mostrar cierta capacidad de curación. Y, aunque el avance parece prometedor, los expertos advierten que se trata de un paso aún muy pequeño. Hay que esperar a saber si existe efectos imprevistos en el cuerpo de receptor y, sobre todo, cuánto dura la actividad de las células implantadas.

Otros 26 diabéticos han recibido otra terapia de cuyos resultados ha informado esta semana la revista «Cell stem cell».

Un 10 por 100 de los pacientes de diabetes en España padecen la variedad 1. Eso significa que hay cerca de 100.000 personas con esta condición, la mayoría de ellas diagnosticadas en la infancia o primera juventud. Ellas serían la población objetivo de estas nuevas terapias que no se ha mostrado eficaz ante la más habitual diabetes tipo 2.

¿En qué consiste realmente el revolucionario avance anunciado esta semana?

Un equipo internacional de científicos ha desarrollado una técnica útil para implantar células madre capaces de suministrar insulina directamente el torrente sanguíneo del paciente.

Los implantes no están todavía suficientemente desarrollados como para tener validez clínica pero la investigación ha abierto el camino para el uso de esta terapia en el futuro.

Simular las células beta

La técnica se basa en la inyección de células endodérmicas del páncreas humano logradas a partir de la células madre pluripotentes, es decir, de material celular no diferenciado (similar al embrionario) que se ha convertido en material que simula las células beta del páncreas.

El dispositivo consiste en una tira subcutánea que contiene las células cultivadas en laboratorio. Al implantarse bajo la piel se garantiza la vascularización necesaria para que las células reciban nutrientes y oxígeno.

Así pueden seguir vivas y cumplir la función que hubieran cumplido de encontrarse en el páncreas: enviar insulina a la sangre del paciente.

De momento, los voluntarios no han empezado a notar ningún efecto clínico destacable tras el implante, pero se ha podido demostrar que se trata de una estrategia segura, tolerable y que permite con eficacia insuflar insulina desde dentro del cuerpo.

Desde que hace 100 años se descubrió la hormona insulina la vida de los enfermos de diabetes ha cambiado radicalmente. La enfermedad puede ser controlada aunque sigue siendo una condición que condiciona la vida del paciente y que, mal manejada, tiene efectos muy graves.

El mal se caracteriza por la destrucción de las células Beta que residen en los llamados islotes de Langerhans, en el páncreas.

Estas células son las que se encargan de producir insulina imprescindible para mantener los niveles de azúcar en sangre controlados.

Las terapias con insulina artificial (inyectada o suministrada con bombas de infusión) reducen las concentraciones de glucosa pero no normalizan completamente el ciclo de alimentación y control del azúcar.

Una opción terapéutica obvia sería tratar de reemplazar las células dañadas por células nuevas. Pero esta terapia no ha sido muy desarrollada y sufriría de un grave problema de escasez de donantes.

Aquí es donde entra la nueva estrategia. Consiste en utilizar células pluripotentes de seres humanos –que no se han diferenciado y siguen en estado de célula madre– y guiar su desarrollo en laboratorio para convertirlas en células Beta.

En el año 2006 se obtuvo el primer avance en este sentido cuando un grupo de científicos en el laboratorio de la compañía Novocell logró diferenciar células de embrión en células maduras de endodermo pancreático.

Estas células pudieron ser implantadas en animales, donde desarrollaron su función plena de producción de insulina con normalidad.

Ahora, dos grupos de investigadores por separado han anunciado los resultados de sendos ensayos en fase I/II de implantes de dispositivos cargados con células de endodermo pancreático macroencapsuladas.

El sistema mejora considerablemente la alternativa de implantar directamente células de un páncreas sano que conlleva un grave riesgo de rechazo y requiere del uso de terapias inmunosupresoras de por vida.

Células endodérmicas

En uno de los grupos estudiados se ha logrado mantener durante 26 semanas la actividad de células endodérmicas sin rechazo. Los implantes pueden ser reemplazados por uno nuevo pasado este tiempo.

Tras un año de estudio los pacientes mostraron una reducción del 20 por 100 de sus necesidades de insulina artificial y estuvieron un 13 por 100 más de tiempo dentro de los umbrales de normalidad de glucemia en sangre.

En el segundo estudio, el 63 por 100 de los voluntarios mostraron expresión de la insulina en periodos de tiempo que van desde los tres meses al año posterior al implante.

El trabajo realizado hasta ahora es aún muy pequeño y los resultados no han sido contrastados por un grupo de control, pero los autores se muestran triunfantes: «Hemos demostrado por primera vez en la historia que las células madre pluripotentes convertidas en progenitoras pancreáticas tienen la capacidad de diferenciarse y madurar para convertirse en células productoras de insulina una vez implantadas bajo la piel humana».

El camino todavía es largo y realmente tortuoso. Pero estamos más cerca que nunca de convertir la diabetes, quizás, en una enfermedad curable.